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Otro rubro donde hay minoría de mujeres

En nuestro país, llegan sólo al 6% de los que trabajan en tecnología y en sistemas.

Hace un año llegaban a Whatsapp los emoticones de mujeres profesionales (profesoras, científicas y doctoras) impulsados por Google para fomentar la igualdad laboral. Pero un escándalo reavivó el debate sobre la brecha de género en el mundo tecnológico: un ingeniero de Google cuestionó públicamente las políticas de igualdad y criticó las habilidades de sus compañeras. La realidad es que en Silicon Valley las mujeres ocupan el 35% de la fuerza laboral y, casi siempre, puestos no tecnológicos.

En nuestro país, el 6% de los trabajadores en esta área son mujeres, según datos de la Comunidad Argentina de Sistemas. Entre los estudiantes de carreras informáticas, representan el 18%. “Menos del 20% de los especialistas en Tecnologías de la Información y Comunicación son mujeres, a pesar de ser la mitad de los usuarios”, asegura Delfina Grossi, gerenta de Google Marketing Solutions y Líder de Women@ Google. Destaca que 1 de cada 10 programadores en la región es mujer: “En Google sólo el 31% somos mujeres y el 20% están en puestos de tecnología. Somos conscientes y trabajamos políticas muy claras de diversidad e inclusión. Contar con diferentes puntos de vista y contextos nos lleva a mejores ideas, que se traducen en mejores productos, programas, soluciones y herramientas para los consumidores”.

Si bien las mujeres tuvieron un rol importante en la historia de la tecnología, como muestra el film Figuras ocultas, que relata la labor de las matemáticas afroamericanas en la NASA, han sido relegadas a un segundo plano. “En los inicios de la computación eran mayoría en las carreras de tecnología; después, disminuyó porque fueron brandeadas por la publicidad, los juguetes y los roles que se imponen. Aún en los videojuegos, el rol femenino es una princesa que debe ser salvada”, señala Carolina Hadad, cofundadora de Chicas en Tecnología. La ONG, creada con Melina Masnatta, Sofía Contreras y Mariana Varela, busca motivar el conocimiento y el entusiasmo de las adolescentes por esta industria. Varela define: “Tal vez, cuando estas chicas estén en la facultad o insertándose laboralmente, podamos ver el resultado”.

Un estudio de Microsoft demostró que las mujeres pierden interés en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) entre los 11 y los 15 años. Esta tendencia es porque está socialmente aceptado para las mujeres ser “malas” en STEM. “Las razones por las que una chica elige una profesión, principalmente, responden a “soy buena haciendo esto”. ¿Cómo van a ser buenas programando o creando nuevas tecnologías si nunca lo hicieron?”, explica Hadad y señala la importancia de tener modelos. Por eso, impulsan el programa Comunidad, que les acerca referentes femeninos.

En los próximos ocho años la demanda de programadores en nuestra región llegará a 1.250.000, según el BID. Contar con más mujeres es crucial. “Las charlas ya no se refieren a mujeres demostrando que somos capaces de trabajar en programación. Hoy es dar solución a la falta de profesionales”, asegura Eleonora Ortega, ingeniera informática en MuleSoft.

Un programa para las adolescentes

“Es fácil conseguir un speaker masculino, lo difícil es conseguir uno femenino. Es un poco triste que el mundo de la mujer en tecnología quede limitado al diseño”, asegura Guido Vilariño, mentor en la ONG. Los programas estimulan a que chicas de entre 13 y 16 años se interesen en el sector. Mediante los PUMM (Programando un Mundo Mejor), alumnas adolescentes se reúnen durante cuatro días para crear una aplicación que solucione un problema de su comunidad. “Que haya chicas brinda la diversidad de perspectivas para abarcar un rango más amplio de situaciones”, defiende Vilariño. Así, no sólo aprenden de código, sino que se empoderan.

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