Descansan a contramano de todos y son testigos de una Neuquén misteriosa. Un playero, una taxista y un guardia de seguridad ciuentan sus vivencias.
Cuando las luces de los comercios se apagan y las persianas se bajan, las calles se vuelven solitarias. El silencio se apropia de la noche, mientras que la oscuridad transforma la ciudad. Pero, dentro de esa tranquilidad y monotonía de las madrugadas, hay profesiones que atienden las urgencias y las necesidades de los vecinos, y que viven con otro reloj.
Sus jornadas de trabajo terminan cuando el sol sale y las horas de sueño arrancan después del almuerzo. Se despiertan cuando los neuquinos se sientan a cenar y los turnos de trabajo cubren toda la noche. Viven a trasmano del resto de la sociedad.
LMNeuquén eligió la historia de tres neuquinos que trabajan mientras la ciudad duerme:
Las urgencias a toda hora
“Un día tuve que subir, a las 3 de la mañana, a un hombre con su hijo que estaba baleado. Lo tuve que llevar derecho al hospital, casi se muere”, recordó la taxista Mirtha Sierra, que hace 13 horas presta servicios en las madrugadas neuquinas. “Pero son los menos. También te tengo que decir que me ha tocado llevar a madres que fueron a parir, noches románticas que terminan en alguna casa y otras miles de historias”, destacó.
Para Mirtha los neuquinos son “murciélagos”. “La noche neuquina cuando se apagan las luces de comercios y demás, sale la transformación, salen los murciélagos. La misma gente que anda de día, anda de noche, pero completamente distinta. Se transforman”, explicó.
En relación a la seguridad, ella tiene una postura marcada: “En Neuquén te roban a cualquier hora. No es una cuestión de noche. Te pueden robar tanto a las 4 de la tarde como a las 4 de la mañana, no hay horario. Por eso hay que salir siempre tranquilos”.
Mirtha trabaja doce horas arriba del taxi para poder llegar a fin de mes. Comienza a las 3 de la mañana y finaliza pasado el mediodía. Le toca toca no solo a el turno de noche sino también las primeras horas del día. “La noche es tranquila y siempre andamos los mismos, y nos vamos cuidando entre nosotros. Pero lo peor arranca a las 7, cuando la gente se queda dormida y pretende que nosotros hagamos teletransportación”, aseguró.
Entre las características de su trabajo, aseguró que su género “no influye para nada”. “No percibí que por ser mujer me denigren. Sé que hay una realidad pero yo no puedo decir nada”, aseguró.
Ante la pregunta de cuál era la importancia de su trabajo para la sociedad, Mirtha respondió: “Somos un servicio importante. Yo tengo problemas como todo el mundo, pero por ahí sube la gente y trato de buscarle la vuelta para reírnos de su propio problema de vida, o sube un tipo enojado e intento bajarle los humos, tranquilizarlo. Siempre trato de desviar el sentido. El rol es bastante importante nuestro”.
Además, aclaró que el transporte público de pasajeros “es deplorable”. “Me toca subir a pasajeros que dicen haber esperado 40 minutos el colectivo y nunca llegó”, agregó Mirtha.
Seguridad en la noche
“Uno muchas veces hace de psicólogo a las tres de la mañana en un barrio de políticos o magnates. Y ahí te das cuenta que más allá de la cantidad de dinero, todos tenemos problemas similares”, aseguró Sebastián, de 36 años, que es seguridad en uno de los barrios privados más grande de la ciudad de Neuquén.
Hace once años trabaja en la empresa. Hace un esquema de dos días de noche, dos de día y dos francos. “Ese último de noche y el primero de día es el peor. Pero bueno, uno se acostumbra”, aseguró.
Para él, la noche es más tranquila porque la gente no deambula mucho, en cambio de día “es otra cosa, tenés propietarios, inquilinos invitando, dando vuelta”.
Durante el turno noche, Sebastián hace las recorridas por el barrio para prevenir cualquier tipo de problemas. “Y ahí empezás a conocer la gente de otra forma. Tenés gente adinerada, que una la ve de lejos. Y esa gente no me va a decir hola, y de pronto te encontrás con otro acto humano. Porque muchos son políticos o magnates, y a las 3 de la mañana algunos salen a caminar y a despejar sus problemas y lo ven a uno. Y muchas veces descargan, te cuentan sus problemas, te dicen que por ahí tienen un hijo adicto o que tienen un problema financiero”, contó.
Ante la pregunta de cuál era la importancia de su trabajo para la sociedad, Sebastián respondió: “Es un rubro que la gente debería conocer más porque nos encontramos cosas lindas. Me pasó con muchos compañeros que te encontrás que ayudaste a una persona o que le salvaste la vida a alguien haciéndole un RCP o que tuve que apagar un incendio. Es un rubro que no es fácil, aunque para muchos somos un matafuego que está parado. Pero tenemos corazón”.
El combustible 24 horas
“La noche es muy complicada y tenés que estar atento a todo. Hace poco, un loco vino e intentó prender fuego la estación”, aseguró Waltar Araya, playero del Automóvil Club Argentino (ACA). Hace once años que trabaja para YPF y reconoce que el turno noche es “el peor”.
“Trabajar en la playa es cruel, hay que bancarsela. Las noches de invierno, que son las que se vienen, hace frío bajo cero y nosotros tenemos que estar acá, esperando a los clientes”, comenzó.
Él tiene turnos rotativos entre mañana, tarde y noche que son de 6 a 14, de 14 a 22 y de 22 a 6, respectivamente. “El de la noche es el peor porque llego a casa cuando mi familia se está levantando. Pierdo contacto con ellos y cuando me levanto no están. Y llegan cuando ya me tengo que ir a trabajar”, apuntó.
Aclaró que la noche es complicada porque “hay mucha gente dando vuelta que anda con necesidades”. “Hay mucha gente que vive de noche y la sociedad no la ve. Y también está el tema de la maldad. Y nosotros, ante todo eso, tenemos que estar alerta. Manejamos plata y estamos todo el tiempo con los combustibles. Pero siempre hay que estar en alerta y si ves algo raro, avisás en seguridad”, apuntó
Por su parte, concluyó: “La noche para trabajar es difícil. Hace poco vino un loco que prendió fuego parte de la estación. Tenemos que estar atentos e intentar brindar el mejor servicio, como siempre lo hacemos”.
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