María Belén Criado es partera y trabaja acompañando partos planificados en domicilio en Neuquén. Asegura que en las instituciones médicas muchas veces no se cumple con la Ley de Parto Respetado.
La forma ideal de parir no existe. Pero si se pudiera hacer una aproximación sería aquella en la que se respeta el deseo de las mujeres y personas gestantes, con decisiones tomadas en base a la información. No se trata de un slogan sino de un derecho contemplado en la Ley 25.929 de Parto Respetado o Humanizado, vigente desde el 2015 pero con muchas objeciones sobre su cumplimiento real. Así, parir de forma planificada en la casa no se constituye necesariamente como "la mejor opción" sino como una posibilidad más, con una firme base por el respeto de la legislación.
María Belén Criado es neuquina, licenciada en obstetricia (comúnmente "partera"), egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e integrante de la campaña Mi Parto. Mi Decisión. Su experiencia durante las prácticas en instituciones médicas le alcanzó para entender que había otras formas de parir, privilegiando la voluntad y respetando los tiempos fisiológicos, esos que a veces ni siquiera pueden cumplirse en otros ámbitos propuestos en el sistema de salud occidental.
"Callate, dejá de gritar, dale, ponete a parir, dejá de quejarte. Si vos no hacés lo que yo te digo, tu bebé se va a morir y es tu culpa", son expresiones de violencia verbal que hoy existen en las salas de parto de hospitales y clínicas, así como hay otras -precisa la profesional- "más invisibles y más naturalizadas, como no dejar moverse a las mujeres, que se acuesten o ponerles medicación sin su consentimiento, incluso sin que sepan que les están poniendo medicación o acelerar procesos que vienen dentro de una fisiología e intervenirlo sin una indicación real médica". Esas prácticas constituyen la violencia obstétrica, definida como tal en la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres. "Cuando empecé a darme cuenta que yo podía no hacer eso, me parecía que era fundamental para darle opción a las familias. Si no hay profesionales que asistamos de distintas maneras, no hay opciones para parir", recalca.
De esta forma, empezó en Buenos Aires a acompañar a familias durante los procesos de gestación para que puedan tomar decisiones conscientes y, desde hace un tiempo, lo hace en Neuquén junto con una colega, Priscila Barreto. Hasta el momento, en cinco años acompañó a unas 25 familias, de las cuales no todas decidieron que sea en la casa.
Entre otras cosas, la Ley de Parto Humanizado indica que en el proceso de nacimiento deben respetarse los tiempos y que la persona gestante puede elegir quién la acompañará durante el trabajo de parto, el parto y el posparto. Dado que -por diversas razones- no es una práctica masiva, la duda surge de inmediato. "En general una de las primeras preguntas de las familias es '¿esto es legal?'", admite la partera y aclara: "Sí, es completamente legal. Las licenciadas en obstetricia estamos capacitadas y tenemos matrículas habilitantes para asistir partos planificados en domicilio. Incluso es el mismo sistema de salud el que nos provee de certificados donde se pueda registrar este nacimiento y después, con esos certificados, las familias van a un Registro Civil y hacen el DNI".
"Está la mujer que quiere una cesárea porque no quiere atravesar por el cuerpo el parto y está perfecto; hay mujeres que no quieren nada de intervención y está perfecto; hay mujeres que quieren una epidural y está perfecto. El tema es que esa mujer pueda elegir y que existan profesionales que acompañen las distintas elecciones de esas mujeres. Entonces, para poder elegir, uno tiene que conocer cuáles opciones realmente existen".
¿En la casa hay más riesgos?
Tal como lo dice su palabra, la planificación de un parto domiciliario no es un proceso espontáneo ni improvisado. Se trata de una modalidad de trabajo que -al menos Criado- lleva adelante con pautas y criterios en el marco de un proceso de la salud sexual y reproductiva en el que, como tal, deben tenerse recaudos sobre la forma y el lugar en que se llevará adelante.
"Podés parir en casa sin haberlo planificado, podés parir sola, podés parir en la calle, en un colectivo, en la puerta del hospital. Los partos suceden. Pero cuando uno planifica un parto en domicilio va pensando todos los pasos que van llevando a este nacimiento, e incluso al después", dice la partera en alusión a las diferencias entre los conceptos.
De esta forma, se cuenta con insumos y herramientas que no dan lugar a que sea una práctica más riesgosa que la efectuada en un hospital o clínica. "Planificar un parto en domicilio no tiene más riesgos porque es un modelo de asistencia que acompaña a personas gestantes sanas y saludables, donde se respeta la fisiología y hay profesionales capacitados", detalla la partera.
Además, durante el momento puntual del parto, las profesionales cuentan "con insumos que hacen que si es necesario realizar un traslado, ese traslado sea seguro y estable dentro de esas pautas de seguridad". Esto incluye, por ejemplo, que el viaje desde la casa hasta un hospital no dure más de 20 o 30 minutos. Además, cuentan con elementos como tubo de oxígeno o medicación para estabilizar. "Cuando la fisiología se corre de su curso es muy evidente y no es necesario llegar a una urgencia. Empiezan a aparecer algunos síntomas y hay señales, puede ser de alguna hemorragia, algún sangrado o algún síntoma que refiera la mujer. Muchas veces están ligados con el miedo o con el dolor. Por ejemplo, un aumento de la presión, pero en ese momento se toma la presión, se mira cómo está esa mujer y se intenta estabilizar con distintas medidas como el movimiento, la respiración o, si es necesario, realizar un traslado para que esa mujer se atendida como corresponde", explica. Aún así, aclara que "es raro" que ocurran este tipo de situaciones.
