Las canastas que determinan las líneas de pobreza e indigencia se encarecieron 8,3 y 11,7 por ciento en febrero, reveló el INDEC, con la inflación al 6,6 por ciento y los salarios corriendo desde atrás.
El gobierno nacional transita la recta a las elecciones de final de mandato sin poder revertir la sucesión de datos de la realidad que abonan la fertilidad del terreno para el crecimiento de la pobreza y la indigencia. Con el costo de vida de los sectores más desfavorecidos a la hora de generar ingresos creciendo a mayor velocidad que la inflación, cuyo avance es más rápido que el de la gran mayoría de los salarios, evitar que crezcan los porcentajes de pobres e indigentes es una utopía.
Si el alza del 6,6 por ciento del IPC fue un dato “malísimo” e “inesperado” para la administración de Alberto Fernández, como comunicó la portavoz Gabriela Cerruti, las subas que presentaron las canastas alimentaria y básica son lapidarias de cualquier expectativa de mejoras en la economía personal de los millones de argentinos que viven en la indigencia o la pobreza, como en la de quienes tambalean apenas por encima de la línea que delimita el costo de los bienes y servicios básicos para no padecer carencias.
Quienes viven con ingresos cercanos a la líneas de indigencia o pobreza están condenados a seguir cayendo mientras la velocidad a la que avanza el costo de las canastas para escaparse de esas situaciones siga humillando a la que alcanza la actualización de los ingresos, con más prepotencia si estos se generan en el sector informal. Aunque, tener un empleo registrado tampoco es garantía para evitar la pobreza.
En el mejor de los casos, los salarios de los trabajadores registrados corren cerca de la inflación, casi siempre desde atrás. El sueldo promedio del sector formal el año pasado perdió por cuatro puntos con el IPC, mientras que el del sector informal quedó 30 puntos atrás.
No obstante, ni empatar con la inflación alcanza para mantener la distancia con la pobreza o la indigencia porque el costo de las canastas que las determinan sube mucho más que la inflación. La canasta de indigencia subió 115 por ciento y la de pobreza 111 por ciento anual frente al 102 del IPC.
En febrero, el costo de la canasta alimentaria subió 11,7 por ciento y el de la de pobreza un 8,3 por ciento, contra el 6,6 por ciento de inflación mensual. En los dos primeros meses del año electoral, la referencia de la indigencia aumentó 19,8 por ciento y la de la pobreza 16,1 por ciento, mientras la inflación fue de 13,1 por ciento.
La última medición de la pobreza del INDEC reveló la situación del primer semestre del año pasado. A nivel nacional, la pobreza abarcaba al 36,5 por ciento de la población y la indigencia al 8,8 por ciento. En Neuquén, el 37,2 por ciento de la población estaba en la pobreza y el 5,4 por ciento en la indigencia. La Dirección de Estadísticas y Censos de la provincia mide la inflación mensualmente, pero no trabaja sobre los costos de las canastas alimentaria y básica. De todos modos, en la medición del IPC neuquino de febrero queda en claro que las subas en los precios de los alimentos superaron al índice general.
A fin de mes, el INDEC publicará los datos de pobreza e indigencia de la segunda mitad del año pasado. La canasta de indigencia aumentó el año pasado 103,8 por ciento y la de pobreza 100,3 por ciento, mientras la inflación fue de 94,8 por ciento. En lo que va de este año, empeoró la relación entre los ingresos de la población y los costos para evitar la pobreza.
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