Ya se puede visitar la tumba del papa Francisco: ¿cómo es por dentro?
De mármol, sencilla y humilde, tal cual fue el pedido del Sumo Pontífice. La historia de la rosa blanca sobre la lápida.
Luego del funeral del papa Francisco realizado este sábado, con unas 200 mil personas que acompañaron el recorrido del cortejo hasta el lugar donde fue inhumado, desde este domingo los fieles podrán visitar la tumba de Francisco en la Basílica Santa María la Mayor, de Roma.
Aunque suene insólito, se trata de una obra anticipada que el propio Sumo Pontífice autorizó como parte de una tradición vaticana. La cripta, ubicada en las grutas del Vaticano, fue diseñada con detalles muy particulares y ya está abierta al público. ¿Cómo es por dentro y qué significa esta decisión?
Desde las 7 de la maña en Italialas puertas de la basílica, uno de los cuatro templos de mayor rango del mundo católico, se abrieron al público en general. El horario de visita de es 7:00 a 19:00, hora local. La entrada es gratuita.
Las autoridades trabajaron para organizar la seguridad frente a la oleda de fieles que se se agruparon en los alrededores de la basílica para intentar entrar al templo, señaló el ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi.
Así es la tumba de papa Francisco
La basílica de Santa María la Mayor ha estado siempre presente a lo largo del pontificado de Jorge Mario Bergoglio: desde su elección hasta el alta tras su última hospitalización en el Policlínico Gemelli de Roma. Francisco no es el primer papa que es enterrado en esta iglesia tan vinculada al pueblo de Roma. Monseñor Lonardo: “El amor a Dios pasa por la Virgen”.
La tumba fue realizada en mármol de Liguria y, por pedido del pontífice argentino, cuenta con una sola inscripción: "Franciscus".
Además, posee una reproducción de su cruz pectoral, tal como había dejado escrito Francisco en su testamento.
La sala de prensa del Vaticano precisó que la tumba fue dispuesta en el nicho de la nave lateral. Está ubicada entre la Capilla Paulina, Capilla de la Salus Populi Romani, y la Capilla Sforza, cerca del Altar de San Francisco.
En su testamento, Francisco había pedido que el sepulcro esté "en la tierra, sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”.
El símbolo de Teresita: una rosa blanca
A lo largo de su vida y de su pontificado, el papa Francisco subrayó su vínculo con la mística carmelita, a la que, según contó, confiaba un problema, pidiéndole “no que lo resolviera, sino que lo tomara en sus manos y me ayudara a aceptarlo”. Como señal recibía la flor. Así ocurrió también durante su hospitalización en el Gemelli. Y ahora una rosa blanca descansa sobre la lápida de mármol de la basílica de Santa María la Mayor.
Una rosa blanca reposa desde anoche sobre otro mármol, el de la placa de origen ligur con la inscripción Franciscus en la Basílica de Santa María la Mayor bajo la que descansan los restos mortales del Papa Francisco. No es una elección artística, sino de continuidad y devoción.
Esa flor acompañó toda la vida de Jorge Mario Bergoglio. Él mismo había hablado de ella en el libro-entrevista El Jesuita, escrito por los periodistas argentinos Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, quienes, al describir la biblioteca del entonces arzobispo de Buenos Aires, observaron un jarrón lleno de rosas blancas en un estante, frente a una foto de la mística carmelita fallecida con sólo 24 años en 1897, canonizada por Pío XI y proclamada Doctora de la Iglesia por Juan Pablo II en 1997.
“Cuando tengo un problema – había explicado el entonces futuro papa a los dos periodistas – pido a la santa, no que lo resuelva, sino que lo tome en su mano y me ayude a aceptarlo, y como señal casi siempre recibo una rosa blanca”.
También había ocurrido al inicio de su pontificado, en septiembre del 2013, cuando convocó una vigilia de oración en la plaza de San Pedro por la paz en Siria, que en ese momento corría el riesgo de caer en el abismo de un sangriento conflicto. Durante la vigilia se leyeron fragmentos de la poesía de Santa Teresa de Lisieux y el Papa Francisco, de regreso a Santa Marta, recibió como regalo sorpresa una rosa blanca recogida por un jardinero en los Jardines Vaticanos.
El Papa recibió el mismo regalo pocos días después de su última hospitalización en el Policlínico Gemelli por una pulmonía bilateral: una rosa blanca de Santa Teresa, envuelta, procedente de la casa de Lisieux. La guardaba en una mesilla junto a su cama. Una «señal» de que la mística lo acompañó hasta los últimos momentos de su vida.
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