Ítalo Uriel Enríquez sufría esclerosis tuberosa. A lo largo de los años, su familia peleó contra la burocracia y recibió numerosas muestras solidarias. Murió en el hospital de Zapala.
A Ítalo, un increíble luchador de la vida, su cuerpo le dijo basta a los 20 años. Lamentablemente en su joven vida fueron más las malas que las buenas noticias. Siempre le faltó algo. Siempre había un medicamento, un tratamiento o una gestión que faltó. Hasta parecía que el final ya estaba escrito.
Este lunes 25, a las 10 de la mañana, falleció en el hospital de la ciudad de Zapala. Atrás quedó una intensa lucha en la cual los vecinos de la ciudad y de la provincia no fueron ajenos. Todos en algún momento fueron parte y colaboraron para que Ítalo y su mamá Alejandra tuvieran un “alivio económico”.
Desde temprana edad, Ítalo había sido diagnosticado con esclerosis tuberosa que, según las descripciones médicas de esta enfermedad no muy frecuente, provoca múltiples tumores, la mayoría de ellos benignos. Los mismos pueden multiplicarse en varios órganos a la vez ocasionando diferentes enfermedades colaterales. En el caso de Ítalo provocó “retraso mental y epilepsia refractaria en tratamiento con medicación anticonvulsivante”, dice un resumen de su historia clínica.
En una nota a LMNeuquén, hace más de 4 años, Alejandra relataba, en medio de su lucha: “Ítalo me enseñó el otro lado de la vida. A valorar hasta un pedacito de pan. Él es mi vida”. El joven tenía a sus padres y tres hermanas.
Cruzada por el dolor, por la bronca y la impotencia del saber qué se podría haber hecho mucho más por su hijo, Alejandra confío que “quiero agradecer de corazón y con mucho dolor en el alma a todo el pueblo neuquino que de alguna manera estuvo en nuestra lucha. Mi Ítalo, mi vida y mi alma no se fue solo y ahora está descansando con nuestro señor. Te amo siempre mi pimpollo!”.
Respecto al desencadenante del fallecimiento de su hijo, Alejandra contó que “fue una neumonía aspirativa que no tuvo retorno. Hace más de 10 días que ya venía mal por ese motivo”.
Un poco más repuesta del duro momento quiso manifestar su agradecimiento a los profesionales que dispensaron toda su atención y consideración por su hijo. “Quiero agradecer a todo el personal del hospital Zapala y en especial a sus profesionales. Unas gracias eternas al director Darío Piccoli por su atención, dedicación y el amor con el que atendió siempre a mi hijo”.
Cabe recordar que hace más de 5 meses Alejandra, su familia y amistades venían luchando para visibilizar el caso de su hijo y para exponer la falta de respuestas de los organismos correspondientes ante los pedidos de medicación y atención de calidad para su hijo.
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