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La Mañana Aigo

La bronca, la tristeza y los desaciertos de la búsqueda

Sus compañeros en la Brigada Rural de la Policía también lo lloran, con el peso adicional de no haber podido capturar a los guerrilleros asesinos.

POR GUILLERMO ELIA - [email protected]

Juan Fuentes y Daniel Alegría trabajaron con José Aigo en la brigada rural y también lo lloran, con el peso adicional de no haber podido capturar a los guerrilleros asesinos. Para ellos, tampoco actuó bien la Justicia con Juan Marcos Fernández, hijo del intendente de San Martín en ese entonces, quien terminó absuelto junto a su esposa tras ser condenados por falso testimonio y encubrimiento.

Juan nos acompaña primero al descanso que recuerda a Cochele en la Ruta 23 y luego al cementerio. Él fue el primero en enterarse, de boca de los médicos, que su compañero y amigo estaba muerto. Luego, los jefes le dieron la terrible tarea de hablar con la familia Aigo y contenerlos.

“Esa noche estuve de servicio en la Comisaría 25, cuando un llamado radial entrecortado avisaba que hubo un tiroteo. Yo lo fui a esperar a la guardia del hospital junto a los médicos para recibirlo. Cuando llegó, lo pasaron a la camilla, lo toqué y me di cuenta de que estaba frío. La doctora me dijo que no se podía hacer nada, que José estaba muerto. No lo podía creer, no caía, porque yo había trabajado casi toda mi vida con él en la brigada rural. Fue un golpe muy duro”, cuenta Juan.

La bronca, la tristeza y los desaciertos de la búsqueda

“A medida que pasan los años, uno analiza situaciones y piensa en todo lo que se podría haber hecho en ese momento de la búsqueda. La parte operativa falló, la reacción en sí. Tal vez nos agarró un poco frío con la cabeza puesta en lo que se vivía en el hospital y la escena del crimen. Tal vez eso influyó en que no se tomaran las medidas correspondientes. Hoy, acá en el lugar y teniendo la orientación por la que escaparon, te puedo asegurar que habría sido fácil la captura”, concluyó Fuentes.

Daniel Alegría recuerda más detalles de la búsqueda. “Los jefes llegaban hasta dos horas tarde para empezar las tareas. No tenían ni siquiera mapeadas las zonas que se recorrían. En un momento nos fuimos con otro compañero con una carpa hasta una zona, donde se decía que estaban Cortes Torres y Salazar Oporto, y nos quedamos ahí dos días enteros buscando. Después nos enteramos hasta de que contaron con colaboración de gente de la zona”, cuenta con un dejo de bronca y los ojos clavados en la tumba de su compañero y amigo.

Entre sus recuerdos de la búsqueda surge la aparición en escena del grupo Alacrán, un equipo especial que tiene su base de operaciones en Campo de Mayo y responde a Gendarmería. Es un comando para situaciones de alto riesgo y antiterrorismo con entrenamiento para áreas rurales y zonas limítrofes.

El grupo Alacrán llegó hasta Junín para colaborar en la búsqueda de los asesinos de Aigo. “Pero los terminamos rescatando nosotros porque se habían perdido en medio de la montaña y estaban casi deshidratados cuando los ubicamos”, recuerda Alegría.

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