Era el medio de comunicación más rápido antes de la llegada de la radio y la televisión. Y también era una forma de entretenimiento entre los vecinos.
Eran épocas en las que la radio y la televisión todavía no habían llegado a Neuquén, pero había una gran necesidad de difundir publicidad, música y también información importante para el pueblo. Las propaladoras fueron dispositivos que brindaron un servicio esencial para la comunidad neuquina y que con el paso del tiempo y la tecnología se fueron perdiendo, aunque todavía aparecen cada tanto difundiendo propagandas a través del mismo sistema montado sobre un vehículo o un avión que recorre distintos sectores de la ciudad.
Mucho antes de que las ondas radiales coparan el aire, las ciudades y pueblos se informaban, entretenían y hasta bailaban al ritmo de un invento muy simple, pero efectivo como lo eran las propaladoras. Aquellos rudimentarios sistemas de altavoces colocados en las esquinas, en lo alto de los edificios municipales o en los techos de algún comercio, fueron durante décadas la forma más inmediata y accesible de comunicación colectiva.
Noticias, música, servicios...
Las propaladoras consistían en un equipo de reproducción (al principio fueron los tocadiscos) conectado a un amplificador que llevaba el sonido hacia parlantes ubicados en lugares estratégicos de la ciudad. También se leían textos en vivo a través de un micrófono. El resultado era una suerte de radio comunitaria a cielo abierto. Cualquiera que caminara por la plaza, la calle principal o un barrio populoso podía escuchar los mensajes. En Neuquén estuvieron ubicadas en la zona del Bajo, lugar comercial por excelencia, donde caminaban muchos vecinos.
La programación solía ser variada. Había tandas de música popular que animaban las tardes. Entre canción y canción se intercalaban avisos comerciales de almacenes, farmacias, peluquerías o talleres mecánicos, aunque también había un espacio especial para los servicios y los avisos sociales como nacimientos, defunciones, recordatorios de misas, extravíos de documentos o animales. En tiempos de elecciones, los partidos políticos las utilizaban para transmitir sus propuestas.
Cambios en la antigua Neuquén
Con la llegada de la radio AM y, más tarde, la televisión, las propaladoras fueron perdiendo protagonismo hasta casi desaparecer. Sin embargo, en la actualidad, todavía suelen difundir promociones de algún espectáculo (circos y parques de diversiones, especialmente) y también alguna publicidad comercial o alguna propaganda política.
La foto que ilustra este artículo fue publicada en el grupo Neuquén del ayer, de Facebook, por el ingeniero Víctor Zorzín, quien trabajó en el Distrito Neuquén de YPF en las décadas del 60 y 70. En la imagen -fechada en 1964- se puede apreciar una desconocida Avenida Olascoaga casi en la intersección con la calle Sarmiento, en el comienzo del Bajo. En lo alto, amuradas a un poste, se pueden observar las cuatro bocinas de la propaladora y al lado, una garita que se utilizaba para dirigir el tránsito a través de semáforos manuales. Los arbolitos recién plantados en el bulevar dan una idea de lo humilde que era la ciudad en aquel entonces.
Los miembros del grupo, que llevan varias décadas viviendo en la capital, inmediatamente reaccionaron con alguna anécdota o aportando información. Y no es para menos. Siempre que aparecen fotos antiguas de Neuquén afloran los recuerdos y la nostalgia por ese pueblo que dejó de ser pueblo y por aquellas costumbres tan lejanas que hoy parecen ridículamente adorables.
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