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En Neuquén hay cada vez más infieles: ¿es posible que la pareja sobreviva a un engaño?

Aburrimiento, inseguridades, crisis de edad, rutina, encuentros inesperados, son muchos los motivos que llevan a las personas a romper el acuerdo monogámico. Hace tiempo la infidelidad dejó de ser el principal motivo de separación.

Juan y Ana se conocen en una reunión de trabajo: nada sale de los márgenes de la formalidad. Después siguen conversando por whatsapp cuestiones pertinentes a lo laboral, hasta que un día algo cambia. Una pregunta de más, un breve chiste. De pronto, la conversación empieza a adquirir otra dimensión. Aunque todo tiene un destino evidente, aunque ambos están casados: nadie retrocede. Una noche coinciden frente a un vino y a las horas sólo desean verse para desnudarse otra vez.

¿Qué lleva a Juan y a Ana a ser infieles? Las respuestas son muy diferentes para ambos. Así como cada pareja es un mundo, cada infiel también tiene sus propias narrativas.

“No, definitivamente no hay un solo motivo. Depende en general de la etapa de la vida, de la etapa de la pareja en que se esté. Tampoco todas las infidelidades son iguales a la hora de recomponer una pareja. Una cosa es el que una vez en la vida fue infiel, al que es un infiel serial”, explica la licenciada Laura Chiarotto, quien desde hace años conoce a fondo las confesiones de diván de las parejas neuquinas.

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“De todos los tipos de infidelidades, la ocasional es la más inofensiva. Por ejemplo, alguien que viaja por algún motivo, conoce a alguien, pero después no lo vuelve a ver y todo queda en la anécdota. Esa quizá sea la más sencilla de perdonar. Muy distinto es la persona que mantiene un, dos, tres vínculos: ahí hay una conducta de infidelidad”, explica.

Sin embargo, Laura dice que el único caso donde ve imposible para trabajar en terapia es el de la doble vida, porque ahí es tanto lo que se rompe que no tienen ningún sentido intentar reconstruir.

¿Qué es la infidelidad?

La infidelidad es quebrar el contrato monogámico. Está muy claro que ante un encuentro sexual de la pareja con otro, otra, a menos que sea una práctica consensuada, es infidelidad. Ahora bien, ¿es infidelidad hablar todos los días con una persona, intercambiar memes, o fotos eróticas, o cualquier tipo de contenido, o es sólo cuando ese encuentro pasa a lo presencial? ¿Es infidelidad desbordarnos de deseo por alguien, pero no concretar? Todas las respuestas son válidas, lo que la cambia es el acuerdo que previamente haya establecido cada pareja.

“Habitualmente el problema arranca por definir qué es fidelidad y que es infidelidad en una pareja monogámica”, explica Laura. “Todas esas dudas quedan en una zona gris, en una gama intermedia, cuando no está definido el límite. Y el problema es que generalmente no lo acordamos, porque asumimos que la otra persona tiene el mismo parámetro que nosotros. Y algo que es sencillo, se vuelve polémico porque no lo hablamos. Entonces sucede que muchas de esas parejas vienen a terapia a que se les diga si el mensaje que encontraron es o no una infidelidad, pero la respuesta está en ellos”, agrega.

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Laura explica que establecer los límites es fundamental para construir una base sólida en la pareja, como así también actualizar las condiciones de ese contrato, no cuando se está en crisis, sino en la sana práctica de pensarnos en el vínculo. “Por ejemplo, cuando llevamos un año de crisis, no sirve de nada abrir la pareja, generalmente en esos casos se avanza hacia la separación. En cambio, todo lo que se puede hacer antes, que se pueda probar, ver si ambos se sienten cómodos en esa dinámica, sientan lo mismo, es válido”, explica.

¿Qué nos pasa con la infidelidad?

Dicen las buenas y malas lenguas que el Alto Valle de Río Negro y Neuquén siempre tuvo altos niveles de infidelidad. La dinámica del trabajo petrolero, la impronta vanguardista en lo cultural, ¿el viento?, sea cual sea el motivo, la región siempre tuvo fama de querendona. Ahora bien, lo cierto es que a pesar que haya una gran porción de gente que considera que la infidelidad es inadmisible y por tanto el fin de la pareja, cada vez son más las personas dispuestas a perdonar y a intentar reconstruir.

Como con cualquier falta a la confianza de un otro, o una otra, con la infidelidad también algo se rompe. No deja de ser una forma de engaño. Aunque sea el más común de los lugares, la imagen de la taza de porcelana que se hace trizas en el piso y que por más que peguemos con esmero cada una de los fragmentos nunca va a ser igual, sigue siendo poderosa y real. Quizá haya que arrojarla a la basura, quizá pegando los pedazos con paciencia y amor logremos resignificarla y sea aún mejor, pero con certeza nada será como antes, nunca más habrá una taza igual.

