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Dolor por la muerte súbita de Santi: El relato de su madre sobre sus últimas horas

Cipolletti llora al adolescente que tuvo un último adiós este jueves. Su mamá revela qué le pasó a su "niño mimado", lo describe y agradece a quienes fueron a despedirlo.

“Él se había despertado un rato antes y se quedó haciendo fiaca en la cama con el celu. Lo llamé a almorzar y pasó atrás mío, se acostó en el sillón y me dijo ‘mami, estoy mareado’. Quise darle agua y no tenía fuerza para moverlo”, comienza Mónica Juan un dramático relato sobre las que jamás pensó serían las últimas horas de su querido hijo. Habla minutos después de darle el último y desgarrador adiós en la sala velatoria y en el cementerio local.

Es la mamá de Santiago Huber, el adolescente que falleció a causa de un aneurisma y cuya partida llenó de dolor a toda la ciudad. Mientras desde el Consejo Escolar hasta los clubes donde jugó lo despidieron con pesar en las redes sociales, tanto Diniello como la necrópolis local fueron un desfile incesante de amigos, docentes, vecinos y familiares que lo despidieron entre lágrimas.

Reconstruyendo aquella desesperante escena que se vivió en la casa que ambos habitaban en el Barrio Luis Piedrabuena, esta conocida docente agrega: “Los vecinos lo cargaron en la camioneta, lo llevaron al Hospital donde estuvo con el respirador y trataron de reanimarlo, pero no hubo caso”, lamenta.

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Una muerte tan prematura, inexplicable como inesperada. Es más, “hace 15 o 20 días, Santi se había realizado los chequeos médicos, distintos estudios y le daba todo perfecto”, asegura con impotencia la mujer.

“¿Qué me dijeron en el Hospital? Que es casualidad, como si vas caminando y te doblás el pie. Yo me quedé preocupada, me preguntaba ‘¿no tardé demasiado en reaccionar y actuar? Pero los médicos me explicaron que es una venita que se corta en el cerebro en un segundo y no hay nada más que hacer”, explica en medio de la más profunda tristeza.

“Era un chico super sano. Por eso no se hizo autopsia ni nada. Estábamos los dos solos, sin signos de golpes, ni fumaba ni se drogaba, nada”, agrega a LMCipolletti con quien tuvo el gran gesto de dialogar y abrir su corazón en un momento tan doloroso.

Cómo era Santi y su relación con el fútbol

Santiago tenía 19 años y terminó el año pasado sexto grado en el CET 9 de calle Mengelle: “Estaba aún rindiendo materias, se fue sin tener su título… Igual pensaba seguir estudiando Ingeniería Mecánica, por eso había incluso dejado de jugar al fútbol”, acota la valiente señora.

Era su niño mimado. Por ser el menor con 11 años de diferencia respecto al más cercano de sus otros hijos y por vivir solo con ella en la actualidad: “Emiliano, Nicolás y Agustina, sus hermanos, también lo querían un montón. Y si bien estábamos divorciados, tenía papá y se llama Osvaldo”.

“En el fútbol empezó en la escuelita de fútbol del club San Martín como arquero, jugó de los 6 hasta los 11 o 12 en esa entidad de calle Estrada. Dejó el arco y se fue a San Isidro ya como jugador de campo, en el último equipo que estuvo fue en San Sebastián, ahí lo ponían como delantero en tercera y hasta en Primera”, destaca su mamá la carrera futbolística de Santi.

Al que define como un chico “muy amiguero, familiero, fueron profesores del Colegio secundario y también del primario (Descubrir) a despedirlo. Maestras, amigos de fútbol, del colegio, del barrio. Un mundo de gente pasó por la sala velatoria y el cementerio”, indica Mónica, orgullosa de los afectos que supo cosechar su hijo.

"Mi consuelo es lo que se pudo ver en el último adiós y en la cancha"

Ese pibe de barrio que “tenía una hermosa novia y al que los vecinos lo querían mucho. Lo voy a recordar como mi compañero, vivíamos los dos solos, teníamos nuestras diferencias como todos, pero las charlábamos, las discutíamos. Era excelente con los hermanos, en las buenas y en las malas se apoyaban”, amplía con emoción.

“Mi consuelo es lo que se pudo ver en la cancha, en el velorio y el cementerio. A todos despidiéndolo, ya que era muy querido”, resalta visiblemente angustiada, pero a la vez reconfortada por tanto afecto.

Por último, Mónica quiso “agradecerle a la médica de guardia, personal del Hospital y a la empresa Diniello donde lo velamos y a todos los que se acordaron de él y lo van a recordar siempre”.

¡Fuerza mamá y familia!

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