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Nardanone, un oscuro empresario

El reginense, dueño de Las Palmas, tuvo manejos non sanctos en sus negocios y también en su paso por la política. Ahora, la querella lo tiene en la mira por la desaparición de Ávalos.

Ambición, avaricia, manipulación y engaño son rasgos propios de los estafadores y de Pedro Nardanone, el dueño del boliche Las Palmas, donde fue visto por última vez el estudiante oriundo de Picún Lefú Sergio Ávalos, la madrugada del 14 de junio de 2003.

“Yo te lo pongo a Pedro adelante tuyo y te convence de lo que sea y te vende lo que quiera”, me confió, café de por medio, una fuente que conoce al empresario de Villa Regina. Otro informante agregó: “En minutos te convence de que es más bueno que la madre Teresa. Si lo ves venir, es mejor cruzarte de vereda”.

Con Nardanone —Pedro, como le dicen en Regina— no se puede hacer ningún tipo de negocio porque todo se termina desvaneciendo como por arte de magia.

Tuvo bajo control la terminal de Regina y un boliche que funcionaba en el primer piso de dicho edificio sin cumplir la normativa. Manejó El Negrito, famoso local de venta de autos de Neuquén, y lo fundió. Su mayor emprendimiento fue Las Palmas, que también se llamó El Monumental y El Fuerte, todos cambios estratégicos o pases mágicos con el único fin de licuar deudas, evitar demandas y pagos de proveedores, es decir, estafar.

Ni hablar de su paso por la política, donde fue denunciado por los concejales de su partido por “aprietes” para que le aprobaran, mediante excepciones, la construcción de un hotel sin planos. Una carta blanca exigía Pedro.

Cada vez que intentaron cobrarle, no tenían de dónde sacarle un solo centavo, nada estaba a su nombre.

Para algunos, se trata de un astuto hombre de negocios; para otros, de un mafioso inescrupuloso; y para los Ávalos y sus querellantes, Sergio Heredia y Leandro Aparicio, es uno de los responsables de la desaparición forzada de Sergio Ávalos, un delito de lesa humanidad que es continuo, no prescribe y prevé la pena de prisión perpetua.

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Buenos muchachos

Su carrera como hombre de negocios arrancó desde joven cuando tuvo que administrar la chacra de sus padres, gringos laburadores que le dejaron un capital muy importante.

Una ventaja que supo explotar bien Nardanone fue el alto perfil que tuvo otro reginense, Horacio Massaccesi.

Massaccesi inició su carrera política en las elecciones de 1983 con la vuelta de la democracia. Fue diputado provincial y no alcanzó a terminar mandato porque se mudó al Congreso de la Nación y en 1987 fue elegido gobernador de Río Negro.

Con el reginense en el poder, Pedro se valió de sus amigos que se ataron a la suerte del gobernador radical.

“Nunca tuvo vínculo directo con Massaccesi, aunque se conocían de Regina. Sí tuvo relación con las segundas y terceras líneas porque eran amigos y estaban en el bloque duro de poder de Massaccesi, que se centraba en la zona de Regina y Roca”, confió una fuente vinculada a la política rionegrina.

Eso es lo bueno de las localidades chicas: todos se conocen las cuentas, incluso las pendientes.

Tras la desaparición de Ávalos, Pedro se refugió en Regina y lentamente comenzó a coquetear con la política y utilizó sus redes sociales para iniciar una suerte de convocatoria vecinal que terminó consolidando el Frente Todos por Regina.

En las elecciones del 26 de junio de 2011, se presentó como candidato a intendente, pero no ganó. No obstante, el Frente metió tres concejales.

En el marco de esa campaña, aseguró tener un pasar económico lo suficientemente holgado para no tomar la actividad política como un trabajo. Esa expresión hoy sigue retumbando en la cabeza de sus viejos acreedores.

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En 2012, se develaron los verdaderos intereses de por qué quería llegar al sillón del Ejecutivo municipal.