—¿Es posible reparar una pareja que atravesó una infidelidad?

—La manera en la cual enfrentemos esa crisis de pareja va a determinar si se puede arreglar o no. En la terapia intentamos reparar el daño, pero antes tenemos que hacer el diagnóstico de hasta donde llegó. La persona que fue infiel tiene que tener en claro que es ella quien debe reparar el daño, por lo que muchas veces va a depender de la actitud que tome. La persona que fue engañada vive un duelo, porque se rompe la vida que teníamos, la confianza y arranca otra etapa con una persona que potencialmente puede volver a lastimarnos. Entonces, la actitud de compañerismo, empatía, arrepentimiento y sensibilidad son fundamentales. El precio que paga la persona infiel es ver cómo rompió a su compañero, compañera de vida.

—¿Cómo es ese proceso? ¿Existen resultados positivos?

—Lo importante es no tomar decisiones en el momento del dolor, no ser impulsivos ahí. Hay que ver si aflora el deseo de perdonar. La pregunta terapéutica por excelencia es: ¿Para qué pasó esta infidelidad? El desafío está en tratar de encontrar la respuesta juntos. Siempre hay que tener en claro que perdonar no implica que deje de doler. Pero aunque algo se haya roto, podemos construir otras piezas de eso, podemos salir fortalecidos.

—¿Se puede prevenir una infidelidad?

—Supongamos que es una pareja de muchos años. De repente, por cuestiones de la cotidianeidad se desconectan, empiezan a compartir menos y entonces se da la infidelidad. Sabemos los causantes. Ante eso, necesitamos anticiparnos para que no vuelva a ocurrir. Si vemos que nos volvemos a desconectar, aunque no siempre sucede, la tendencia es que quizá vuelva a repetirse. Por eso siempre es bueno trabajar para fortalecer la relación, estar unos pasitos antes.

Me aferro a este amor

“Es más fuerte que yo, que mi vida, mi credo y mi sino. Es más fuerte que todo el respeto y temor de Dios. Aunque sea pecado te quiero, te quiero lo mismo, porque a veces, de tanto quererte me olvido de Dios”, dice un fragmento de Pecado, el subyugante bolero de Carlos Bahr.

La infidelidad aporta una fuerte cuota de adrenalina que enciende cualquier deseo y nos empuja al hedonismo. Pero además, explica Laura, se recibe otro nivel de atención del que muchas veces la pareja pueda aportar. “Con un o una amante me quedo con la parte divertida de la vida, con un fragmento que es todo placer. Si el amante es un bajón, y no, no vuelvo más, porque la vida real y completa está con la pareja. El amante es una segunda pareja, con la que también hacemos acuerdos, como los hacemos en todo vínculo. A la hora de pensar en alguien, la cabeza selectivamente se va a ir a la persona que me muestra una parte encantadora de la vida. Por eso después, a menos que el amor se transforme, es muy difícil convertirse en pareja si empezamos como amantes. Cuando el amante gana titularidad, cuesta muchísimo ganar confianza y se termina, en la mayoría de los casos, sufriendo toda la relación”, agrega.

Laura explica que la infidelidad es generalmente un llamado de atención a un vínculo donde no nos estamos sintiendo queridos, ni valorados, ni atractivos, entonces se empieza a buscar en otro lado, sobre todo cuando se trata de parejas de años. Explica que por supuesto no es lo mismo una pareja que recién empieza y atraviesa una infidelidad, o que las misma se sostengan en el tiempo, por el contrario, ahí estamos ante una conducta infiel.

“Si el contrato de monogamia no te cierra, es importante que se avise de antemano. Hay mucha gente a la que no le alcanza vincularse con una sola persona, entonces hay una cuota importante de responsabilidad a la que debemos hacer lugar”, afirma. Y explica: “Los infieles generalmente son gente muy adicta a la adrenalina, que a veces se aburre, a veces necesita chequear si sigue siendo sexy, o que necesita atención permanente. Y si bien cada caso es diferente, muchas veces está asociado a las inseguridades propias: la infidelidad es una pantalla de seguridad”.

Hay un sinnúmero de formas de vincularse: parejas abiertas, semi abiertas, permeables, con los acuerdos más maravillosos o disparatados que puedan existir. Hay personas que aún sabiendo de la infidelidad de quien tienen al lado, prefieren mirar para otro lado porque en su sistema de creencias eso no es tan importante y eligen priorizar muchas de las otras cosas que aporta el vínculo.

Hay muchos motivos para ser infiel, la mayoría tienen que ver con lo infinito e inagotable del placer. Como sea, lo importante siempre recae en lo mismo: intentar no lastimar. Porque si lastimamos, se rompe la simetría y lo disparejo, en términos de amor, nunca es un lugar amable para habitar. Quizá haya que animarse más a la valentía de la sinceridad, a reconocernos en nuestras contradicciones, a honrar el amor en cualquiera de sus buenas formas.

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