Una vecina recurrió al Juzgado de Paz porque el movimiento de un taller cercano le generaba molestias. Se pusieron de acuerdo en el horario en que podrá probar los rodados.
Vivir cerca de un taller de motos se puede convertir en un trastorno, porque los mecánicos suelen probar el funcionamiento de los rodados en la calle y muchas veces en cualquier momento del día, y el ruido de las aceleradas reiteradas causan mucha molestia y hasta irrita a los vecinos. Sobre todo, cuando las pruebas las realizan en horarios en que habitualmente se destinan al descanso.
Eso le sucedía a una mujer de Allen que, fastidiada por el estrépito de los motores, tuvo que pedir la intervención del Juzgado de Paz de esa localidad.
Ante el reclamo, Beatriz Morante, la magistrada suplente, convocó a las partes a una instancia de conciliación. El 21 de mayo último se realizó el primer encuentro con la autora de la demanda y el 6 de junio con la demandada, indica un fallo publicado recientemente. En ese espacio, ambas debían plantear sus posturas y las causas del enojo, con el fin de encontrar una solución que satisfaga a las dos y que alcancen un acercamiento que les permita a partir de acá convivir en un clima armónico.
La gestión resultó exitosa, porque las partes lograron ponerse de acuerdo en base a una propuesta efectuada desde el establecimiento mecánico, consistente en establecer el horario de funcionamiento de 10 a 13 y de 16 a 20:30.
En esa franja de tiempo estará habilitado para desarrollar su tarea sin restricciones, pero de 13 a 16 horas deberá honrar la siesta.
Se destacó que la titular del taller manifestó que estaba dispuesta a "respetar los horarios de descanso que posibilite una buena convivencia y trato cordial con su vecina".
El ofrecimiento fue aceptado por la reclamante, por lo que Morante resolvió homologar el arreglo.
La magistrada, además, instó a los vecinos a reflexionar “con miras a evitar futuros conflictos”. Pero además les advirtió sobre “las implicancias de las situaciones conversadas en el marco de la audiencia y las consecuencias negativas para sí, su entorno afectivo y la sociedad en general”.
Otro caso: prometieron vivir en paz
La jueza de Paz suplente de Allen también intervino para zanjar la enemistad entre dos familias que viven en un plan habitacional.
Morante también reunió a dos mujeres y obtuvo el compromiso de ambas de llevarse bien. En este marco, alcanzaron un acuerdo para “mantener un trato respetuoso entre sí y sus respectivas familias cuando se crucen en los espacios comunes del edificio”.
También consensuaron “mantener la limpieza y tener una convivencia tranquila”.
Conflicto por un perro
Una mujer se enojó porque el perro del vecino se le metía en su patio. También acudió al Juzgado de Paz de Allen y Morante logró que acercaran posiciones para intentar una mejor convivencia.
El dueño del animal se comprometió a “tomar todas las medidas de prevención necesarias” para que su mascota no cruce a la propiedad vecina, y a mantener “en todo momento el estado del alambrado divisorio”.
Mientras que la disgustada por la presencia del can anunció que colocará sobre el alambrado divisorio de ambas propiedades un conjunto de palets para reforzar el cerco.
Además, ambas partes acordaron realizar en el futuro un paredón de material y ladrillos, dividiendo los gastos, aunque cuando las circunstancias económicas lo permitan.
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