El presidente refuerza la narrativa "conspiranoica" de quienes cuestionan la vacunación y la pandemia. Grupos locales que toman fuerza aunque no lo votaron.
Javier Milei hizo su propia marca, con la estética de la rebeldía y ratificó lo que un sector de su nicho electoral duro espera, sin saber mucho la lógica: se alejó de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y encendió aún más la mecha de un movimiento llamado "conspiranoico", que siempre lo vio como un aliado.
Los libertarios de la salud, los escépticos de la vacunación obligatoria, los que creen que la pandemia no fue más que un gran experimento de control (que puede ser). A esos, Milei, con sus gestos y decisiones, les da ahora mucho más aire que nunca.
Pero hay algo que no cierra demasiado. Porque antes de convertirse en el líder político más disruptivo en plena campaña para diputado nacional, Milei tuvo que hacer algo que jamás hubiera imaginado: vacunarse contra el COVID-19.
El “antivacunas” más mediático terminó con una dosis de Sinopharm en el brazo, el 22 de noviembre de 2021. Lo fotografiaron, la imagen explotó en redes y generó todo tipo de reacciones. Él mismo la explicó después, con pragmatismo, las razones por las que se vacunó.
“No tengo problema en decir que tengo las dos vacunas, porque sino, no puedo viajar”. Sus seguidores más radicalizados no lo entendieron, otros sí, y dos años más tarde fue elegido presidente de la Nación.
La foto, la duda y la grieta sanitaria
Ese discurso caló hondo en un sector que, desde el inicio de la pandemia, se paró en la vereda opuesta de los gobiernos por la cuarentena estricta y la "dictadura sanitaria". Se paró contra los laboratorios, los organismos de salud, la vacunación acelerada, el uso del ARN mensajero, y la presión estatal para inmunizar a la población.
Todo eso fue, para muchos, la bandera que levantaba Milei. Y acá en Neuquén y la región también hay una comunidad que tiene estas características, que crece, ya no tan en silencio.
Y entonces, desde hace poco tiempo, llegó un dato que alimenta aún más la desconfianza: la investigación de la biotecnóloga tucumana que vive en Neuquén, Lorena Diblasi, conocida por la militancia de la investigación de las vacunas en la pandemia, cuyo objetivo le trajo dolores de cabeza con el Ministerio Público Fiscal.
Difundió que Junto a un equipo internacional detectó 55 elementos no declarados en las vacunas de todas las marcas. Según el estudio, publicado en la International Journal of Vaccine Theory, Practice, and Research, habría nanopartículas metálicas y metales pesados en concentraciones alarmantes. Es una estudio del que se está haciendo eco una comunidad, aunque carente del un respaldo corporativo.
La verdad en medio de la desinformación
Milei se va de la OMS y un sector grande de la población ya lo trata de conspiranoico. Pero sus seguidores aplauden: en medio de una discusión donde la verdad se mezcla con la desinformación y los juegos del poder global. Es que hay organismos como la OMS, la FDA y la EMA defienden la seguridad de las vacunas, pero otros grupos que destierran a la "corpo científica".
Pero hay algo que nadie puede negar y es que la postura del presidente fortalece a un movimiento que ya no es marginal como antes. En redes sociales, en charlas privadas, en foros de médicos disidentes, la conversación sigue creciendo. Milei, con sus decisiones, les da una especie de aval indirecto, aunque muchos no lo haya votado.
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