Rodolfo Aguiar: luces y sombras de un dirigente que llegó a la cima del poder sindical del país
A pocas horas de haber asumido como secretario general de ATE nacional, el dirigente rionegrino Rodolfo Aguiar dialogó con LM Cipolletti en una entrevista reveladora.
El sol insoportable que marcó la mañana del acto de su asunción, este lunes en la Isla Demarchi, le dejó la piel curtida, colorada. Tiene la voz gastada porque en un discurso que pronunció ante miles de afiliados, la emoción le sacudió las fibras más sensibles. Y lo puso de cara a un nuevo desafío: conducir a nivel nacional el gremio que – prácticamente desde las ruinas – recuperó y empoderó en Río Negro. Desde una mesa de un céntrico hotel, en la calle Cerrito de CABA, Aguiar respondió.
Fue la de este lunes una jornada histórica para el sindicalismo rionegrino. Si tuvieras que analizar las luces y sombras del camino que recorriste para llegar a este momento ¿Qué pondrías en cada lugar como positivo y qué revisarías?
Hubo un país que abrazó la lucha rionegrina. Nosotros en esos años no nos dábamos cuenta que nos estaban mirando y nos empezábamos a construir nacionalmente. No éramos conscientes de eso. Llevamos adelante luchas simbólicas. Una cosa fue la pelea por los salarios o el pase a la planta permanente pero siempre decíamos que éramos un sindicato distinto en el Estado porque discutíamos políticas. Recuerdo que ocupamos una torre de gas y petróleo y con el tiempo imaginaba cuál habría sido el hecho de que, luego de seis años siendo marginados, el gobierno de Juntos Somos Río Negro comenzó a establecer un diálogo con nuestra ATE. Estoy casi convencido de que fue porque esa foto, de esa torre ocupada por trabajadores, se publicó en una revista especializada de Estados Unidos. Ahí el poder advirtió que estábamos golpeando donde empezábamos a preocupar al poder político y al económico. Y en mi discurso también me remonté más allá, hasta al núcleo familiar recordando a mi madre que se había quedado sola con dos nenes y de niños nos decía que no teníamos que tener patrones, que fuéramos independientes. Esa madre nos estaba construyendo consciencia de clase. Lo único que puedo decir es que el Rody que soy hoy, no tiene nada que ver con el que era hace cuatro años.
¿Por qué no sos más ése de hace cuatro años atrás?
Porque en una provincia uno pelea cuerpo a cuerpo y si te quedaste dormido, 7:30 te cocinaron. Acá, ahora, es ajedrez. En Buenos Aires se juega al ajedrez, todo es más estratégico. Yo digo que no tengo nada que ver porque, además, hice un proceso de terapia personal. Yo aliento a que hagan terapia. Y adquirí consciencia de la finitud que tenemos los seres humanos. Se nos va la vida y de alguna manera empecé a interpretar que dejamos mucho de lado, que se puede disfrutar. Me pasé muchos años sin disfrutar. De alguna manera me había robotizado en esta actividad…tal vez si no hubiera sido así, no lográbamos este paso. Pero estoy en una etapa de dotar de mucha mas humanidad la actividad sindical y los vínculos con las patronales. Hoy representamos trabajadores pobres en todo el país. Hoy no existen casi trabajadores que cobren más de 500 mil pesos, que es lo que mide el INDEC. Hoy en los hospitales los trabajadores y trabajadoras tienen que duplicar o triplicar la jornada laboral haciendo guardias u horas extras. No llegan a jubilarse, se mueren antes. Los que se jubilan lo hacen en condiciones de grave enfermedad. Y todo eso hay que revisarlo.
¿Cómo hacer para no perder la brújula en un lugar como el que ocupás desde ahora? ¿Te pusiste a pensar que el poder o el cargo te pueden comer?
Se lo voy a decir a usted y no lo he dicho hasta acá. La primicia se la llevan los periodistas que indagan. Yo casi me confundí. Tuve un vínculo muy fuerte con Weretilneck y casi ese solo vinculo me daba todo el poder. Me llamaban ministro para que intermediara por ellos. No me daba cuenta que el poder no era mío, me lo estaban dando. Mío era el poder que yo tenía con la gente. Tuve la suerte - y creo que de lo contrario hoy no estaría asumiendo la conducción de ATE nacional - de tener con Weretilneck en algún momento una diferencia en ese vínculo. Me corrieron el banquito, miré para atrás y empecé a buscar desesperadamente a mis compañeros y compañeras, dónde estaban, y empecé a retroceder. Nadie se dio cuenta, yo los empecé a buscar y volví con ellos. Eso no me va a volver a pasar, pero tuve esa suerte personal.
