Se inició en el maquillaje y la estética hace casi 15 años y vio cómo su clientela pasó de mujeres jóvenes a distintas edades y géneros.
A Carla Marándolo siempre le fascinó el mundo del maquillaje. Desde muy chica, se colgaba del mueble del baño para observar cómo su mamá se aplicaba máscara en las pestañas y soñaba con crecer para poder expresarse ella con las sombras y las brochas en su propio rostro. En su juventud, el rubro todavía era visto como un hobby, por lo que probó con estudiar una carrera "más seria" en Buenos Aires, pero su pasión pesó tanto que terminó por elegir la disciplina para convertirse -hoy- en una referente del diseño de cejas del Alto Valle.
Aunque nació en Buenos Aires, cursó la secundaria en Cipolletti y siempre se consideró más valletana que porteña. Como su mamá se dedicaba a la peluquería y la depilación, siempre tuvo un acceso privilegiado al mundo de las estéticas. "Yo nací en el '80 y en la adolescencia, era la única de mis amigas a la que la dejaban maquillarse", dijo y agregó: "Mi mamá siempre me dejaba usar sus maquillajes, algunas cositas usadas, y tengo una prima diez años más grande que también me enseñaba".
Los rubores y sombras atraviesan cada recuerdo de su infancia. "De chicas sólo nos dejaban ponernos Angel Face, nos poníamos toneladas para taparnos los granitos de la cara", recordó. Sin embargo, ella empezó a hacer pruebas desde antes y, cuando a sus amigas por fin les dieron permiso para hacer un maquillaje más sofisticado, le confiaron el rostro sin dudarlo. "Yo era la única que sabía delinear", contó entre risas.
Aunque su inclinación hacia la estética y el maquillaje eran evidentes, el contexto de esos años mostraba la disciplina sólo como un hobby. "Acá no había nada para estudiar y tampoco había mucho mercado para vivir de eso, por eso me fui a Buenos Aires a estudiar Biotecnología", contó.
Carla tenía buenas notas y llegó hasta tercer año de la carrera. Sin embargo, no contaba con el apoyo financiero para dedicarse exclusivamente a la facultad, por lo que debía trabajar para pagar su manutención. "La carrera tenía mucha carga horaria de cursada y era imposible combinarlo con un trabajo. Decidí cambiarme de facultad, mudarme con una tía, todo para sostener los estudios, pero se hizo imposible", agregó.
Fue entonces cuando consiguió empleo en una multinacional, que la motivó a seguir estudiando pero en una disciplina que se vinculara más con la práctica de la compañía. "Decidí anotarme en Recursos Humanos, y también me iba bien, pero ya eran muchos años de estudiar y trabajar, tenía altos niveles de estrés y decidí tomarme un descanso de la facultad", explicó la maquilladora, que después de eso no volvió a retomar la carrera.
Su apuesta a la vocación
"Yo siempre había querido estudiar maquillaje, pero lo pospuse porque mi prioridad eran la facultad y trabajar para pagar las cuotas", explicó. Tras una crisis de nervios, entendió que debía seguir su deseo y así, en 2010, comenzó a estudiar maquillaje en Buenos Aires. "Se me abrieron todas las puertas, empecé en febrero me dieron retiro voluntario en la empresa y ya en julio empecé a trabajar como vendedora en el Alto Palermo en un stand de la academia donde estudiaba", explicó.
Aunque había desistido de esa carrera porque no la veía rentable ni una opción para alcanzar el éxito profesional, el escenario había cambiado desde su egreso del secundario. Tras terminar sus estudios, consiguió clientas con facilidad, hasta que una separación la llevó a replantearse un cambio de vida. "En 2012 me separé y me decidí a volver al Alto Valle; aunque tenía amigas y familia en Buenos Aires, no me gustaba el clima húmedo ni moverme en colectivo, extrañaba el estilo de vida de acá y poder tomarte unos mates con tus seres queridos", contó.
Tomó la decisión con otro borrón y cuenta nueva. Ya instalada en Cipolletti, donde viven sus padres y su círculo más íntimo, probó trabajar un año en otro gabinete, hasta que abrió su propio lugar. Así, paso a paso, empezó a crecer y a conseguir sus propias clientas para maquillaje social, otras que le pedían servicios de cejas y, sobre todo, alumnas que querían aprender a maquillarse o maquillar a otras personas.
"El boom fue en 2016, 2017, nunca volví a trabajar tanto como en esos años", dijo y agregó que en 2019 planificó el crecimiento con un equipo más grande, que le permitiera delegar algunas tareas porque ya no daba abasto con tanta demanda. "Pero todo eso quedó en la nada. En 2020 vino la pandemia y tuvimos que cerrar el local", aclaró.
El diseño de cejas, una tendencia en auge
Fiel a su carácter perseverante, Carla no se dio por vencida y decidió enfocarse en una especialidad. Así nació su cuenta en redes sociales, "artesana de cejas", que la convirtió en una referente de esa disciplina en la región mientras que el mundo se volcaba cada vez más a la importancia de resaltar la mirada.
"Cuando llegué a la zona, no daba el mercado para dedicarse solamente a las cejas. La gente todavía tenía miedo o desconfianza", dijo y agregó: "Pero se fue imponiendo y hoy tengo clientas que no se tocan las cejas y que vienen a verme cada 30 o 40 días para los retoques. Lo sumaron a su rutina, como pasó con las uñas".
