Se cumplen 15 años de las muertes de Franco y Belén, atropellados en la madrugada el 21 de septiembre en Neuquén.
Fueron dos muertes absurdas e inexplicables que generaron un fuerte impacto en la opinión pública neuquina y que a 15 años de ocurridas todavía duelen. Belén Araya (19) y Franco Castro (16) fueron atropellados en la madrugada del 21 de septiembre de 2008 cuando regresaban de los festejos en la previa del Día de la Primavera, en la zona del Bajo neuquino.
Una camioneta a toda velocidad los mató en la intersección de Avenida Olascoaga y Montevideo. El conductor, Juan Hermosilla Soto, estaba ebrio cuando ocurrió la tragedia. Fue juzgado y condenado a cinco años de prisión.
Fueron dos muertes que igual que otras tantas tuvieron un mismo hilo conductor: los excesos y la imprudencia de manejar bajo los efectos del alcohol y que generaron fuertes debates sobre la seguridad vial y la responsabilidad que deberían asumir las personas a la hora de transitar por la vía pública.
El asesino era entonces también un joven que venía de festejar igual que sus víctimas el Día de la Primavera. Entre ellos no se conocían, pero el destino los unió de manera macabra aquella fatídica noche en el Bajo neuquino.
“Cuando llegó el policía a casa y me dijo que mi hijo había sufrido un accidente, lo primero que se me vino a la cabeza fue que se había quebrado un brazo o una pierna. Nunca me imaginé que alguien le había quitado la vida”, relató poco tiempo después Alejandro Castro, padre de Franco.
Los chicos fueron atropellados cuando caminaban por el boulevard de avenida Olascoaga, a escasos metros de la Comisaría Segunda. Ambos fueron impactados por una camioneta Suzuki Grand Vitara, que era conducida por Hermosilla Soto.
Ninguno de los dos pudo esquivar la camioneta que los golpeó por la espalda. El conductor, con un alto grado de alcohol en sangre, perdió el control de su vehículo y fue así que tras subirse a la vereda los atropelló. Ambos murieron en el acto. Nunca supieron qué les pasó.
Hermosilla quedó atrapado en la camioneta. Los bomberos lograron rescatarlo y de allí fue trasladado a un centro de salud. Permaneció internado diez días y luego fue llevado a la Unidad de detención 12.
En marzo de 2010 se llevó adelante el juicio contra el conductor. Los padres de las víctimas esperaban que el joven fuera condenado por homicidio con dolo eventual. En el país son muy pocos los casos de personas condenadas bajo esta figura por lo que si hubiese sido encontrado culpable de este delito hubiese sentado un precedente a nivel nacional.
Finalmente, el acusado fue sentenciado a cinco años de prisión por el delito de doble homicidio culposo. El fallo fue apelado por la querella, pero luego de ser revisado por los vocales del Tribunal Superior de Justicia es que dejaron firme la sentencia.
La condena nunca dejó conformes a los padres de los jóvenes, quienes esperaban una pena mayor: “Nos pareció injusto el fallo. El mató a nuestros hijos y sólo le dieron algunos años”.
Franco Castro tenía 16 años cuando murió. Desde pequeño les decía a sus padres que quería ser famoso. En la escuela participaba de todas las obras de teatro, de radioteatros y también bailaba tango. Siempre les decía a sus profesores “voy a vivir de los aplausos”.
Belén Araya, de 19 años, estudiaba el profesorado de inglés, pero ya hacía más de un año que se encontraba dando clases. La docencia era su gran pasión. Con Franco compartían una gran amistad hacía años. Eran muy buenos amigos y confidentes.
Pasaron 15 años de aquella tragedia absurda que todavía impresiona y vuelve abrir interrogantes. Paradójicamente ocurrió un 21 de septiembre, el Día de la Primavera, el día que los jóvenes tienen todas las ganas y razones para celebrar la vida.
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