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Pintó el sol que vio Neruda y volvió para colorear el río Neuquén

Héctor Leonardo Inostroza Gómez. Es artista visual nacido en Zapala y a los 10 años se fue a Valparaíso, Chile. Ahora regresó a la provincia para desplegar su arte.

Tenía ocho hermanos y vivía en la pobreza. Se mudó con un padrino del otro lado de la cordillera. Pudo estudiar y trabajar como muralista.

Siempre pensó que algún día volvería a la provincia para poder trabajar de lo que le gusta.

ADRIANO CALALESINA

NEUQUÉN
Héctor Leonardo Inostroza Gómez quería dar la vuelta al mundo. Veía la vida en colores, pero sus sueños permanecían oscuros, atrapados en una rutina donde sólo podría contemplar a lo lejos la luz del cerro Michaceho. Eso fue allá a mediados de los 70, en su Zapala natal.

"Acá no aguanto más, quiero pintar paisajes", le dijo a su madre con sólo 10 años. Tenía ocho hermanos y en el hogar no alcanzaba el dinero. Su padre era albañil y su mamá empleada doméstica, y la situación se hacía cuesta arriba.

¿Qué hacía entonces un niño de 10 años con la mente tan libre? Quería ser artista, pero no pudo con el clima patagónico. Entonces, un día decidió partir. Su familia le buscó un padrino en Valparaíso, Chile, una suerte de tutor para que lo guiara del otro lado de la cordillera.

En esa ciudad que mira a las aguas del Pacífico, Héctor se educó, se casó y crió a sus tres hijas.

Una ciudad que le enseñó todo sobre la luz, como aquella de color violeta en los atardeceres que se amigaba de los marineros y que están plasmadas en los poemas de Pablo Neruda.

A los 47 años, Héctor decidió volver a la Patagonia y hace un mes que se radicó en Neuquén capital. Dice que quiere desplegar todo su arte y volver a pintar los ríos neuquinos y los sitios que alguna vez recorrió de chico. Ya había estado hace cinco años y en toda su vida volvió tres veces para reencontrarse con su familia.

"Fue muy fácil para mí estudiar arte porque lo llevaba en la sangre. Cuando estaba allá me preguntaba cómo era estar en la Patagonia, por eso empecé a pintar los ríos de Neuquén, son parte de mi ADN", comenta.

Estudió en la Universidad de Arte y Ciencias Sociales de Valparaíso y se graduó como artista visual.

Enseguida comenzó a pintar murales, a trabajar por su cuenta en esa ciudad y, con el poco dinero que juntó, pudo progresar durante años. Pero siempre pensaba en Neuquén y en la posibilidad de volver.

Y no le resultó fácil. Tardó poco más de seis años en terminar sus estudios, ya que todos los institutos y la universidad en Chile son pagos. "Me costó mucho, trabajaba y estudiaba a la vez, y además tenía que formar una familia", recordó.

"Pienso que Neuquén es una ciudad de la Patagonia muy importante. Yo nací en Zapala, pero no conozco la Argentina. A Valparaíso puedo pintarlo con los ojos cerrados, me enseñó mucho sobre los colores y el arte, pero quiero abrirme a mis raíces", cuenta Héctor.

Ahora el artista vive en el Barrio Municipal con su familia y espera en estos días comenzar con trabajos a pedido en su taller. En Chile realizó varias obras muralistas de gran tamaño, tanto en los espacios públicos de la ciudad como por encargo de comerciantes.

"Me gusta mucho Diego Rivera. Creo que el arte tiene que estar desplegado en la calle, la gente tiene que ver cómo trabaja un artista. Esto es lo que quiero mostrar. Pintar la Catedral y mostrar a todo el mundo cómo es la técnica", señala.

A Héctor se lo puede ver algunas tardes en el Paseo de la Costa o, sobre Avenida Argentina, en el Paseo de los Artesanos. Su técnica es el neoimpresionismo, como lo hacía Cézanne, Van Gogh o Gauguin, con gruesas pinceladas y paisajes naturales.

Todavía recuerda el día que salió de Zapala, aunque no precisa bien la fecha. Sí que la ciudad lo asfixiaba y no podía salir adelante por la cantidad de hermanos. "De los ocho hermanos fallecieron dos. Ese día que me fui solo. Me acuerdo que tenía una mochila y que cruzamos la cordillera en un colectivo. Tenía el permiso de mis padres, pero allá hice otra vida con otra familia", dice.

Vive esperanzado y dice no extrañar la ciudad que lo hizo crecer como artista. Quiere volver a una raíz que perdió hace mucho tiempo y, tal vez, empezar a pintarla con los colores del mismo Cézanne o los versos de Neruda.

CIUDAD DEL ARTE
"Me gustaría pintar la Catedral"

Neuquén es un punto de encuentro para los artesanos del país, cada vez que se hace la feria internacional. Héctor supo muy bien de esta característica y estuvo tres veces en la ciudad. Su idea es empezar a pintar en los espacios públicos los íconos de la ciudad y mostrarlo a la gente. "Me gustaría empezar por la Catedral", acota. En la ciudad hay varias paredes que esperan la llegada de los muralistas. Algunas ya tienen registrada las frases de Acción Poética. No sería raro que los colores empiecen a desplegarse en los barrios neuquinos.

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