Los tres ediles del Frente Todos por Regina denunciaron en una conferencia de prensa, bastante desprolija y envuelta en un marco de temor, que habían recibido aprietes de Nardanone.

"No fuimos funcionales a sus intereses particulares, por ejemplo, quería que impulsáramos la aprobación de una ordenanza por excepción para favorecer la construcción de un hotel en la zona rural, el cual no tiene planos ni habilitación. Del mismo modo para que presionáramos para darles una solución a los problemas que tiene con un galpón de empaque y deudas con el Municipio", indicó la concejala Nélida Gasperoni en la conferencia.

Esa noche hubo matones, amenazas de quema de autos y la renuncia al partido de los tres concejales, a los que se sumaron el secretario de bloque y el referente que tenían en el Tribunal de Cuentas. La deserción fue por miedo a Pedro y sus muchachos.

Finalmente, el hotel se construyó pegado al galpón de empaque y frigorífico familiar, que están desmantelados.

Pedro lo bautizó La Sicilia Chacra y está concesionado. Eventualmente, la gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras, lo ha utilizado en sus incursiones a Villa Regina.

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Negocios y noche

En su pueblo, varios son los que no olvidan que Pedro tuvo un par de negocios que, como no rindieron lo esperado, terminaron en llamas.

“Hace unos 40 años pasó. Nosotros estábamos de noche dando vueltas cuando vimos que pasó el camión de bomberos. Imaginate que todos éramos pibes y en el pueblo no pasaba nada, así que salimos corriendo atrás de los bomberos”, graficó un reginense.

Eran las 2 de la madrugada cuando el grupo de jóvenes dobló la esquina y vio a Pedro sentado llorando con su tienda de pilchas ardiendo.

“Nos miró y nos dijo ‘qué rápido llegaron los bomberos’”, recordó el memorioso vecino. “Era rápido para los fósforos cuando el negocio no caminaba. Lo bueno es que siempre tenía seguro”, deslizó otra fuente arqueando las cejas.

El corrimiento a Neuquén fue un paso estratégico por la cantidad de habitantes y porque su ejercicio comercial non sancto había puesto en alerta a varios en el Alto Valle rionegrino.

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Primero, puso un comercio de venta de autos, El Negrito, muy popular en su momento. Con el correr de los años, El Negrito se fundió.

“Los empleados le ganaron el juicio civil. Era una suma impresionante para la época, pero no había cómo cobrarle porque no tenía nada a su nombre”, detalló un abogado que pasó por la causa.

Su actividad como empresario de la noche había comenzado en el boliche de la terminal de Regina, el cual gozó de mala fama en poco tiempo.

No obstante, en 1994, desembarcó en la noche neuquina de la mano de un amigo de Regina, Adriano Alejandro Petrini.

Petrini fue quien el 5 de agosto de 1994 presentó la solicitud de habilitación por “vía de excepción” del edificio de Primero Pobladores al 2000, que tenía un exceso de superficie del 13% y cuya instalación en dicho sector de la ciudad no era compatible.

“Para Pedro, todo se solucionaba con plata o con más plata”, indicó una fuente que conoció bien al reginense.

Lo cierto es que la excepción fue aprobada por el Concejo Deliberante neuquino el 18 de noviembre de 1994, y el 2 de diciembre la intendenta Derlis Kloosterman firmó el decreto respectivo (1873) junto con los funcionarios Mario Silvano Humar, secretario de Gobierno; Osvaldo Enrique Siarrusta, secretario de Obras Públicas; y Alberto Arbornoz, secretario de Hacienda.

Ese año, los funcionarios mencionados se vieron vinculados al denominado “affaire de las tachas”, una compra donde se pagaron sobreprecios en la adquisición de atenuadores de tránsito. El caso quedó en manos del Tribunal de Cuentas de Neuquén y la responsabilidad patrimonial de dichos funcionarios superó los 150 mil pesos/dólares de ese entonces.

