Juan Calfupán, un viejo maestro de boxeo que merece mayor reconocimiento por su rol social en la zona: "Las madres vienen a agradecer llorando".
Dos jóvenes hacen guantes en forma intensa, una multifacética vecina (Gabriela) le entra duro a la bolsa, descargando las tensiones del día, y otra mujer vestida de modo demasiado elegante como para hacer actividad física espera pacientemente a un costado del modesto pero cálido gimnasio contemplando la escena deportiva.
“Es una madre que vino a agradecerme por cómo cambió su hijo desde que empezó a venir acá. Esa es la mayor satisfacción que puedo tener”, destaca Juan Calfupán, un maestro del boxeo y de la vida que accede al jugoso diálogo con LM Cipolletti.
Se trata del veterano instructor de boxeo que realiza, además de su rol más conocido, una importante tarea social en Fernández Oro y toda la zona. No por nada muchos chicos lo reconocen como un actor fundamental a la hora de alejarlos de las tentaciones, adicciones y los peligros de la calle.
“Si no fuera por él, yo quizá estaría en la esquina, borracho o consumiendo sustancias que no le hacen bien a mi cuerpo. Y tal vez en la cárcel, por eso Juan es como un padre para mí”, admite una de las promesas del gym y le toca el hombro, a manera de palmadita, a su mentor.
De la tragedia a Monzón
Sobre fines de los 80 su sueño era ser boxeador profesional. Y estuvo a un pasito de subirse al ring en el mítico Luna Park. Pero un trágico accidente en Villa Regina, en el que perdió la vida un amigo, le frustró esa presentación y la carrera.
“Mi compañero murió, yo la puedo contar”, asegura Juan desde el patio de su casa, en el Loteo Social 1 donde tiene el recinto en el cuál se entrenan “30 ó 40 pibes, de todas las edades. Ojo que muchos de ellos también son pibes sanos y con familias hermosas detrás. Y también varias mujeres”.
No obstante, se dio el gusto de conocer a figuras de la talla de Monzón, el boxeador argentino más importante de la historia, como refleja la imagen que comparte.
Otro multicampeón con el que guarda una linda anécdota es Omar Narváez, quien en una visita a la región en 2015 “me tocó el timbre de casa, increíble”. “Me dijo que se dio cuenta de mi esfuerzo y que no me había quedado tiempo para hablar en una exhibición a la que vino. Averiguó la dirección y llegó a mi domicilio sobre el mediodía. El me ha ayudado mucho”, recuerda el profe agradecido con el Huracán.
La suya es una historia de esfuerzos. “Me crié en la línea Sur, trabajando desde los 8 años. Nací en Los Menucos pero hace un montón que estoy en la región. Y en 2008 me largué con el gimnasio, tengo 6 hijos (3 mujeres y 3 varones) y había que intentar par la olla de alguna manera”, explica un emblema del pugilato.
Forma campeones de la vida
Ha sabido encaminar a muchos chicos con pasado conflictivo. El les habla desde su experiencia, sabe llegarles con la cultura y el idioma de la calle. “Tenemos que saber cómo dialogar con ellos. Esta el chico que busca ayuda y está el que quiere aprender a boxear para hacerse ver, por rebeldía. Les explico por empezar que esto es una disciplina, responsabilidad, compromiso. Venir implica mantenerte, dejar el alcohol, alejarte de las drogas, Muchos chicos han cambiado, hace poco mandé a pelear a uno Chile, que estaba mal y cambió su vida por completo...”, resalta, reconfortado, el viejo maestro.
Que desde los puños -y el deporte- logró modificarle la cabeza a numerosos pibes e inculcarle otros valores. “La satisfacción mayor es cuando cambia un joven, porque sabemos que sus padres no duermen esperando que vuelvan a casa y no saben cómo los van a encontrar por sus adicciones. Que algunos de esos chicos luego compitan a nivel nacional e internacional y sean buena personas es hermoso, no tiene precio”, destaca con orgullo.
Casos emocionantes
Mientras brinda indicaciones técnicas a un alumno revela un caso emocionante. “Hay un chico que me dijo ‘quiero cambiar, no quiero ser como mis padres’, que se drogan. Está con su hermanito viviendo, a ese pibe le tengo que dar todo lo que más puedo, el cariño, el afecto y pensando cómo puedo ayudarlo. Sin entradas ni muchos recursos pero de corazón”, reflexiona siempre generoso.
Y hay otro más. “Chicos que no han trabajado nunca han empezado a trabajar por mis consejos. ‘Tenés 20 años, empezá a laburar, ya sos un hombe, no esperes a que tu madre te haga todo’, les digo. Y este muchachito ha cambiado, se lo llevó otro cliente a hacer un curso y hoy está en un taller mecánico ganando un buen sueldo”, celebra como cuando noqueaba a su rival en el cuadrilátero.
Goza del respaldo, entre otros, de un referente de la zona: Bruno La Bestia Godoy. “El también presta ayuda social. Agradecido a Bruno, su familia y a la gente que me aprecia muchísimo, hay madres que han venido llorando dándome las gracias por cómo ha cambiado su hijo”, insiste con su mayor logro.
Juan Calfupán, el maestro que le enseña a la juventud de boxeo y de la vida. Ya lo dijo “una psicóloga que viene al gimnasio, lo que se hace acá es la mejor terapia de todas”. Un verdadero campeón arriba y abajo del ring.
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