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La Mañana Europa

Era administrativa, a los 45 pateó el tablero y se fue a Europa: su nueva vida en Italia

Acá se desempeñó en Ipross y como profe de inglés, además de un importante rol social. Partió en busca de oportunidades y mientras disfruta del mar Tirreno cuenta qué hace, si extraña Cipolletti y su mensaje a quienes piensan imitarla.

“Mi nombre es Ana Giacosa, y con 45 años elegí salir de mi zona de confort y cruzar medio planeta para empezar algo diferente, nuevo y desconocido en Italia”. Así se presenta en su contacto con LM esta cipoleña que se cansó de la rutina, pateó el tablero y se animó a cambiar de vida para cumplir con la eterna fantasía de vivir en Europa.

Ese audaz paso requirió, claro, de enorme valentía para desprenderse de lo seguro, despegarse de sus dos hijas, resignar otras cosas importantes y subirse al avión en Ezeiza…

La ex empleada administrativa de Ipross, entre otros trabajos, sintió que había tocado un techo en nuestra ciudad y entonces tomó la crucial determinación de emprender nuevos horizontes para intentar crecer en todo sentido, además de su innegable espíritu viajero.

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Costumbres argentinas. Anita lleva el mate a todas partes allá en Italia.

Costumbres argentinas. Anita lleva el mate a todas partes allá en Italia.

Por más que se capacitó y “estudié 3 carreras” las oportunidades para desarrollarse no abundaron y, en ese escenario, optó por probar suerte en el Viejo Continente, más precisamente en Italia.

“Crecí en el barrio Filipuzzi, a la vuelta de la escuela que me vio nacer, la 131. Me mudé varias veces siempre intentando tener mi casa propia, pero nunca lo logré”, explica en el inicio de la charla la mamá de “dos bellas personas, Camila de 25 y Ailén de 24 que también crecieron en Cipo”.

El momento del quiebre, del famoso click se dio “tras haber estudiado tanto y trabajado muchos años dando clases de inglés en diferentes colegios de la zona y otros tantos años más en la administración pública de la provincia de Río Negro, además de colaborar con instituciones de prevención del suicidio, cuidados paliativos y comedores comunitarios. Sentí que era momento de algo nuevo para mí”. Y sí, era allí o quizás nunca pues el tiempo vuela y el tren -o el avión- pasa una sola vez.

Gran Hermano

Siempre se necesita del apoyo familiar en este tipo de desafíos y Ana tuvo en su hermano un colaborador indispensable.

“Con su ayuda armé la carpeta con mi documentación para tramitar mi ciudadanía italiana, y mientras tanto me despedía de mis afectos, de mis viejos (‘que siempre pensaron que estaba loca jaja, y tienen razón’), de mis hijas a quienes espero por estos lados, y de mis amigos que conocen por demás mi alma viajera”, brinda detalles de la dura despedida desde el otro lado del planeta.

La experiencia tana comenzó de la mejor manera. Por eso afirma que “los primeros dos meses en Italia fueron fabulosos. Venía de un ritmo de 100 mil km por hora haciendo mil cosas para pasar a una vida sin apuros al lado del mar Tirreno, con aguas cristalinas, muchos argentinos en la playa con quien compartir y nuevos conocidos italianos”.

Paisaje imponente, lo nuevo que siempre parece mejor y más lindo… Claro que nada es color de rosa y suelen surgir las dificultades cuando uno anda en soledad tan lejos de casa.

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Aguarda la temporada de verano y de paso, pasea.

Aguarda la temporada de verano y de paso, pasea.

“Después de lograr mi ciudadanía me fui a trabajar al norte de Italia, a un hotel turístico, donde me choqué con diferencias culturales fuertes, y donde llegué a replantearme la idea de volver a Argentina”, admite Anita, que dejó muchas amistades en nuestra ciudad, al repasar el momento más delicado de su travesía.

Pero ya estaba ahí. Pensó en el esfuerzo que realizó para cumplir su sueño. Y no iba a bajar los brazos.

“Fiel a mi espíritu guerrero y perseverante, me fui a Roma, a pasear, a aclarar ideas y a decidir para donde ir. Hoy estoy en el pueblo de mis inicios, disfrutando el aire de mar y esperando que empiece la temporada de verano, para la cual ya tuve varias ofertas de trabajo”, celebra la cipoleña que no se priva de conocer lugares paradisíacos. Esa sí que es la dulce espera...

Emprendimiento propio en Europa

¿Qué hace mientras tanto? “Aprovecho el tiempo para tratar de que crezca mi espacio de atención online (acompaño personas en sus procesos personales desde la consultoría psicológica y la biodescodificación)”, comenta.

Y enseguida, a propósito de las oportunidades laborables que se le presentan, reflexiona: “Esta es la realidad de gran parte de Europa hoy hay trabajo, no importa la edad, pero sí la experiencia y sobre todo la voluntad. Esto es lo que me motiva a quedarme, esta posibilidad de trabajar y poder vivir ‘llegando a fin de mes’ y pudiendo viajar mucho más”, traza un paralelo con la crisis alarmante que padece la bendita Argentina.

Aún no tiene claro si esta etapa europea es ocasional o definitiva y reconoce que igual se extraña Cipolletti.

“¿Si me voy a quedar por siempre por acá? No lo sé. Hoy lo elijo. Y claro que se extraña mi ciudad. Las tardecitas de mate en el jardín de mis viejos, las salidas improvisadas con amigos, la espontaneidad argenta, compartir actividades con mis hijas: ¡se extraña y mucho!”, asegura con evidente nostalgia.

“Desde acá solo se muestra la parte linda en las redes, para que nadie se preocupe, porque además todo se puede superar… Se vive un día a la vez”, expone en relación a los altibajos naturales de cualquier persona a los que no está ajena, además de indicar su prudente forma de transmitirlo y su particular filosofía de vida.

La increíble coincidencia

Cipoleños hay todos lados. Puede dar fe Anita, quien revela con una sonrisa una increíble coincidencia: “Justo hacen unos días estaba haciendo la fila para entrar al Coliseo y atrás mío había una parejita de Cipolletti. Nos alegramos inmensamente, y concluimos la charla con la frase: qué chico que es el mundo…”.

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En la puerta del Coliseo encontró a una parejita cipoleña.

En la puerta del Coliseo encontró a una parejita cipoleña.

Esa casualidad le da pie para su mensaje final a modo de arenga a quienes estén meditando y dudando, como le pasó a ella, alrededor de la idea de armar las valijas y levantar vuelo…

“Y sí, hoy el mundo es de todos y está disponible entero para nosotros, es solo cuestión de animarse… Tanto a mis hijas como a todas las personas que quieren viajar siempre les digo que es lo mejor que pueden hacer en la vida. Abrirse al mundo abre la cabeza, el corazón, amplia la mirada y llena el alma de experiencias”, resume con total convicción.

Ana, la cipoleña aventurera que se hartó de esa vida monótona y carente de oportunidades y hoy se muestra feliz desde Italia. ¡Y sí, es otra cosa, Giacosa!

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