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Pionera de Covunco, María sopló 104 velitas y celebró con cuatro generaciones

Nació el 7 de marzo de 1917 en el paraje Pino Solo en plena cordillera neuquina. Junto a su esposo conformaron uno de los primeros comercios de la zona.

Los años pasan y la vida se va cargando con tristezas y alegrías. Son años en que las personas van dejando una marca indeleble en el destino de los pueblos. En el paraje El Puente, a dos kilómetros del centro de esta localidad, hay una mujer que se ha convertido en leyenda y en un verdadero emblema de los orígenes de Mariano Moreno. Junto a su esposo fueron los forjadores de los primeros arraigos de progreso del lugar, unos adelantados para la época que les llenaron de optimismo y de vida el corazón a innumerables vecinos.

María Villalba este domingo 7 de marzo completó 104 años calendarios. Nació en Bajada del Agrio en medio de 9 hermanos en 1917. Sus padres, Manuel Villalba y Juana Rubilar, fueron productores y crianceros de los cuales heredó la estirpe laboriosa y emprendedora para empujar siempre la vida con entusiasmo y decisión. Quiso el destino que un evento social fuera el lugar indicado para conocer a Guillermo Antonio Siena, con quien formaría una sólida y pionera familia en las tierras de Covunco. Además de mucho trabajo y esfuerzo también le entregaron a esta tierra dos hijos. El árbol genealógico de esta mítica familia se compone hoy de 6 nietos, 8 bisnietos y 3 tataranietos.

Los hijos de María son Oscar Antonio (68 años) y Mario Guillermo (63 años) quienes toda la vida la acompañaron en las tareas que supieron desarrollar en el paraje El Puente, a orillas del arroyo Covunco.

Pionera de Covunco, María sopló 104 velitas y celebró con cuatro generaciones

Aquí don Siena le dio vida en 1950 a uno de los primeros Ramos Generales y Frutos del País de la zona. “Este boliche aún permanece de pie en el recuerdo de todos”, cuentan sus hijos. El comercio se transformó por un cuarto de siglo de funcionamiento en un faro para los productores y crianceros de la zona. Aquí se compraba lana y cuero entre otros productos. Fue un importante proveedor comercial de las familias del lugar y del RIM 10 que recién comenzaba a funcionar como unidad militar permanente. “Llevábamos camiones a Zapala a descargar los vagones del tren para surtir de mercadería al negocio. Teníamos de todo y para todos”, recuerda con orgullo su hijo Oscar. Relata también que entre otras de las actividades desarrolladas junto a sus padres fue la producción de ladrillos. “Íbamos cargados con ladrillos a todo el alto valle y de vuela traíamos frutas para la venta. La verdad que fueron tiempos increíbles”, asegura.

Un vecino “celestino”

Su hijo Oscar cuenta que otro reconocido vecino de la época y de la historia local como lo fue don Ramón Rojido fue quien ofició como “celestino” para que sus padres se conocieran y se convirtieran en lo que serían después. “Dos almas gemelas que se amaron demasiado y que ese mismo amor lo transmitieron a su trabajo y en la atención a sus vecinos. Fueron dos personas extraordinarias y es un regalo de la vida que hoy pueda estar festejándole el cumpleaños a mi querida madre”, sostiene su hijo Oscar.

Pionera de Covunco, María sopló 104 velitas y celebró con cuatro generaciones

“Doña María a mí siempre me presentó ante su familia, amigos y conocidos como el tercer hijo que tuvo sin dolor”, cuenta con emoción José Ramón Páez, un ex militar que desde hace más de 50 años forma parte de la familia Siena y que la acompaña a esta noble mujer en cada uno de sus cumpleaños. “Desde que regresé a mi provincia natal (San Luis) cada año vengo con mi familia a acompañarla en su cumpleaños”, dice. “Para mí es la mejor mujer en mi vida. Se convirtió en mi madre del corazón y prácticamente le debo todo. Me abrió la puerta de su casa y me hizo y me hace sentir como un verdadero hijo. Es impagable lo que ha hecho por mí y por mi vida”, afirma. José cuenta que llegó a Covunco en diciembre de 1969 y desde entonces a través de una amistad con su hijo Oscar se transformó en ese tercer hijo del corazón.

Por último, José reflexiona: “Siempre se brindó a los semejantes con el corazón sincero, fue muy humanitaria. Hoy, ella y todos nosotros, nos sentimos orgullosos por sus 104 años. Con todo lo que ha hecho en su vida ya se tiene ganado el cielo. Sin dudas cuando algún día Dios la llame para estar junto a su lado también se va sentir orgulloso. Hoy estamos de festejos por el cumpleaños de esta gran mujer y mi madre del corazón”.

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