Fabrican manteles, cestos y platos de sitios artesanales. Apuestan a piezas duraderas para heredar a las futuras generaciones de la familia.
Hecho a Mano es mucho más que un emprendimiento que logró profesionalizar un hobby para dos amigas de Neuquén. Es, también, el lazo de unión de Eugenia y Carolina, dos emprendedoras neuquinas que combaten la tendencia por la decoración con productos estandarizados y casi descartables para rescatar la tradición de los manteles, mantas y objetos decorativos que forman parte de la identidad hogareña y que se transmiten a las siguientes generaciones de la familia.
Eugenia siempre fue fanática de las telas y los géneros. Le gustaban las agujas y las puntadas, pero también sostenía la nostalgia por los objetos nobles, esos manteles bordados a puro detalle que vivían durante años en una familia y que se convertían casi en un integrante más de la estampa casera. Aunque Hecho a Mano nació casi por casualidad durante la pandemia de coronavirus, hoy apunta a que su trabajo contagie ese cariño por la ceremonia de armar una mesa como escenario para un encuentro especial.
"Yo vengo de Sunchales, de Santa Fe, pero hace años vivo en Neuquén, y Carolina es de Plottier", dijo Eugenia, que recordó los inicios de la amistad que comenzaron porque sus esposos se conocían desde la escuela primaria. Las dos son mamás de niños pequeños y, durante la pandemia, cuando tenían más tiempo disponible, decidieron tomarse su amor por la costura y la decoración un poco más en serio.
"Somos mamás a tiempo completo, en esos momentos estábamos en casa con más tiempo y ahí surgió la idea de empezar con artículos de decoración", dijo y agregó que su primera incursión fue a través de la venta de delantales de diseño. Su amor por los detalles y el cuidado de la calidad en todo el proceso de producción les hizo ganar la predilección del público, por lo que pronto extendieron su abanico para sacar más provecho de las telas.
"Empezamos a sumar otras cosas de textiles de decoración y en alternativas para vestir las mesas", dijo y agregó que, además de la venta de productos que son cien por ciento artesanales, también aprovechan el contacto directo con los clientes a través de redes sociales para asesorar a las familias sobre las mejores formas de vestir la mesa, de combinar colores, géneros y estampas para poder crear nuevos ambientes y formar un ritual a la hora de comer.
"Hacemos manteles, mantas para sillones, almohadones, servilletas, todo lo referido a textil", dijo Eugenia. Aunque realizaron cursos formales de costura, el emprendimiento las llevó a pensar en los textiles a tiempo completo. "Todo el tiempo estamos buscando ideas, aprendiendo, buscando información e inspirándonos con todo el material que hay en Internet", agregó sobre el perfil autodidacta que comparten y que las llevó a expandir sus conocimientos por fuera de las fronteras de los cursos formales que habían usado como la primera capacitación.
Así, empezaron a alimentar el interés por la cestería nórdica y el uso de fibras naturales para sumar otras texturas a los textiles y las estampas artesanales que ya formaban parte de su catálogo. "Nos apasionan las fibras naturales, usamos yute con cestería nórdica y hacemos platos de sitio, bandejas decorativas, bolsos, cestos y todo eso hecho por nosotras", relató.
Las amigas cuidan cada detalle del proceso. Desde las etiquetas hasta el packaging son elaborados por sus propias manos, en los talleres que improvisaron en sus casas para acompasar la rutina diaria como mamás a tiempo completo con un emprendimiento que ocupa sus pensamientos las 24 horas del día. A eso se suman los canales de venta, que incluyen las ferias de los fines de semana con la comercialización en Instagram y los repartos por la zona o los envíos al resto del país.
"A veces nos escriben desde México o desde otros países pero es complicado hacer los envíos o aumentar la comercialización porque no todavía no tenemos una tienda online o un catálogo", dijo Eugenia y agregó que apuntan a mantener el perfil artesanal y personalizado de su producción, que les permite muchas veces diseñar, combinar colores o fabricar ya con un cliente en mente y sus necesidades específicas.
