A pesar de la crisis económica, afirman que la gente sigue comprando churros, torta fritas, panes rellenos y otras delicias que ofrecen para las tardes de calor en los balnearios y paseos costeros.
"La gente acá sigue consumiendo, no veo que haya escasez de plata", asegura con una sonrisa Ariel, mientras con su mirada recorre esta parte del Paseo de la Costa a la espera del llamado o el gesto de algún cliente que se deciden por "los mejores churros rellenos de dulce de leche de Neuquén". Ariel es uno de los vendedores ambulantes que diariamente recorre el paseo costero donde los neuquinos y vecinos de localidades cercanas se despliegan a la vera del río Limay. Los churros rellenos de dulce de leche, que Ariel como otros vendedores venden a 4.000 pesos la docena y 2.000 la media docena, son una de las tentaciones para una tarde de sol y calor frente al río.
A pesar del contexto inflacionario, del incremento constante de precios y de las medidas económicas llevadas adelante por el gobierno nacional, los vendedores se mostraron satisfechos con sus ventas. "Lo primordial es trabajar con calidad así uno puede vender todos los días", señala Ariel, mientras entrega un paquete con seis churros a un chico con la camiseta de Boca. Confiesa que hace un mes mantiene el mismo precio, y se despide pedaleando en busca de sus próximos clientes.
A pocos metros del puente que une la calle Río Negro con la Isla 132 donde unos adolescentes lo usan de trampolín para "clavarse" en las aguas del río, Marcelo instaló su mesita donde también ofrece sus churros como lo hace desde hace más de ocho años en los balnearios de la capital neuquina. Tiene los mismos precios que Ariel, hace un mes los tuvo que aumentar 1000 pesos "pero la calidad no cambia", aclara. Dice que le está costando vender la cantidad que vendía en otras épocas, "pero no me puedo quejar porque la gente sigue eligiendo mis churros".
En la escena de esta tarde calurosa a orillas del Limay irrumpe un joven portando una heladera portátil de telgopor ofreciendo panes rellenos. Hace cuatro años que se dedica a recorrer el paseo costero en la temporada de verano, mientras en invierno lo hace en empresas, oficinas y comercios de la ciudad. Cuenta que ofrece cinco variedades de pan relleno (de tomate, queso y albahaca; jamón y queso; cebolla caramelizada, queso y huevo; salame y queso y roquefort, apio y queso) a 2.500 pesos cada uno, precio que tuvo que aumentar a partir del 10 de diciembre.
"Por ahora las ventas vienen bien", se adelanta Lucas. "La gente ya me conoce y sabe de lo bueno del producto que ofrezco", dice este joven que abandonó sus estudios de abogacía en General Roca y junto a su compañera Gisele pusieron en marcha este emprendimiento. "Ella (por Gisele) es la que tiene las manos mágicas, es la que amasa y los elabora y yo salgo a la calle a vender", describe. Confiesa que en una buena jornada vende unos 80 panes. "El 25 de diciembre en un par de horas vendí 70 panes", cuenta Lucas que arranca desde temprano recorriendo los balnearios y paseos hasta las 20. "Le dedicamos muchas horas a esto porque hay que salir a comprar la mercadería, elaborar y salir a vender, pero por suerte podemos enfrentar el día a día y tener nuestras cosas", señala.
"El riojano", uno de los pioneros
Ricardo, conocido como "El riojano", hace cuarenta y dos años que está en la actividad ambulante ofreciendo "cosas ricas" como churros, tortas fritas, pastelitos y alfajores, entre otras delicias. "Vivo de esto, no puedo quejarme", afirma y prepara el paquete con una docena de torta fritas para un grupo de jóvenes que abonan los 3.000 pesos y se disponen a disfrutarlos con el mate. A pesar de la compleja situación económica que atraviesa el país, "El riojano" asegura con una sonrisa que "la gente ya está resignada e igual gasta su dinero; por ahí están los que se restringen un poco más pero cuando son un grupo familiar o de amigos se compran una docena de churros o torta frita o pastelitos", estos últimos a 5.000 pesos la docena.
Resguardados a la sombra o llevando una gorra o sombrero y lentes de sol, los vendedores ambulantes le hacen frente a las altas temperaturas y a la crisis económica ofreciendo sus deliciosos productos y así hacerse el verano.
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