El hallazgo de un grupo de investigadores advirtió sobre el impacto que está teniendo la actividad hidrocarburífera en el ambiente donde vive una especie en peligro de extinción.
Un estudio reciente revela que la actividad hidrocarburífera amenaza la vida de una especie endémica y en peligro de extinción, en el bajo de Añelo. Se trata de la lagartija Liolaemus cuyumhue, un habitante de las dunas de Aguada Pichana.
Algunos hallazgos científicos demostraron que la especie enfrenta desafíos cada vez más estresantes en ambientes perturbados, donde la acción directa del hombre está modificando su entorno natural de manera significativa.
El trabajo de campo -publicado en la revista científica Scientific Reports- comparó un ambiente perturbado por la actividad petrolera y gasífera y otro que no sufre alteraciones en la zona de Aguada Pichana. Los científicos involucrados agradecieron a la empresa Total Autral el permiso que les otorgaron para acceder al lugar y realizar distintas observaciones.
Tras comparar los sitios, tuvieron varios resultados, algunos de los cuales todavía están en proceso.
En principio, les llevó más horas reloj poder encontrar a las lagartijas en un sitio perturbado que en el que no lo está. También llegaron a la conclusión de que los valores de temperatura son mayores en ambientes donde hay actividad. Esto fue posible tras colocar algunos sensores que midieron la temperatura en primavera y verano.
Un ambiente recalentado
Es más, la temperatura corporal de la lagartija es diferente. Alrededor de dos grados más en un ambiente perturbado.
Al respecto, la doctora en Biología y becaria del Conicet, Victoria Brizio, indicó a LMNeuquén que la temperatura de las lagartijas, en verano, es de 37 grados centígrados, aproximadamente, en un ambiente perturbado; mientras que en uno que no sufre alteraciones, es de 35 grados centígrados, en promedio.
"En estudios previos, vimos que la temperatura corporal preferida de esta especie es de 36 grados centígrados. Por lo tanto, la que tiene en un ambiente perturbado la excede. Es decir, empieza a vivir en un ambiente estresante para ella. Una de las cosas que nos llamó la atención", comentó.
El impacto también se puede medir en la vegetación. En ambientes perturbados, los pastos tienen menor altura y el área de actividad de la especie es más chico. Es decir, la cobertura vegetal es menor en estos sitios, por lo que aumenta el riesgo de sobrecalentamiento para la lagartija.
Sin embargo, hay un punto de coincidencia tanto en un sitio como en el otro, y es que la especie prefiere estar en la vegetación que tiene un metro de altura.
Otro dato que preocupa a los investigadores es la desaparición progresiva de los médanos donde viven las lagartijas. "Si no hay dunas, la especie no está, desaparece. Le gustan la arena, los pastos, la vegetación", remarcó Brizio.
Estos médanos se forman por la acción de los vientos que erosiona y disgrega una formación rocosa ubicada en la zona. Son comparables a las dunas de una costa, pero sorprenden por encontrarse en el medio del campo. Lo cierto es que con el paso de los años, se encuentran cada vez más degradados. "Son ambientes frágiles, que se han ido perdiendo a lo largo del tiempo", indicó la doctora en Biología.
Preocupados por el riesgo inminente que corre la lagartija, Brizio y su equipo de trabajo subrayaron la importancia de conservar y restaurar la vegetación natural para garantizar la preservación de esta especie única y su ecosistema.
"Con estos hallazgos, se complica cada vez más su existencia. Una vez que tengamos todos los resultados, nos gustaría que se tomen medidas más claras para conservar a la especie. Nosotros nos abocamos a lo que podemos hacer. La impotencia es no poder hacer más", destacó.
De la investigación participan Luciano Ávila, Facundo Cabezas Cartes y Jorgelina Mariela Boretto (investigadores del Conicet).
Brizio y Avila pertenecen al Grupo de Herpetología Patagónica, Instituto Patagónico para el Estudio de Ecosistemas Continentales (IPEEC- CONICET).
Cabezas-Cartes, al Instituto de investigación en Paleobiología y Geología (IIPG-CONICET-UNRN). En tanto, Boretto forma parte del Laboratorio de Ecofisiología e Historia de vida de Reptiles, Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medio Ambiente (INIBIOMA–CONICET-Universidad del Comahue).
La lagartija del bajo de Añelo fue categorizada en 2016 como una especie endémica criticamente amenazada por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza. Se tomaron dos criterios: el ambiente tiene un desarrollo de alto impacto y está presente en algunos pocos puntos de distribución.
Quedan pendientes los resultados de algunas muestras, como extracciones de sangre que tomaron de algunos individuos para evaluar el nivel de corticosterona que tienen. Asimismo, realizaron ecografías de campo para establecer su ciclo reproductivo (cuántos huevos, cuántas veces ponen, etc.).
La lagartija y sus características
Esta pequeña lagartija, cuyo nombre científico es Liolaemus Cuyumhue, tiene una longitud desde el extremo del hocico hasta la base de la cola de entre 4 a 6 centímetros, su cabeza es achatada con forma de pala y presenta crestas perioculares y narinas dorsales.
"Todas estas características son compatibles con su comportamiento ya que es una especie muy evasiva que corre velozmente hasta enterrarse en la arena y desaparecer. Solamente quedan visibles sus ojos y narinas", precisó Brizio.
La doctora indicó que la coloración presenta un patrón dorsal con manchas marrones y motas de color crema, gris, tostado y marrón rojizo sobre un fondo que varía según la luz ambiental entre una tonalidad amarillo y crema, cuando está a pleno so y va a una tonalidad rojo ladrillo a la sombra. "También tienen algunas pequeñas escamas celestes dispersas en las áreas dorsolaterales del cuerpo", contó.
Esta especie endémica de la zona de dunas del bajo Añelo se encuentra puntualmente en los sistemas de dunas eólicas mediterráneas, que si bien son similares a las dunas que se pueden encontrar en cualquier costa, están ubicadas en el medio del monte neuquino. "Un poco fuera de lo normal", advirtió Brizio, quien indicó que la categoría en la que la puso la UICN es la "más grave" y aclaró que la que sigue ya es la perteneciente a especies "extintas en la naturaleza".
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