Fue auxiliar de servicio durante más de 40 años.
Héctor González, más bien conocido como “Gonzalito”, se desempeñó como auxiliar de servicio en la Escuela n°61 de la ciudad de Neuquén durante más 42 años, aunque sin dudas todos lo van a recordar como mucho más que un portero.
Son muchas las generaciones de estudiantes que pasaron en más de cuatro décadas de historia y un portero se transforma en cocinero, plomero, electricista, pintor, consejero y amigo de todos los niños y niñas, para los que la escuela era una segunda casa y la familia de Gonzalito una segunda familia.
Llegó Neuquén, desde La Pampa natal, en 1951 y comenzó trabajando en las chacras como jornalero. "Vine de la zona de La Reforma buscando trabajo porque en aquel entonces, la miseria nos corría para este lado, acá había más trabajo porque había muchas chacras. Incluso cuando entré a la escuela en el año 1958 continué trabajando medio día en la chacra y medio día en la escuela", contó Héctor.
"En la escuela les hacía el mate cocido, los atendía a todos, ahí empezaron a decirme “Gonzalito” y cada vez que necesitaban algo empezaban Gonzalito esto, Gonzalito lo otro", recordó sobre el comienzo de su apodo.
La Escuela 61 es una de las pocas escuelas que conserva intacta la estética de los establecimientos educativos realizados por la Fundación “Eva Perón” y además hay una carta carta Eva Duarte de Perón que certifica su apoyo y financiación.
Héctor González iba a la escuela incluso los sábados para ocuparse de la bandera argentina que tanto amó. La dejaba lista para el lunes acompañado de su familia.
"Nosotros siendo muy chiquitos íbamos todos los sábados, caminando desde nuestro barrio a la escuela con toda la familia a acompañarlo a mi papá a arriar la bandera y dejar todo en orden. Mi papá iba a trabajar a la tarde a la escuela después de haber trabajado todo el día en las chacras. Yo era pequeña y recuerdo que mi papá se iba bien de madrugada tipo cuatro o cinco de la mañana. Pasaba tantas horas trabajando al sol que le quedaban las marcas del recolector y la camiseta que usaba en sus tareas", recordó su hija Edith.
Además de haber cursado la primaria en el Escuela N°61, Edith trabajó como docente y como un giro feliz del destino en el momento en que su padre se jubiló asumió por concurso como directora de la institución.
“Me recibí de maestra en 1984, fui docente y directora en la misma escuela en que casi te diríamos pasamos nuestra infancia mis hermanos y yo, junto a mi madre que colaboraba muchísimo con las tareas de mi padre y a quién todos la recuerdan también con mucho cariño", agregó.
"Cuando mi papá se jubiló, en el año 2000, llegué al cargo de la dirección de la escuela. Él se jubilaba y yo ingresaba como directora. La gente de la escuela se alegró mucho porque nos conocía a toda la familia. Mi madre también ayudo siempre a papá, todos los recuerdan cuando andaban juntos de acá para allá atendiendo las múltiples tareas”, contó la hija de Gonzalito.
La escuela fue refugio de evacuados en las históricas inundaciones de la ciudad y refugio ante la amenaza del conflicto bélico con Chile, Héctor González siempre estuvo allí. Trabajando por los demás que es por lo que más se lo recuerda. Solía colaborar con el Obispo Jaime de Nevares en sus acciones solidarias y cada vez que había llevarle alimento y consuelo a quienes más lo necesitaban.
Este martes Don Héctor González, “Gonzalito” nos dejó. Víctima del Covid y la tristeza de haber perdido hace un mes a uno de sus hijos formará parte viva del recuerdo de quienes lo conocieron y quisieron. Quienes pasaban frente a su casa y lo reconocían lo saludaban con instantáneo afecto, los taxistas insistían en no cobrarle el viaje y sus vecinos encontraron en él una sonrisa, una mirada dulce y una vida de trabajo y esfuerzo. Se fue uno de nuestros vecinos más queridos y será sin dudas también uno de los más recordados.
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