Tres sobrevivientes cuentan ante cámara los tormentos que soportaron como presos políticos en las cárceles de Nicolás Maduro.
“Fui golpeado, aislado y torturado”. “Me tapaban la cara con una bolsa negra que me cortaba la respiración”. “Me clavaron chinches debajo de las uñas”. Estas son sólo algunas de las frases de tres presos políticos que sobrevivieron a las torturas del régimen de Nicolás Maduro.
Estos testimonios escalofriantes se pudieron escuchar la semana pasada en la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Washington, donde un panel de expertos independiente presentó su tercer informe sobre "crímenes de lesa humanidad" en Venezuela.
Ante cámaras, Jesús Alemán, Nixon Leal y Luis de la Sotta hablaron del horror que vivieron en las cárceles del chavismo por haberse atrevido a manifestar sus críticas.
A continuación, las tres historias con sus videos.
Jesús Aleman
Tiene 31 años y pudo salir del país en 2018. Estuvo preso en dos oportunidades en el temido Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), donde lo torturaron de distintas maneras, incluso con habituales descargas eléctricas.
"Después de cada golpe escuchaba como se reían y disfrutaban el momento, sus risas también eran tortuosas".
"Me tapaban la cara con una bolsa negra que me cortaba la respiración. Me decían que cada aplauso que recibíamos en los mítines, en las marchas, en las concentraciones, en las protestas, lo iba a sentir en golpes.
“Fui golpeado, aislado y torturado. Cada silencio en mi interrogatorio era equivalente a otra paliza.
“Después de cada golpe, escuchaba como se reían y disfrutaban del momento. Sus risas también eran tortuosas.
“En esos momentos solo podía pensar en mi familia, mi novia y todo mi equipo. Sentía que me estaba volviendo loco. Me incriminaban por delitos que no cometí.
“Luego de las torturas en el Sebin me trasladan a una cárcel común. Allí vi que la muerte de una persona vale solo una palabra; por solo equivocarte y decir leche a la leche y no decirles vaquita es un disparo en el pie.
“Vivíamos en condiciones inhumanas, todas las necesidades fisiológicas y de aseo, cuando eran permitidas, las hacíamos a través de un ducto que colapsaba y llegaba el agua hasta las pantorrillas.
“Me enfermé de escabiosis (sarna) y hongos. La carne de mis dedos se me caía a pedazos, llegando a ver hasta los tendones de mis dedos de los pies.
“Al terminar toda esta locura, aún preso me plantean tres escenarios. Uno era la posibilidad de salir del país sin poder volver más nunca.
“Me dijeron que ya me había salvado en dos oportunidades y una tercera no lo podría contar porque me matarían directamente y la muerte iba a ser de tal forma que me desaparecerían, que me iban a cortar en pedazos y jugar con mis órganos”.
Nixon Leal
Estuvo preso en más de cinco oportunidades. La última fue la “más dolorosa”, en la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM). Ahora es refugiado político en Estados Unidos.
“Unos hombres de negro me secuestraron y me torturaron durante días. Uno me daba golpes en el estómago. Otro me ahorcaba por lapsos de tiempo.
“Uno tomaba apuntes, otro me daba fuertes golpes en la cara y me decía que si no colaboraba subiría de nivel.
“Me echaban insecticida en la nariz y la boca, gas lacrimógeno, lo que me ocasionó un paro respiratorio.
“Querían que grabara un video en donde admitía la culpa y a su vez debía señalar a varios dirigentes políticos para inculparlos. Por negarme, uno de ellos me clavó tres chinches debajo de las uñas de mis manos, uno amarillo, uno azul y uno rojo.
“Quise suicidarme. Traté de ahorcarme con mi propio suéter, pero no lo logré.
“Fui presentado ante una corte militar con el rostro hinchado y desfigurado por los golpes.
“Están frente a un hombre que aún se considera prisionero, porque a pesar de que mi cuerpo está en este lugar, mi memoria sigue repartida en cada una de esas cárceles”.
Luis de la Sotta
Es Capitán de Navío y estuvo detenido cinco años, cuatro meses y 11 días bajo la custodia de la DGCIM.
“Denuncié la corrupción y politización dentro de la fuerza armada nacional además de negarme a decir el lema de un partido político.
“Me colocaron pistolas en la sien simulando una ejecución, con palos me golpearon y me privaron de sueño.
“Estuve en la celda de los locos, una celda de tortura con temperaturas glaciales, sin colchón, con una braga verde, sin ropa interior.
“Me daban los alimentos en un envase que tiraban al piso, sin cubiertos. Tenía que comer con las manos llenas de excrementos. A veces me privaban de alimentos.
“Mis necesidades fisiológicas sólidas las hacía en una bolsa plástica, si la tenía, de lo contrario evacuaba en el piso, orinaba en un envase y solo tenía acceso a la ducha una vez por semana.
“Fui forzado a entrar en un cuarto de tortura llamado la ‘tumba vertical’ porque es tan estrecho que solo puedes permanecer de pie.
“Me insultaban, se burlaban, me decían que violarían a mi esposa. Mi mujer y mis hijos tuvieron que huir al día siguiente de mi detención ya que los estaban buscando para detenerlos. Hace menos de 14 días me reencontré nuevamente con ellos”.
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