Así, Carla pasó de atender en su casa a contar con su propio estudio, donde también agenda algunas citas para maquillaje social, como bodas o cumpleaños de 15. "Hoy atiendo entre 4 y 8 turnos por día, y me sorprende ver que cada vez vienen más varones y personas de todas las edades", afirmó.
"A nivel mundial las cejas se hicieron tendencia y acá también empezaron a darle atención, a darse cuenta de cómo te mejora. Y por la costumbre de empezar a ver gente con las cejas arregladas, empezás a sentir la necesidad hasta que se instaura como algo permanente, como las uñas", explicó.
De esta manera, sus propias clientas ya traen a sus hijas preadolescentes, de 12 o 13 años, que quieren tener las cejas diseñadas o les molesta el vello de más. "Lo mejor es que a esa edad no se las depilen, pero antes de que lo hagan con una pinza y hagan un lío, es mejor que se atiendan con un profesional", dijo y agregó que en su generación, muchas adolescentes se intervenían hasta generar daños permanentes. "Muchas tenemos huecos o ya no nos crecen lindas por tenerlas mal depiladas", afirmó.
Al amplio rango de edad se sumó otro factor que aumentó la diversidad de la clientela. "Cada vez llegan más varones, por la tendencia de la barbería y también por modas que imponen los traperos de depilarse las cejas", dijo y agregó: "Algunos llegan porque en la barbería no le dan buena forma o cuando ya se hicieron alguna macana y lo quieren arreglar".
Si bien al principio sólo tenía clientes varones muy jóvenes, pronto se sumaron otros de más edad. "A veces mis clientas traen a sus novios, o vienen matrimonios juntos de 35 o 40 años", afirmó. Como ella hace una depilación personalizada, retirando pelo por pelo, puede adaptarse a los pedidos de cada cliente. "Todavía hay hombres que piensan que es cosa de mujeres, pero lo cierto es que diseñamos las cejas para que mantengan la estética masculina, no es un copiar y pegar que quedan todos iguales", aseguró.
Perfilados, colores y diseños en las cejas
Como ocurre con todos los campos de la estética, las tendencias se mueven con gran dinamismo. "Siempre hay intención de volver a las cejas muy finitas, con todo esto de volver a la moda de los '90, pero nosotras nos resistimos", explicó Carla, que busca fomentar el crecimiento del pelo para evitar daños permanentes.
"Hace ya algunos años se empezó a usar el perfilado. La mayoría sigue usando las cejas gruesas y hay una pequeña arista de chicas que no se las depilan y sólo las peinas, o que quieren dejarse el entrecejo, como Frida Kahlo, pero son la minoría", contó.
"Sigue en auge la ceja peinada para arriba, para que parezca más ancha. El laminado existe desde antes, porque usa los mismos productos de la permanente de pestañas, pero se peinaba distinto. Ahora se usa peinar a 45 grados y cada vez se lleva más", relató.
A pesar de que la moda más firme se sostiene, muchas veces Carla debe aggiornarse a pedidos específicos por la influencia de cantantes o artistas que hace intervenciones más audaces y las muestran en sus redes sociales. "Hay muchos traperos que se cortan la parte del arco, después ya no crece como antes", afirmó y aclaró que, si bien ella no recomienda esta práctica, muchas veces es difícil ir contra las tendencias.
Algunas prácticas aparecen y desaparecen de manera fugaz. Cuando la cantante Oriana Sabatini se decoloró las cejas, algunas clientas del Alto Valle le pidieron a Carla imitar esa tendencia. "Hay un producto específico para decolorar las cejas, pero te perjudica el pelo, y cuando te crece te quedan los dos colores", dijo y afirmó que se trató sólo de una moda volátil. "Yo estudié maquillaje y el decolorado ya se hacía a las modelos de las pasarelas, según la estética que buscaba cada diseñador para su desfile, pero no es algo que se use después", explicó.
Después de años de negar su vocación para apuntar a una profesión más estable, Carla por fin pudo dedicarse de lleno a la disciplina que le apasiona. Sin embargo, notó que en los últimos meses se sintió una caída de la demanda a partir de la pérdida de poder adquisitivo de sus clientes y un escenario de incertidumbre para el futuro.
"Coincidió con que en diciembre volví después de una licencia por maternidad, entonces no estaba trabajando al ritmo de antes", dijo y señaló que todavía no recuperó la rutina previa a su licencia, pero nota que, de a poco, se van reactivando los pedidos. "Por esta época vamos armando la agenda de los maquillajes sociales, porque la temporada empieza en septiembre, y ya hay gente reservando turnos", agregó.
Si bien la estética tiene cada vez más peso y son más los que eligen cuidarse las uñas o las cejas con profesionales, los vaivenes económicos llevan a muchos a recortar estos gustos primero. Por eso, Carla apunta a mejorar la experiencia de los clientes con el fin de hacer más ágil su atención.
"Incorporé una app para sacar los turnos, que permite que los clientes entren, saquen su turno a cualquier hora y vean los horarios disponibles sin necesidad de escribirme", aseguró sobre las estrategias para sostener el ritmo de actividad, frente a una economía que ataca a todos los rubros.
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