Kloosterman debió abandonar el Ejecutivo municipal tres meses antes de concluir su mandato y se refugió durante una década en la pequeña localidad costera de Claromecó. Retornó a Neuquén cuando finalmente el Tribunal de Cuentas la declaró libre de responsabilidad patrimonial, pero ya no tuvo cabida en la política local pese a que intentó reinsertarse.

“Esa gestión, para el MPN, fue el principio del fin de la hegemonía en la ciudad. Después, vino Luis ‘Chito’ Jalil, pero no alcanzó para frenar al Pechi Quiroga”, develó una fuente de la política neuquina.

Sobre la apertura de Las Palmas pesa la sospecha de que la excepción tuvo un costo económico para Nardanone, más aún porque dicha gestión municipal era bastante permeable a las “soluciones alternativas”.

Finalmente, en lo que fue el expediente Las Palmas, Nardanone apareció en escena el 11 de diciembre de 1994 con una solicitud de licencia comercial para el rubro de “confitería bailable y salón de fiestas”.

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Clos de sociedades

Astuto, siniestro y embaucador, Nardanone craneó la conformación de una suerte de clos de sociedades que interactuarían entre ellas y harían un pasamanos con el boliche. Entre ellas estaba Lebai SRL, donde Nardanone y Petrini figuraban como socios. A su vez, conformó LiPe SRL, que estaba a cargo de Liliana Esther Bonjour, su esposa en ese entonces, y cuyas iniciales dan cuenta de sus nombres: “Li” por Liliana y “Pe” por Pedro.

Bonjour pasó recientemente por el Juzgado Federal a declarar en el marco de la desaparición forzada de Ávalos. La mujer no recordaba los papeles que había firmado y, al salir del edificio federal, se paró delante de Asunción Ávalos y lo acarició. Por respeto y educación, don Ávalos no le dijo nada, pero la situación le resultó poco más que repulsiva.

Finalmente, apareció Grappa SRL, que tenía por apoderado a Petrini y en los papeles figuraba que la habían conformado Gustavo Adolfo Garay y Julio Sergio Rodríguez; amigos, prestanombres, como quieran llamarles.

LiPe SRL firmó un comodato el 13 de marzo de 1997 con Lebai SRL donde le entregó en forma gratuita el boliche para su explotación.

Al año siguiente, Lebai SRL apareció en el expediente municipal solicitando la renovación de la licencia comercial del boliche, manteniendo las excepciones iniciales.

El 12 de enero 1999, Lebai SRL recibió la intimación 20/99, donde se les informó que mantenían una deuda con el Municipio de $50 por no efectuar el pago de un espectáculo público del 3 de enero de ese año. Para que se entienda: hubo un espectáculo dentro del boliche que no fue notificado al Municipio y cuando un inspector lo advirtió, extendió dicha multa.

La sociedad de Nardanone con Petrini solicitaría la baja de la licencia comercial mediante un expediente que se inició el 10 de febrero de 1999. Al día siguiente, el 11 de febrero, se presentó la solicitud de licencia comercial por parte de Grappa SRL, que entregó la nomenclatura catastral del edificio de Primeros Pobladores al 2000 y bautizó el boliche como El Monumental.

El 8 de abril de 2001, un joven de 21 años murió tras caer del escenario central del boliche. Fue un accidente, pero rápidamente buscaron desvanecer a Grappa SRL y fue ahí donde Nardanone aprovechó la mano de obra gratis que ofreció el novio de la nena: Patricio “Pato” Sesnich, un muchacho de 23 años, ambicioso, violento y con muchas ganas de pertenecer a círculos que le eran esquivos.

El 28 de junio de 2002, Sesnich firmó un contrato con LiPe SRL —su suegra— por el alquiler del boliche y, a los pocos días, ya en julio, inició el trámite en el Municipio para obtener la licencia comercial 36.181. En dicho expediente, Sesnich firmó como propietario.

