Una publicidad de Cinzano de los 70 y la esperanza de trabajar en El Chocón
La protagonizaba Arturo Puig y buscaba alentar a los jóvenes para que no se vayan de la Argentina. Incertidumbre, inflación y violencia política hace poco más de un siglo.
Dos estudiantes universitarios acaban de recibir su título de ingeniero y están muy emocionados. Para festejar deciden ir a tomar un trago a un bar, donde planean su futuro. Uno cuenta que se irá a Alemania porque ya consiguió un contrato laboral. El otro dice entusiasmado que se quedará en Argentina para trabajar en una gran obra. ¿Cuál? La represa El Chocón.
Corrían los principios de la década del 70 y todo el país y buena parte de Sudamérica hablaban de la “Obra del siglo” para referirse al emprendimiento hidroeléctrico que se construía sobre el río Limay. Una publicidad de Cinzano, protagonizada por Arturo Puig y otro actor, reflejaba cabalmente el efecto que tenía El Chocón en la opinión pública, pero también reflejaba los vaivenes políticos y sociales de la época.
El proyecto había despertado tanta expectativa laboral, que miles de personas de distintas latitudes llegaban a Neuquén con la ilusión de conseguir un trabajo en la obra y ser protagonistas de una parte de la historia argentina.
Por aquellos tiempos, el país no atravesaba un buen momento, para variar. Un golpe de Estado había derrocado al presidente Arturo Humberto Illia en 1966 y un gobierno de facto encabezado por el general Juan Carlos Onganía gobernaba la Argentina. Por esa misma intervención, Felipe Sapag no había llegado a terminar su primer mandato como gobernador de Neuquén, pero el propio Onganía le pidió que se hiciera cargo del gobierno provincial luego de una fuerte rebelión de obreros que se había originado precisamente durante la construcción de la gran represa y que se denominó “El Choconazo”.
El clima en el país estaba enrarecido en aquellos comienzos de la década y la inflación no paraba de crecer. En 1970 había alcanzado el 4,4 por ciento anual, en 1971, el 29,2 por ciento, en 1972, 58,5 por ciento y así seguiría. Luego Onganía fue desplazado por otro militar, Roberto Marcelo Levingston, a quien luego reemplazó el general Alejandro Agustín Lanusse. Las elecciones de 1973 con el regreso de Juan Domingo Perón, su muerte un año después y la violencia política que iba en escalada presagiaban un futuro oscuro para la Argentina.
En la publicidad de Cinzano también se reflejaba el malestar y la incertidumbre de la juventud de esa época, aunque tenía un mensaje de esperanza para evitar el éxodo de profesionales recién recibidos. “Estoy convencido de que las cosas van a cambiar, que vamos a salir adelante. Y cuando ese cambio se produzca yo quiero estar metido en él”, le dice el personaje de Arturo Puig a su amigo, como una sutil forma de convencerlo para que se quede en el país.
En ese momento de la charla el mozo los interrumpe para preguntarles qué van a tomar que no es otra cosa que un “Cinzano on the rocks”. Luego Puig se levanta para hablar por teléfono y el amigo se queda solo pensando en la conversación que tuvieron. “Las cosas van a cambiar”, retumba la frase en la mente del muchacho que hasta unos segundos atrás estaba entusiasmado con el proyecto de radicarse en Alemania.
La cuestión es que Puig vuelve minutos después y el amigo, luego de reflexionar un poco, le dice que se va a “meter en el cambio” y le pregunta cómo hay que hacer para solicitar un puesto de trabajo en el Chocón.
Los dos brindan contentos con el vaso de vermouth, mientras suena una música bien setentosa que remata el corto publicitario con un “Mejor un Cinzano”.
Pasó casi medio siglo de esa propaganda de televisión y también pasó toda una vida.
La represa de El Chocón se terminó a mediados de aquella década, pero no sería la única gran obra sobre el Limay. En los años venideros se construirían otras cuatro que permitirían regular el río y administrar mejor los caudales.
En el país también pasaría de todo a lo largo de ese período de tiempo: una dictadura militar, una guerra, el regreso de la democracia, varias crisis inflacionarias, intentos golpistas, reiteradas disparadas del dólar, alegrías, angustias, esperanzas, incertidumbres.
¿Qué hubiera sido de la vida de aquellos dos jóvenes ingenieros que iban entusiasmados a trabajar en el Chocón si realmente hubieran existido? ¿Qué dirían hoy del país después de tantas páginas de almanaques deshojadas?
Lo único seguro es que ambos serían hombres viejos disfrutando su retiro y contemplando en reposo cómo transcurre esta última etapa de sus vidas. En qué lugar del mundo estarían viviendo en la actualidad depende de la imaginación de cada lector y del nivel de optimismo y esperanza que manejen en estos tiempos tan vertiginosos e inciertos, tan increíblemente parecidos a los de antes.
(Un fragmento de la publicidad fue publicada en la página Neuquén del Ayer, ilustrando un spot de la historia del Chocón)
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