Las mujeres reclamaban un “sistema alimentario sostenible”. Mayor vigilancia y políticas restrictivas en el Louvre y otros museos.
Los principales museos de Francia, y también de Europa, están nuevamente en alerta por otro ataque a obras de arte. Este fin de semana dos ecologistas arrojaron sopa sobre “La Gioconda”, la famosa pintura de Leonardo da Vinci que se exhibe en el Louvre, París, causando estupor por el daño que podrían haber producido en la obra.
Pese al hecho, el lienzo de la “Monna Lisa”, como también se la conoce, no sufrió ningún problema ya que tiene un vidrio especial de protección desde el año 2005.
El episodio se produce en el marco de las protestas agrícolas que sacuden a Francia desde hace varias semanas. Los agricultores vienen cortando rutas en todo el país y pidiendo una mayor remuneración por sus productos y protección ante las importaciones de bajo costo.
Cómo fue el ataque y quien lo organizó
Las dos mujeres que realizaron la protesta pertenecen al grupo ambientalista Riposte Alimentaire (Respuesta Alimentaria), quien en su sitio web responsabilizó al gobierno de Emmanuel Macron por incumplir sus compromisos climáticos.
Apuntan que esto provocó la falta de acceso a alimentación saludable e ingresos decentes para los agricultores. Y en esa línea reclaman la implementación de un sistema de salud estatal para garantizar estos derechos.
El ataque en el Louvre, que se produjo pese a los numerosos sistemas de seguridad que tiene el museo parisino, va en paralelo con las protestas de las últimas semanas de los sectores agropecuarios franceses que alcanzaron niveles altos cuando amenazaron con bloquear los principales accesos a París.
En el video, que se viralizó en las redes sociales, se ve como las dos mujeres pasaron por debajo de las barreras de seguridad que protegen a la obra de Leonardo da Vinci y arrojaron la sopa. Tras ellos exhiben sus remeras donde tienen escrito “Foodriposte” (reacción alimentaria, en inglés).
Las ecologistas se pararon frente a la obra de arte y exigieron el derecho a una "alimentación sana y sostenible”. “¿Qué es lo más importante: el arte, o el derecho a una comida sana y sostenible? Nuestro sistema agrario está enfermo. Nuestros agricultores mueren trabajando”, afirmaron.
Posteriormente se ve cómo los agentes de seguridad del museo ponen pantallas negras frente a ellas antes de evacuarlas de la sala y llevarlas detenidas.
Una obra emblemática
La pintura del siglo XVI de Leonardo da Vinci es una de las obras de arte más conocidas del mundo y se conserva en el Museo del Louvre bajo estrictas medidas de seguridad. Desde principios de la década de 1950 ha estado protegido por un cristal de seguridad. Se tomó esa medida luego de que un visitante le arrojara ácido.
En 2019 las autoridades del museo dijeron que se había instalado en su frente un vidrio a prueba de balas más transparente para que tuviera mayor protección y se pudiera apreciar mejor.
Pese a ello, en 2022 un activista ecológico volvió a tratar de llamar la atención con la obra a la que arrojó un pastel, mientras instaba a la gente a "pensar en la Tierra".
Una moda que causa estupor
En los últimos años hubo varias organizaciones, en su mayoría ecologistas, que han puesto en jaque la seguridad de los museos y de las obras de arte con la excusa de llamar la atención para sensibilizar a la opinión pública sobre problemas como el cambio climático o las guerras.
El 2022 estuvo plagado de este tipo de acciones. El 22 de julio unos ecologistas pegaron sus manos a la 'La primavera' de Sandro Botticelli, en la Galería de los Uffizi de Florencia (Italia).
El 14 de octubre, unas chicas lanzaron sopa de tomate contra el cuadro 'Los Girasoles' de Vicent Van Gogh en la Galería Nacional de Londres.
Unos días antes, dos personas pegaron sus manos al cuadro de Pablo Picasso 'Masacre en Corea', en Melbourne (Australia). En aquellos días también fue vandalizado un cuadro de Claude Monet de la serie 'Almiares', en un museo próximo a Berlín.
El Musée d’Orsay, en Paris, logró frenar a una ecologista que primero intentó arrojar sopa de tomate al autorretrato de Van Gogh y luego un Gauguin.
A raíz de esta “moda” los museos occidentales están en alerta máxima y tomando medidas de urgencia para enfrentar las acciones de los activistas climáticos.
Esta serie de episodios con obras pictóricas de renombre, que son patrimonio de la humanidad, abrió el debate sobre la legitimidad de las protestas.
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