Ese fue el estratégico manejo que realizó Nardanone del boliche para evadir todo lo que fuera posible, dato que confirmó a este medio un funcionario municipal de la época y que posteriormente ratificó ante la Justicia Federal.

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La gran estafa

Antes de sumergimos en los oscuros manejos del boliche, vale recordar el paseo que Nardanone y su clos le dieron a Sadaic.

La Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música persiguió durante siete años al reginense para que pagara el canon respectivo.

“Llegaron a venir al Municipio a pedirnos ayuda para poder cobrarles, pero eso no nos correspondía a nosotros”, confió el ex funcionario municipal.

Tras la desaparición de Sergio Ávalos, el juez civil Raúl Bassi (fallecido) dictó sentencia el 12 de agosto de 2003 en contra de Nardanone, Petrini y Lebai SRL. “Por el cobro de la suma de 644.984 pesos (dólares), más sus intereses, derivado de los derechos económicos de autores emergentes de la utilización de las obras musicales y literarias musicalizadas, cuya percepción tiene a su cargo la accionante. Manifiesta que la demandada viene utilizando el repertorio musical administrado por su parte desde el mes de septiembre de 1996 hasta la fecha, sin pagar los aranceles autorales correspondientes, incurriendo de esa manera en la violación de la ley 11.723, 17.648 y demás normas legales que protegen los derechos autorales”, indica la sentencia.

Sadaic solicitó el embargo preventivo de los bienes del boliche y las dos radios que tenía el empresario reginense. A esa altura de los acontecimientos, Las Palmas había sido clausurado por el área de Comercio del municipio de Pechi Quiroga.

Casi un mes después, el 11 de septiembre, les secuestraron a Nardanone y compañía, por orden de Bassi, varios equipos del boliche y la radio.

La sentencia civil no fue apelada y quedó firme.

Una fuente de la Justicia neuquina confió a este medio: “No hay constancia en el expediente de que hayan pagado. De hecho, se iniciaron ejecuciones de honorarios de peritos y de abogados, ejecuciones de sentencia, y al final se declaró la inhibición general de bienes, para que no puedan comprar ni vender, que es una medida que se pide y se ordena cuando no pagaron y no les encuentran bienes para rematar”.

Lo mismo que les ocurrió a los empleados de El Negrito. Nada parece ser coincidencia.

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Sabían todo

De acuerdo con la labor realizada por los querellantes Heredia y Aparicio, se han sumado testimonios en estos últimos meses donde se da cuenta de que tanto Sesnich como Nardanone estaban al tanto de todo lo que ocurría en el interior de Las Palmas.

“Ya se probó que en el boliche había militares en actividad que no podían estar brindando seguridad de acuerdo con la legislación”, advirtió Heredia.

A esto se suma que una empleada de ese entonces, que atendía la barra, declaró ante la Justicia Federal que había una mujer, la Chechu, que era la novia de Nardanone y la encargada de reclutar chicas para trabajar en la barra.

A esas chicas, para aguantar la larga jornada nocturna, les proveía de cocaína. Además, agregó la empleada que “el Pato sabía todo lo que pasaba en el boliche”, y describió que siempre andaba con un handy y se le consultaba por absolutamente todo.

El dato nuevo que incorporaron Heredia y Aparicio da cuenta de que Nardanone, por más que no estuviera en el boliche, estaba al tanto de todo.

“Manejaba un equipo de comunicación de larga distancia y desde la radio del boliche se brindaba información, que tenían ciertamente codificada, para que Nardanone supiera qué estaba pasando”, detalló Heredia, que avanza a paso firme con la mira puesta en las imputaciones de los responsables de la desaparición forzada de Sergio Ávalos.

El pasado de Nardanone no solo es un ancla sino también una radiografía que expone su predisposición para hacer negocios poco claros y, ante situaciones inconvenientes, correr hacia adelante tratando de evadir responsabilidades. Tal vez, solo tal vez, esta vez la Justicia le dé alcance.

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