¿Y qué te hizo tirar el freno de mano a tiempo en el vínculo con Weretilneck?
Fue el momento, si no hubiera existido esa pequeña diferencia, tal vez no lo hubiera advertido. Ni recuerdo por qué fue. El otro día, con Weretilneck en la última paritaria, terminamos conversando. Pero tengo esa experiencia previa que nunca la había contado. No todos tienen la suerte de que te saquen el banquito y que te des cuenta que el poder te lo estaban prestando. El único poder que no te prestan es el que te dan los compañeros, que es el que se vio en el acto de asunción. Miles y miles de estatales de todo el país. Este sí es mi poder, aquel no lo era.
¿Cómo continúa ahora tu camino?
Disfrutando. Este el nuevo Rody. Asumimos en el lugar (la Isla Demarchi) donde hace casi 100 años se formó ATE. Esta responsabilidad que nos dieron cientos de miles de trabajadores en las urnas no la vamos a tomar como una carga. La tomamos como lo que es, una responsabilidad. Nunca nos vamos olvidar de dónde venimos. La humildad es el principal valor que tiene que tener un dirigente. Nosotros prometimos volver a decir que no hay uno que vale más que el resto, en ATE valemos todos iguales. Acá se unieron muchas provincias del país y vieron en nosotros la posibilidad de construir federalismo.
¿Fue una pulseada contra el centralismo de Buenos Aires?
Sin lugar a dudas lo fue. Yo recuerdo que para la pandemia se juntaban Fernández, Larreta y Kicillof y nuestros ministros venían de invitados para ver lo que había que hacer. Cada cosa se resuelve acá, en la capital federal, y en ATE la cosa no tiene que ser así. Desde hoy en ATE se resuelve en todas las provincias, en las 185 seccionales del país.
Trajiste a la entrevista a la figura de Weretilneck, que está a punto de asumir un nuevo periodo. ¿Cómo te imaginás ahora tu relación con él?
Creo que uno cosa era yo secretario adjunto nacional y ahora con esta responsabilidad de máxima responsabilidad. Estoy revisando si voy a tener las energías y el tiempo que tuve para estar sobre Río Negro como los últimos cuatro años. El verdadero interrogante es saber con qué Weretilneck nos vamos a encontrar. Si cambió como nosotros o no. Y si suponemos que cambió...¿Será para bien o para mal? Si fuera Netflix, las segundas temporadas no fueron buenas. Es grande el desafío que tiene por delante Alberto Weretilneck. Y por último digo que falta conocer la letra chica del contrato. Siempre te joden por la letra chica, sabemos que él dice que hay un Estado que revisar, como si no tuviera nada que ver con la fuerza que gobernó Río Negro durante los últimos cuatro años. Ahí se parece bastante a Massa porque le ha ido bastante bien en desconocer. Vamos a estar para discutir un Estado que esté al servicio de la gente, no para hacer negocios (….)Todavía se están orejeando las cartas.
En tu discurso hablaste de apoyar a Massa porque Milei no representa los intereses de los obreros. ¿Cómo se pone ese apoyo en sintonía con una realidad que se plantea, con Massa como ministro de Economía, a trabajadores precarizados, bajo la línea de pobreza y la inflación?
Me costó mucho. Teníamos que expresarnos y estudié de qué manera íbamos a dar el apoyo. Yo no soy de los que fácilmente andan diciendo a quién hay que votar. Es novedoso esto de decir hay que votar a Massa pero es muy complejo. Hoy es la opción. Con Milei no hay ni posibilidad de discutir los miles de desempleados que van a quedar. En Neuquén, cuando fue Massa, los sindicalistas se peleaban para ver quién andaba a upa de él. Nosotros no somos así. Decimos hay que votarlo, pero después no tengo dudas que no va a ser fácil el vínculo si gana la elección.
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