Si está instalando en la Argentina una atmósfera compleja: la elevada inflación en dólares. Un fenómeno que es tremendamente nocivo para cualquier economía.
Un informe elaborado semanas atrás por la de la consultora EconViews, que dirige el economista Miguel Kiguel, dio cuenta de aumentos de 113% en dólares en el kilo de arroz blanco, y del 103% en el paquete de harina. “¿Ya somos un país caro en dólares?”, se pregunta el economista en el escrito. Un disparador anticipando que los precios de la economía medidos en dólares vienen creciendo en forma preocupante.
Consciente de los peligros que conlleva caer, como ha ocurrido en otros tiempos de la historia económica argentina, en un escenario de suba de precios en pesos con un dólar oficial estable, el gobierno ahora busca, con la eliminación del piso de las tasas de interés y la apertura de importaciones, aumentar la velocidad de la licuación del peso y precipitar una dolarización de hecho, como anclas económicas para la contención de precios. Pero para la mayor parte de los analistas, sólo con estas dos medidas no basta para frenar la inflación y colocarla en niveles internacionales, que sería el escenario buscado para frenar esta peligrosa inflación en dólares que esta viviendo el país.
El economista Salvador Di Stéfano sumó a este contexto que “La inflación para el año 2024 la estimamos en 230,7%, mientras que la tasa de devaluación en 125,7% anual. Según estos datos la tasa de inflación en dólares se ubicaría en el 46,5% anual. Si medimos la inflación en dólares tomando como base el dólar Contado con Liquidación (CCL) nos daría una inflación del 60,3% anual”.
Para la mayoría de los economista consultados, este complejo escenario en el que está entrando la economía del país, está restringiendo las posibilidades de salir de la profunda recesión que está padeciendo.
“La dinámica de precios e inflación con tipo de cambio planchado equivalen a una inflación mensual de dos dígitos en dólares" indicó el economista Martín Burgos, del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación (CCC). El especialista agregó que “estimamos cuanto sería el salario en dólares y en pesos si tenemos una inflación promedio de 13% de acá a mayo, con paritarias de 14%. Como resultado, el salario en dólares crece muy rápidamente, pero los precios también. Como consecuencia, la pérdida de competitividad de nuestra economía es muy importante, pero el trabajador no llega a fin de mes. A un trabajador, en este contexto, le va a convenir vivir en Rio de Janeiro cobrando su salario en pesos”.
Qué impactó real tiene sobre la economía
Una alta inflación en dólares afecta en forma directa a todo el esquema productivo de un país. De ahí que es muy importante que el Gobierno se concentre en frenar como mucha más rapidez, de lo que lo está haciendo haciendo ahora, la suba de precios. Claramente se observa una desaceleración, pero a una tasa incompatible para las variables que hoy se están manejando en la macro del país.
Pongamos la mirada en las economías regionales, algo que está muy cerca nuestro. Los salarios de los trabajadores ligados a la fruticultura del Valle de Río Negro y Neuquén -por dar un ejemplo cualquiera- en enero pegaron un salto de poco más del 210% interanual. Dejando de lado la discusión si es alto o bajo el salario del trabajador, el impacto que tuvo esta variable sobre la estructura económica del sistema frutícola no fue menor, teniendo en cuenta que más del 65% del costo de producción de pomáceas se lo lleva la masa salarial del sistema.
Analizando la evolución de la paridad cambiaria y los haberes, en los últimos doce meses, los salarios crecieron en dólares alrededor del 55%. Es decir que, si el resto de las variables que impactan en la estructura económica del sistema frutícola se mantienen sin cambios -algo poco probable para la mayor parte de los economistas- el aumento del costo de producción de peras y manzanas crecerá un piso del 35% en la presente temporada, siempre medido en dólares, y siempre que el resto de las variables se mantengan estables.
Esta suba impacta en forma lineal sobre la competitividad de la actividad exportadora regional. Una manzana del Valle, cuyo costo de producción se incrementa un piso del 35% en dólares solo en una temporada, no tiene posibilidades de competir en el exterior ya que ese porcentaje no se puede trasladar a las góndolas de los mercados internacionales porque no están en condiciones de convalidar semejante suba de precios para sus consumidores. Es decir que parte de esa suba de costos tendrá que ser absorbida por la actividad o, como alternativa, se deberá reorientar la oferta externa al mercado interno donde los pesos del asalariado argentino podrían soportar con lago más de holgura esta suba de precios.
En definitiva el exportador del Valle difícilmente pueda trasladar al importador esta suba de precios y por ende deberá repensar su estrategia comercial a partir de este nuevo escenario. Definitivamente el Gobierno está aplicando una política con claro sesgo anti exportador, tal como viene sucediendo en las últimas décadas.
Pero esto no afecta solo a la fruticultura regional, ni tan siquiera solo a las economías regionales, impacta sobre todas las actividades económicas del país que orienta su oferta productiva al exterior. Y esto sucede en un contexto en el que existe una economía necesitada de divisas, una de las contradicciones del modelo que está aplicando el ministro Caputo.
La mirada puesta en las importaciones
Los efectos de un contexto de alta inflación en dólares, no terminan en la pérdida de competitividad de las exportaciones. Y de esto también es consciente el equipo económico del ministro Luis Caputo y es sobre lo que está trabajando para intentar revertir este escenario.
Las consecuencias también se ven en las importaciones. Suponiendo que la inflación se mantenga en el corto y mediano plazo en torno a los dos dígitos, los salarios por debajo de este indicador y el dólar oficial creciendo a tasas del 2%, los precios de la manzana -siguiendo el ejemplo de una economía regional- tendrá un valor elevado en dólares, pero será cara para un asalariado medio de la Argentina.
Este contexto permitirá el ingreso de manzana de otros países, los que tendrán costos de producción en dólares mucho más bajos que los del Valle para esa misma manzana, por lo tanto tendrán una mejor posición competitiva -originada principalmente por la paridad cambiaria- que permitirá insertarse en el mercado local sin grandes problemas.
Esta es una de las mayores preocupaciones que expresan los empresarios regionales y nacionales. Estamos ingresando en una tormenta perfecta: alta inflación local en dólares, con libre apertura de importaciones. Algo que ya vivimos en algún momento de la joven historia económica argentina.
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