El gremio docente es el único que no cerró un acuerdo salarial y el inicio de las campañas electorales apremia.
Casi sin despeinarse, el ministro de Economía provincial, Guillermo Pons, logró cerrar acuerdos salariales, atadados al IPC; con los gremios ATE, UPCN y Viales. Se trata de una performance imperativa para un gobierno que está metido de lleno en la campaña de las elecciones de abril y en donde cualquier ruido molesto en el derrotero proselitista incomoda sobremanera.
Esta variable es la que, con cierta pericia, maneja el poderoso sindicato docente ATEN, cuya estructura interna pone en aprietos a los gremialistas personalistas, los cuales suelen estar en posiciones menos dóciles a las persuaciones oficiales.
ATEN terminará de darse la semana que viene los debates finales respecto de la propuesta salarial del gobierno, que fue categóricamente rechazada ayer por la seccional capitalina.
Pons -un ministro con un perfil más frío que el exhibido por Mariano Gaido cuando estaba al frente de las negociaciones con los sidicatos- tiene aún márgenes de negociación para evitar un escenario incómodo de inicio de clases conflictivo con los docentes el 1 de marzo.
El gobierno, ante cada compromiso electoral inminente, se ha movido con un talante más flexible a la hora de acordar con los sindicatos y, seguramente, la actual administración querrá relevarle a su candidato a gobernador de un asunto pesado, como un inicio de clases afectado por protestas sindicales, en sus actos de campaña.
Por el lado de ATEN, el ala izquierda del gremio, que no pudo quedarse con la conducción provincial en los últimos comicios, no parece dispuesta a hacer fáciles las negociaciones de la semana que viene. El tiempo se agota, y las definiciones apremian.
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