Los robos, asaltos y arrebatos aquejan a los barrios y las vecinales salen a denunciarlo. A esto se suma que la violencia crece con el consumo de alcohol.
La criminología tiene una serie de indicadores que se repiten a los largo de los años por lo que se convierten en una especie de regla general. Uno de ellos es que los meses de verano son más violentos, si bien no es mentira tampoco es una verdad absoluta por lo que habría que analizarlo un poco.
El crimen de ayer en Colonia Nueva Esperanza, bajo investigación, parece avalar dicha teoría que refuerza el fenómeno de la sensación de inseguridad, pero vale la pena analizar un poco.
El tema de la seguridad no solo toma como indicador los crímenes, es uno muy importante, pero no el único.
En Neuquén las uniones vecinales son un termómetro social muy importante, siempre y cuando no estén jugando políticamente. Lo cierto es que desde dicho sector social dan con claridad un panorama de la cantidad de robos que se padecen en los barrios y no se trata solo robos de casas sino también de hechos que ocurren en plena calle como asaltos, arrebatos y oportunistas que aprovechan para llevarse lo ajeno.
Es por eso que el rol de las vecinales es sumamente importante porque ayuda a que la Policía pueda desarrollar mejor aún las tareas preventivas más aún en una época del año, vacaciones, en que la gente deja de las viviendas y los ladrones están al acecho.
El resto de la violencia veraniega está muy vinculada a la ingesta de alcohol, que parece que fue uno de los motivos del crimen de Colonia Nueva Esperanza.
En promedio, Policía y Fiscalía, estiman que en poco más del 80 por ciento de los crímenes hay consumo de alcohol y otras sustancias. En verano, el consumo de alcohol crece exponencialmente al igual que la violencia.
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