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Prohibido enamorarse: el sexo dejó de ser tabú, pero las emociones no están permitidas

La sexóloga neuquina Daniela Reyes Alonso analiza los vínculos actuales, atravesados por las redes sociales, las apps de citas y el fantasma de las relaciones tóxicas.

La irrupción de las redes sociales en la vida cotidiana modificó de manera sustancial la manera en que se tejen los vínculos. Aunque este contexto actual de sobreexposición, hiperconexión e inmediatez parece haber facilitado los encuentros casuales hasta lograr borrar cualquier tabú en relación al sexo, las nuevas prácticas parecen haber generado otra palabra prohibida: sentir demasiado.

Daniela Reyes Alonso es una educadora sexual neuquina que se dedica a ofrecer talleres para facilitar los encuentros sexuales asertivos. ¿Qué significa? Una forma de abordar los encuentro sexo afectivos desde la comunicación, donde cada integrante del vínculo sepa exactamente qué disfruta y qué esperar dar y recibir durante un encuentro íntimo. Sin embargo, y aunque su aporte está basado en la comunicación, la especialista se encuentra cada vez con más obstáculos a la hora de expresar los sentimientos, que pesan sobre todo entre la población más joven.

En décadas pasadas, el principal escollo para tener encuentros sexuales placeres se basaba en el pudor. Todavía existía un tabú en torno a la desnudez y cierto temor a soltarse en las relaciones íntimas. Sin embargo, el paso de los años y la aparición de nuevos discursos sobre la libertad y la autoaceptación parecen haber allanado el camino. Cada vez es más fácil desnudarse sin pudor, mostrarse sin tapujos y disfrutar del sexo sin prohibiciones.

Ahora, en cambio, los tabúes están puestos en otros lados. "Está mal vista la intensidad en las relaciones", dice Reyes Alonso y aclara que existe un temor a ser demasiados intensos o tóxicos, por lo que muchas personas prefieren ocultar o reprimir sus verdaderos sentimientos para exponer un fingido desinterés que los protege de las conexiones reales.

Dependientes del Romance y el Sexo Anónimos se denomina el grupo.

"Todos anhelamos conectar de verdad con alguien, estar con alguien que nos haga sentir cosas, pero para lograr eso tenemos que mostrarnos vulnerables", expresa la especialista sobre esta contradicción. Como sólo se puede conectar a través de la empatía, buscar vínculos significativos implica, sin dudas, bajar la guardia, algo que las nuevas generaciones ven como un símbolo de debilidad e incluso como antítesis de las relaciones sanas.

Aunque no todas las relaciones intensas son necesariamente tóxicas, los jóvenes escapan de los vínculos enfermizos a través del desinterés. "Ahí es cuando aparece el famoso ghosting", señala la sexóloga. "Tener encuentros casuales es cada vez más fácil gracias a las aplicaciones de citas, que nos permiten elegir personas como si se tratara de un catálogo, y puede haber encuentros sexuales muy intensos, con muchos fuegos, pero luego se encargan de marcar que no son nada, y que por eso no tienen ninguna obligación con el otro", expresa.

Para Reyes Alonso, no hay posición más equivocada que esa. Afirma que toda relación sexo afectiva implica emociones, aunque no lleven una etiqueta de vínculo formal o no se traduzcan en sentimientos de ternura o romanticismo. "No somos personas mecánicas que tenemos relaciones mecánicas buscando orgasmos", dice y agrega: "Aunque sean relaciones sexuales casuales, están teñidas de emociones, como ganas o entusiasmo".

En cualquier vínculo casual, entonces, tiene que haber responsabilidad afectiva. Para la sexóloga, es importante comunicar de manera clara y amorosa lo que cada uno busca en una relación, pero nunca desaparecer o bloquear a las personas con las que uno se vincula. "Incluso cuando nos toque decir que no buscamos lo mismo, es importante decirlo con franqueza y de una manera amorosa", detalla.

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El ghosting, que se da cuando uno de los dos integrantes del vínculo deja de responder cualquier tipo de comunicación, puede traducirse luego en problemas graves para el autoestima. "Cada visto clavado duele, y lleva al otro a preguntarse qué hizo mal o si hay algo malo con ellos mismos", sostiene la especialista, que afirma que muchas personas acuden a distintos tipos de terapia para trabajar estos problemas que inciden en su estado de ánimo y sus vínculos futuros.

Por eso, la neuquina considera considera que el tabú en torno al sexo y la desnudez dieron paso a un nuevo tabú. Ahora, lo "tóxico" es la palabra prohibida, por lo que muchos se reprimen de sentir con tal de no mostrarse demasiado intensos. Y aunque buscan conexiones reales, terminan por entablar sólo encuentros de sexo casual donde no se cuidan de ocultar su cuerpo o evitar prácticas consideradas impuras, pero sí de ofrecer gestos de cariño.

Reforzar un vínculo de manera amorosa no es un sinónimo de intensidad sino una herramienta para construir de manera paulatina una relación más fuerte, una conexión más profunda. Y terminar un vínculo de forma asertiva, con delicadeza, no es un síntoma de debilidad sino una muestra de responsabilidad afectiva hacia esas personas que quizás no provocaron enamoramiento pero tejieron un vínculo genuino que es necesario respetar a través de una ruptura clara y que no les haga daño.

ghosting

"Muchas veces las redes sociales nos llevan a mirarnos demasiado a nosotros mismos", reflexiona Reyes Alonso y agrega que es necesario trabajar la empatía para entender qué pueden llegar a sentir del otro lado si desaparecemos de un día para el otro y sin dar una explicación. "Añoramos conectarnos pero nunca nos lo permitimos", se lamenta.

Así como el trabajo constante de sensibilización terminó por imponer nuevos discursos sobre el amor propio, la aceptación y el empoderamiento, es posible que se pueda trabajar la importancia de entender los vínculos sanos como encuentros donde primen la empatía y la comunicación. Y derribar el tabú en torno a la intensidad parece ser el primer paso para permitirse sentir y e interesarse por los otros, sin que eso implique otros compromisos vinculados al amor romántico.

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