A gambetear el fracaso
Evitarles el fracaso, es evitarles la posibilidad de que se preparen para vivir en un mundo real y hostil.
Los chicos de hoy son criados por en un ambito familiar atomizado, una escuela bastante mediócre, casi sin exigencia, y por los dispositivos, celulares y Play.
Estas generaciones casi que no pueden entender cómo fue que crecimos sin tecnología por lo que nuestro mundo se vuelve aburrido.
En esta era, a los chicos que les gusta el fútbol pasan más horas con el jostick en la mano que con una pelota en los pies.
Conocen al detalle cómo funciona la Champions League, pero no saben sobre el periplo que tiene que hacer Independiente, Maronese, Cipolletti o Deportivo Roca para poder llegar al Nacional B.
Y si de fútbol argentino se trata, no deja de asombrarme que la mayoría de los chicos prefieren juegar Play a ver los partidos del fin de semana.
Eso sí, a la salida de la escuela no paraban de mandarse mensajes para confirmar el horario en que jugaba el Madrid contra el City por la semifinal de la Champions.
Acá es donde aparece un elemento digno de análisis de pedagogos y psicólogos.
Los chicos que juegan al fútbol y les gusta su práctica, sueñan con llegar a esos equipos europeos con los que juegan en la Play y ven los partidos de Champions.
No obstante, cuando uno habla con ellos y les explica que primero tienen que aspirar a llegar a la primera de algún equipo local, no los atrae ni un poquito esa idea.
Antes, la primera aspiración de un chico era llegar a ser jugador de primera de su equipo del barrio, pero ahora, con la vara tan alta, el fracaso parece estar a la vuelta de la esquina. Y en eso, todos somos responsables porque no queremos que se frustren y la frustración es parte del aprendizaje de la vida y del crecimiento.
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