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La increíble historia del hombre que creó las golosinas más icónicas de los 80: Tubby y Graffitti

Se llama Francisco Bellotti, tiene 92 años y perfeccionó más de 50 productos. "La gente quiere volver a verlos en los kioscos", dice.

Francisco Bellotti nació hace 92 años en el partido bonaerense de Vicente López. En su casa conserva las historias y los documentos que certifican sus creaciones: decenas de golosinas que se volvieron un clásico en los 80 y que, en su gran mayoría, ya no se comercializan. Tubby 3 y 4 y las obleas Grafitti, bañadas en chocolate, son las más conocidas.

Se recibió de químico industrial y se casó con Erilda, la mujer de su vida, a quien perdió hace poco tiempo. Con ella tuvo tres hijos (María Fernanda, Claudia y Gustavo), que por estas horas son testigos del reconocimiento que le llegó a su padre a partir de una entrevista que le realizó Marcas Argentinas hace algunos días. “Me sorprende mucho todo lo que está pasando. Hice 50 productos, ya hace muchos años, y recibí cientos de mensajes. La verdad es que no salgo del asombro. Estoy absolutamente impresionado”, dijo Bellotti a TN.

Franciso Bellotti en lqa fábrica de chocolate.

Toda una vida dedicada a los chocolates

El primer trabajo que recuerda fue en un laboratorio que ya no existe. Tenía 20 años. Ganó experiencia y abandonó la industria farmacéutica para pasarse a la gastronómica. “Fui gerente de Fanacoa y Bonafide. Hasta que me convocó Bagley para ser el gerente de desarrollo. Querían lanzar un nuevo producto a partir de la clásica oblea. Puntualmente, encontrar una cobertura para vestirla. Así que me puse a trabajar en eso”, recordó.

Bellotti viajó a Villa Mercedes, provincia de San Luis, para conocer la fábrica en donde se llevaban a cabo las golosinas de la marca. Después de probar, fallar, acertar y convencer al directorio, ideó la fórmula para la creación de dos productos que aún persisten en la memoria de los argentinos: Tubby 3 y Tubby 4.

“Un horno rotativo con 56 estaciones (moldes) que se abren y llenan con la mezcla. De allí sale un bloque de obleas. Se lo pasa por el enfriador y luego otra máquina la rellena con la crema de maní. Sobre ellos creé un baño de caramelo con leche y maní; otro con avellanas. Ambos recubiertos con chocolate”, especificó.

Los Tubby fueron lanzados por la marca en 1984 y se volvieron furor por un recordado comercial que inmortalizó un jingle pegadizo: “Yo soy un Tubby, que andaba solo en una ciudad pesada. Hasta que un día encontré a una Tubby y quiso que la acompañara”.

Tubby 3 y 4.
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“Aprendí trabajando, viajé mucho, estuve en Suiza y visité varias fábricas de chocolates. Cuando asumí la gerencia propuse hacer un producto como si fuera suizo. Fui a hablar con Lindt, la principal marca de chocolates de allá, y no les interesó. Así que me reuní Maison Cailler y comenzamos a trabajar con ellos”, contó Bellotti.

“Los suizos nos decían que era el mejor chocolate que habían probado fuera de su país. Si me preguntás qué tiene que tener un chocolate para ser exquisito, la respuesta es sencilla: la materia prima debe ser de primera calidad. Acá lamentablemente no la tenemos a ese nivel”, agregó.

Francisco Bellotti y su familia.

“Trabajé 15 años con ellos. Iba en avión a San Luis a controlar la producción y volvía. Tenía mi oficina acá en Buenos Aires”, especificó quien también fue el autor intelectual de Graffiti, otra recordada golosina, y de los cambios en el clásico alfajor Blanco y Negro para su versión light y de las Sonrisas.

“Luego estuve cinco años en Havanna. Hice algunos cambios ahí también. Mi trabajo consistía en la conservación de los alfajores. Era el encargado de supervisar los envíos a Europa y otros países”, detalló.

El jazz, la otra pasión de Francisco

Francisco Bellotti.

El abuelo de seis nietos (Miranda, Francisco, Franco, Federico, Victoria y Carolina) hoy vive con una enfermera y sus 19 mil discos de jazz que lo impulsaron a tener un programa radial llamado “In The Mood en Radio Simphony”. “Estoy retirado con mis recuerdos. Antes mis hijos me preguntaban qué había traído de la fábrica para que pudieran probar. Hoy mis nietos me consultan qué chocolate es más rico”, expresó.

“Ya no como tanto chocolate y no sé si hay productos tan buenos como los de antes. Espero que las empresas los hagan de nuevo. Yo tengo las fórmulas, ellos las máquinas. La gente quiere volver a verlos en los kioscos”, cerró Francisco.

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