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La Mañana Cónclave

Secretos, pactos y fumata blanca en el cónclave 2025: cómo se negocia el futuro de la Iglesia

Detrás de las puertas cerradas del Vaticano, se despliega uno de los rituales más herméticos y poderosos del mundo. Qué pasa, quiénes votan y otros detalles.

El fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril abrió un tiempo de duelo y, al mismo tiempo, intensas maniobras políticas y espirituales dentro del Vaticano. Aunque el luto domina los pasillos vaticanos, los preparativos para el cónclave que elegirá al nuevo líder de la Iglesia Católica avanzan sin pausa.

El proceso es uno de los más reservados del mundo, donde cada gesto, voto y palabra pronunciada dentro de la Capilla Sixtina puede marcar el rumbo de más de mil millones de fieles.

La atención no solo se posa sobre quién será el próximo pontífice, sino también sobre el modo en que se lo elige. Entre formalidades litúrgicas, silencios impuestos y estrategias veladas, los cardenales electores se enfrentan al enorme desafío de alcanzar un consenso en medio de tensiones ideológicas, culturales y generacionales.

El Colegio Cardenalicio y el peso del secreto

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Los secretos del Vaticano para elegir al nuevo Papa.

Los secretos del Vaticano para elegir al nuevo Papa.

Solo los cardenales menores de 80 años pueden participar en la elección. Este grupo, denominado "colegio de electores", está compuesto por 133 miembros que viajan a Roma desde los cinco continentes. Todos ellos no solo tienen derecho a votar, sino que también podrían ser elegidos como el próximo papa. La igualdad formal entre los electores no impide que algunos nombres concentren más atención que otros.

Antes de que comience el cónclave, cada cardenal recibe una iglesia titular en Roma, donde preside una misa y saluda a la comunidad local. Aunque puede parecer un acto simbólico, ese momento les permite a los fieles y a los medios conocer de cerca a quienes podrían ocupar el trono de Pedro. A su vez, funciona como un primer termómetro del clima que rodea a cada figura.

Una vez que se pronuncia la frase en latín “extra omnes” –que exige la salida de todos los no autorizados–, se cierra el acceso a la Capilla Sixtina y comienza el aislamiento total. Cualquier intento de comunicación con el exterior queda prohibido. Las filtraciones son castigadas con la excomunión automática.

Etapas de la votación: del preescrutinio al humo

El procedimiento de votación dentro del cónclave se organiza en tres fases: preescrutinio, escrutinio y postescrutinio.

En primer lugar, se preparan las papeletas y se distribuyen a los cardenales. Luego, cada uno emite su voto en secreto. Estos votos se recogen y contabilizan cuidadosamente. Una vez finalizado el conteo, se procede a la quema de las boletas.

La señal externa de todo este proceso es el humo que emerge de la chimenea de la Capilla Sixtina. Si es negro, significa que no se alcanzó la mayoría requerida. Si es blanco, el mensaje es claro: ya hay un nuevo papa. Para ser elegido, el candidato necesita el respaldo de al menos dos tercios de los votos. Dado el número actual de electores, se requieren 87 sufragios.

El primer día suele incluir una sola votación. A partir del segundo, pueden realizarse hasta cuatro en una jornada. Si luego de tres días no se logra el consenso, se dedica un día entero a la oración. Tras ese intervalo, los cardenales retoman las votaciones. Si la situación se estanca, los dos nombres más votados continúan en carrera, aunque ya no podrán votar.

Un ritual envuelto en silencio y poder

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La proclamación del nuevo papa llega acompañada por el famoso anuncio “Habemus Papam”, seguido por el repique de las campanas de San Pedro y la aparición del elegido en el balcón central de la basílica vaticana. En ese instante, la incertidumbre cede paso al júbilo o a la sorpresa, según los sectores.

El cónclave no solo define una figura: establece un rumbo. Más allá del ceremonial y del misterio, lo que está en juego es la orientación futura de la Iglesia Católica. En un mundo atravesado por conflictos, migraciones, nuevas realidades afectivas y tensiones religiosas, el liderazgo papal adquiere una relevancia que supera los límites del Vaticano.

Mientras tanto, los cardenales ya comenzaron a llegar a Roma. Algunos lo hacen cargando discursos, otros, plegarias. Todos, sin excepción, traen consigo una certeza: el mundo espera señales. Y las buscará, una vez más, en el color del humo.

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