La emprendedora aclaró que buscan crear piezas únicas y duraderas. Esos objetos con identidad que recuerdan al mantel de puntillas bordadas de una abuela. "Yo tengo cosas en casas que vienen de herencia y que seguramente van a usar mis hijas", explicó. Con ese espíritu crean cada producto decorativo, pensado para clientes que invierten en la calidad para no tener que descartar y renovar sus decoraciones de forma tan frecuente.
"Pero estamos limitadas porque trabajamos nosotras dos, no tenemos otra ayuda con la producción, trabajamos dentro de nuestras limitaciones, a gran escala no queremos trabajar. La idea es que el producto sea artesanal, trabajamos a medida, según la mesa o la cama, si quieren algo especial", relató. "Hay mucho interés porque hacemos productos únicos, con estampados hechos a mano con relieve, son cosas que no encontrás en otras casas de deco o en un supermercado", aseguró.
"Para nosotras es una satisfacción ver el feedback de la gente, porque hasta ahora hacíamos todo para nosotras sólo por el amor que sentíamos por las telas y las cuerdas", dijo y continuó: "De pronto, te encontrás con gente que te elige, o que piensan en tus piezas para hacer un regalo o que muchas casas tienen productos nuestros". Con las ferias, las redes sociales y el boca en boca, Hecho a Mano gana terreno en Neuquén y cada casa que suma un textil o un cesto de la marca contagia el amor por el ritual de armar una mesa.
"Trabajamos con yute 100% natural que es un producto importado: no nos resignamos a cambiar nuestro producto y buscamos la mejor calidad. Ahora está muy complicado, al ser importado, porque tiene valor dólar, muchos proveedores porque especulan con los precios, ha aumentado un montón", dijo y agregó: "El tema de conseguir la materia prima es muy complicado por la situación del país pero nos la rebuscamos con los proveedores para que la calidad se mantenga, absorbemos muchos aumentos porque no los queremos pasar al producto, incluso también con los géneros de algodón o las telas antimanchas que son importadas".
Con el foco siempre puesto en la calidad, Eugenia y Carolina se las rebuscan para encontrar nuevos proveedores. "De alguna forma los estamos sobrellevando, como todo el mundo", dijo la emprendedora sobre el contexto de devaluación e inflación que complica las ventas y hace cuesta arriba el desarrollo de la marca. Por eso, agradeció a los clientes que confían y que prefieren invertir en artículos de calidad que muestran, en cada detalle, la mano amorosa de sus artesanas.
Por ese intercambio personalizado, las integrantes del proyecto quieren sueñan con tener su propio espacio: un showroom dedicado exclusivamente a sus textiles en donde puedan simular mesas y emular los rituales caseros, donde se produzca un intercambio con cada cliente y donde se puedan tejer los diseños específicos para una mesa en particular. "Nuestros artículos no se pueden mostrar del todo en Instagram, porque hay algo de la calidad, de las texturas, que se pierde; es importante ese espacio de las ferias o el contacto presencial para que puedan tocar y sentir todos los productos", detalló.
Todavía sorprendidas por la repercusión que tuvo su primera experiencia como emprendedoras, las amigas neuquinas no resignan su opción por la mejor calidad y el cuidado riguroso de cada detalle. "Es muy gratificante ver la confianza que nos tienen, porque muchos compran por redes sociales sin conocernos, pagan los productos antes de que les lleguen, es una modalidad que está muy instalada y vemos que todos nos dan comentarios muy positivos de lo que hacemos", expresó Eugenia.
Con el sueño del espacio propio y el trabajo para desarrollar su propia tienda online, Hecho a Mano apuesta a crecer de manera paulatina, sin perder ese espíritu artesanal que atraviesa cada puntada y cada fibra de yute. En cada mantel y cada cesta buscan emular ese aroma a casa que parece haberse perdido, cuando cada objeto decorativo tenía no sólo un valor económico sino también un fuerte peso afectivo, porque se ataba a un recuerdo de una ocasión especial.
Así, Eugenia y Carolina apuestan a armar mesas con artículos que son, además, una herencia de afecto para las nuevas generaciones. "Queremos crear objetos que perduren y que tengan una carga emotiva, porque se usaron en una ocasión especial", dijo sobre sus creaciones, que salen del taller para instalarse en un casa de Neuquén y empezar a construir una nueva historia.
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