Criado, además, señala que en las instituciones médicas muchas veces se expone a las pacientes a distintas situaciones que aumentan los riesgos, con la diferencia de que "tienen un quirófano al lado", y agrega que "tampoco hay grandes consecuencias cuando las cosas no salen bien".
Según relató, la planificación de un parto en la casa requiere -como cualquier decisión- que sea tomada de forma consciente, teniendo en claro los motivos y creando un vínculo de confianza entre las partes. "Tiene que haber un ambiente de intimidad y consentimiento. Al ser un acto de la vida sexual, todas las personas que estén involucradas en ese proceso tienen que consentirlo. Lo que hace la diferencia es crear un vínculo. No es que de repente me llega un mensaje que dice 'Estoy por parir, vení a mi casa'. No funciona así", aclara y continúa explicando que la planificación del parto "es conocerse, es crear un vínculo, es saber si justamente esa mujer y esa familia se encuentran dentro de los parámetros de salud para poder parir en casa".
"Hay formas de parir como formas de vincularse, entonces está buenísimo que existan un montón de profesionales distintos para todas esas cantidades mujeres".
¿Cómo reclamar en el hospital?
Dicen por ahí que la información es poder. Pero para que deje de existir la violencia obstétrica, definitivamente no alcanza sólo con conocer los derechos. El principal trabajo para que se cumpla la Ley de Parto Respetado, además, debiera ser adentro de los hospitales y las clínicas, donde ocurre la mayor cantidad de nacimientos. Por otro lado, recurrir a una partera domiciliaria es una opción limitada por diversas razones: desde las posibilidades económicas hasta la escasa oferta e, incluso, el desconocimiento sobre la posibilidad.
Entonces, ¿cómo hacer respetar los derechos a la hora de parir en una institución médica? La profesional explica: "Una de las primeras cosas es informarse. Esto no quiere decir que no vayas a sufrir violencia. La violencia obstétrica existe porque hay personal de salud que la ejerce". Así, con la información en mano, la persona que va a parir puede preguntarle al profesional que la asiste qué pautas puede cumplir del plan de parto que desea y, con la respuesta recibida, evaluar qué cosas se aceptan y cuáles no. "Si yo voy sabiendo que esto no lo voy a poder hacer, bueno, no me voy a poner a pelear ni me voy a poner a discutir. Yo acepto esto de la institución y planteo hasta dónde puedo", recomienda.
Por otra parte, hay una imperiosa necesidad de capacitar al personal médico. "¿Dónde queda esa responsabilidad en quien está ejerciendo la violencia? ¿quién lo regula? Hoy no existen ningún ente que nos permita penalizar la violencia obstétrica y desde el Observatorio de Violencia Obstétrica se sabe que hay índices muy altos o incluso uno lo ve hablando con las mujeres, que se sienten solas o se sintieron raras en el parto, pero no terminan de identificar por qué. Incluso hay muchas que dicen 'yo sufrí violencia, no quiero ver nunca más a este médico o a esta médica'. También pasa que hay familias que desean un parto en casa porque tuvieron una primera mala experiencia en el hospital. Entonces tiene que haber una capacitación de parte de los profesionales", manifestó.
La violencia que existe y no se denuncia
La violencia obstétrica es una práctica que ocurre frecuentemente pero que está naturalizada y, por esto, pocas veces se denuncia. A esto se suma el especial estado de vulnerabilidad en que se encuentra la persona que acaba de parir. Así lo demuestran las estadísticas plasmadas en un informe de diciembre del 2022 elaborado por el Observatorio de las Violencias y Desigualdades por razones de Género, dependiente del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación (MMGyD); y otro del Observatorio de Violencia Obstétrica Argentina (OVOA), impulsado por una organización social.
En 2021, el OVOA reveló 1281 casos de mujeres que se reconocieron como víctimas de violencia obstétrica (con partos ocurridos entre 2004 y 2021). De ese total, el 10,3% inició el trámite de denuncia y un 89,7% decidió no denunciar. En este último grupo, se indicó que la mayoría no lo hizo por dos razones: no se encontraban en condiciones emocionales y/o psicológicas para llevar adelante el proceso o no pudieron identificar en un primer momento que habían padecido violencia obstétrica. En tanto, casi la mitad de las mujeres que realizó la denuncia no recibió respuesta por parte de ningún organismo.
"Poder identificar que fuiste víctima es un proceso que requiere acompañamiento y poder denunciar es un proceso que muchas veces revictimiza a las víctimas, teniendo que elaborar una y otra vez un discurso donde fueron violentadas. Y, por otro lado, hoy no hay ningún tipo de penalidad para los profesionales que ejercen violencia", planteó Criado.
En relación con las estadísticas oficiales, en 2019 se registraron 277.330 nacimientos en el sistema público de salud. El 37% fue mediante cesáreas, una cifra que triplica la recomendada por la Organización Mundial de la Salud, que es entre el 10 y el 15%. Otro dato que revela el incumplimiento de la Ley de Parto Respetado es que al 43.7% de las personas no se les permitió estar acompañadas durante el parto.
El informe del MMGyD recolectó la información de los dos organismos que reciben las denuncias por violencia obstétrica. Entre 2017 y 2021, la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (CONSAVIG), dependiente del Ministerio Nacional de Justicia y Derechos Humanos, registró 268 denuncias. El principal motivo fue el trato deshumanizado (100%); luego siguió la falta de información sobre su estado de salud y, en tercer lugar, la falta de respeto por la decisión durante la atención en el parto, posparto y/o puerperio.
Por otro lado, entre 2015 y 2021 se registraron 55 llamados a la Línea 144 (dependiente del MMGyD) en busca de asesoramiento y/o contención por violencia obstétrica. El principal tipo de violencia que se registró fue la psicológica (79%).
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