Cómo evitar una tragedia por monóxido de carbono: los errores más comunes
El invierno ya dejó lamentablemente varias muertes por intoxicación. Ante la necesidad de hacerle frente al frío, muchas veces se cometen algunos descuidos en los hogares.
Una tragedia familiar por intoxicación con monóxido de carbono conmovió en las últimas horas a Villa Devoto y todo el país. Cuatro adultos y una niña murieron dentro de su vivienda, solo un bebé de 1 año y medio sobrevivió. El episodio ocurrió en una casa ubicada sobre la calle Sanabria, entre Pedro Morán y Ricardo Gutiérrez. No hubo fuego, ni olor, ni explosión. El gas actuó en silencio, como lo hace siempre.
Este tipo de intoxicaciones aparece cada año con la llegada del frío, cuando los hogares vuelven a encender estufas, calefactores y otros equipos muchas veces sin mantenimiento. El monóxido de carbono se produce por la combustión incompleta de materiales carbonados —madera, gas, kerosene— y reemplaza al oxígeno en la sangre, provocando desde síntomas leves hasta la muerte.
Según el último Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación, ya se confirmaron 444 casos de intoxicación en lo que va del 2025. Se trata de un número muy superior al promedio de los cinco años anteriores, incluso considerando la baja de casos durante la pandemia. La cifra preocupa y pone sobre la mesa un problema que puede evitarse con medidas mínimas.
Por qué el monóxido sigue matando
El monóxido de carbono no tiene olor, no tiene color, y no produce irritación. Por eso se lo llama “el asesino silencioso”. Puede estar en el aire de una habitación sin que nadie lo note, a menos que haya un detector instalado. Se encuentra en calefones, estufas, termotanques defectuosos, braseros, fogatas mal ubicadas o incluso en gases de escape.
El doctor Francisco Dadic, toxicólogo del Hospital Durand y director de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública, explicó que este gas tiene una afinidad 250 veces mayor por la hemoglobina que el oxígeno. Esa característica le permite desplazarlo y generar asfixia celular, aunque la persona siga respirando normalmente. El resultado puede ir desde un dolor de cabeza persistente hasta un paro respiratorio.
Los síntomas no siempre son claros. Algunos se confunden con un cuadro gripal: cefalea, fatiga, náuseas o vómitos. En los casos más graves, aparecen convulsiones, hemorragias, insuficiencia renal o incluso la muerte. En situaciones de exposición crónica, pueden desarrollarse problemas de aprendizaje, alteraciones del habla, paranoia y otros trastornos neurológicos.
Niños, adultos mayores, embarazadas y personas con afecciones respiratorias o cardíacas integran los grupos de riesgo. La doctora Stella Maris Cuevas, otorrinolaringóloga, advirtió que quienes tienen anosmia —falta de olfato— pueden pasar por alto los síntomas y exponerse sin saberlo a un cuadro grave.
Medidas para evitar una tragedia
El tratamiento ante una intoxicación consiste en suministrar oxígeno lo antes posible, a la máxima concentración. En casos severos, puede indicarse la internación en una cámara hiperbárica. Sin embargo, todos los especialistas coinciden: la prevención es el camino más efectivo.
El gasista Juan Ignacio Argüello enumeró algunos errores habituales:
-
Encender artefactos sin revisión previa: un aparato puede encender pero liberar monóxido si está en mal estado.
Tapar las rejillas de ventilación: muchas personas las cubren en invierno para evitar corrientes de aire, sin saber que impiden la salida de gases tóxicos.
Ignorar el color de la llama: una llama azul indica combustión correcta; si es amarilla o anaranjada, hay un problema.
Usar el horno como calefacción: los hornos no están diseñados para funcionar durante horas. Hacerlo eleva el riesgo de intoxicación.
Además, se recomienda dejar siempre una pequeña abertura de ventana, incluso en días muy fríos. La ventilación constante reduce la concentración de gases nocivos y mejora la calidad del aire. Instalar detectores también es una herramienta clave, aunque poco difundida todavía.
La reciente modificación de la norma NAG-203 de ENARGAS permite aplicar selladores específicos en conexiones con fuga, sin necesidad de hacer obras invasivas. Esto facilita la corrección rápida de errores sin romper paredes ni estructuras.
Frente a cualquier sospecha de fuga o intoxicación, los médicos aconsejan: ventilar inmediatamente, apagar los artefactos, evacuar el ambiente y acudir a una guardia. En el hospital, el nivel de carboxihemoglobina determinará la gravedad del cuadro y el tiempo de observación necesario.
Es importante, de cualquier modo, evitar errores y saber que, aunque el frío empuje a sellar ventanas y cerrar ambientes, la falta de mantenimiento y la ausencia de ventilación pueden ser letales.
Te puede interesar...
Dejá tu comentario