Los eventos son convocados por el gobierno, que no toma ningún recaudo ante el coronavirus.
A contramano de todo el planeta, Nicaragua está de fiesta. El país centroamericano no ha impuesto ninguna restricción para frenar la pandemia de coronavirus. Por el contrario, el domingo la gente salió a desafiar la enfermedad del COVID-19, con paseos multitudinarios a las playas y fiestas populares. Los sandinistas acudieron a las actividades masivas organizadas por el gobierno del presidente Daniel Ortega, en las que predominaron la música y eventos con personas que competían por una premio, en contradicción con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una de las actividades promovidas por el gobierno fue el "Summer Music Fest 2020", en la represa El Trapiche, en las afueras de Managua, donde hubo concursos que requerían que los competidores juntaran sus cuerpos y tocaran con sus bocas un mismo objeto de manera simultánea. Las actividades multitudinarias que promueve el gobierno de Ortega cada día festivo o fin de semana han sido criticadas por médicos y defensores de los derechos humanos, por la alta exposición al coronavirus que produce la enfermedad de COVID-19.
El cardenal Leopoldo Brenes, quien lideró la histórica conmemoración católica de la Semana Santa a puertas cerradas, se pronunció sobre la promoción de actividades que llaman a la aglomeración en tiempos de crisis sanitaria. "Cristo es la esperanza, ha venido para que tengamos vida, no ha venido a promover la muerte, ha venido a destruir la muerte", dijo Brenes, en una misa a puertas cerradas, desde una Catedral de Managua completamente vacía.
El mensaje aparentemente no fue atendido por los sandinistas, quienes portaron la bandera rojinegra del FSLN, en sus viajes a algunos balnearios cercanos a Managua. La gente se siente protegida porque tenemos a todas las instituciones activadas, dijo la directora de El Trapiche, Ingrid McNally, a través de medios del Gobierno. Las autoridades nicaragüenses se niegan a imponer restricciones, suspender las clases o establecer cuarentenas, con el argumento de que solamente han confirmado nueve casos de COVID-19, y que el país no registra "transmisión local comunitaria".
A pesar de que el gobierno clasifica como "importados" los nueve casos confirmados, incluido un muerto, mantiene inalterable su política de fronteras abiertas. Según el Observatorio Ciudadano COVID-19, dedicado a investigar la cantidad de pacientes de esta enfermedad que no son reconocidos por el gobierno, al menos 202 personas podrían haber adquirido el virus en Nicaragua, y no nueve, como sostienen las autoridades.
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