La inspiradora vida de Yimi, un joven que no tiene barreras

En la vida, la discapacidad de las personas no debe dimensionarse por los límites sino por los desafíos a alcanzar. En ese camino de lucha, hay tantos momentos buenos como malos. Hay semejantes que practican la empatía y hacen su aporte para que esas personas vayan rompiendo las barreras que la misma sociedad suele imponer. Esta es la historia de Yamil Andrés Sevilla, al que todos conocen en esta ciudad como Yimy.

“Mi niño hoy tiene 21 años, pero por su patología hoy siente y tiene la mentalidad de un niño de 11 años”, cuenta su mamá Eva Poblete. “Si tuviese que contar por todo lo que ha pasado Yimy, sería muy largo. Lo importante es su superación día a día. Es mi mayor orgullo”, agregó.

Yimi padece un retraso madurativo. Fue diagnosticado oportunamente con una encefalopatía no progresiva. Nació el 31 de enero de 2000 y desde entonces le vino a cambiar la vida a su mamá y a su familia, quienes debieron romper todos los moldes establecidos. “Como madre yo creo que nadie está preparado para tener y criar un hijo con discapacidad. Se va aprendiendo juntos en el camino y eso hace fortalecer aún más el amor por ellos”.

Eva cuenta que en todos estos años se ha debido enfrentar con los prejuicios que lamentablemente siguen instalados en la sociedad. “Muchas veces debí enfrentar situaciones directamente ofensivas hacia mi hijo como que le dijeran “enfermito” o “bicho raro”, cuando en realidad los que tienen o conocen a una persona con discapacidad saben que el alma más pura lo tienen ellos. Viven sin maldad alguna”. Ante esas adversidades ha sido vital para Yimi el acompañamiento de su madre y de su hermana Fany y su pequeño sobrino Máximo.

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Eva cuenta que para mejorar la calidad de vida de su hijo ha recorrido las salas de atención de muchos médicos. “Ha sido muy duro. Hubo un año que Yimi se cansó de esa rutina y estuvo un año sin recibir asistencia médica. Felizmente es un joven con muy buena salud”. También su incursión en la educación ha sido movilizante. “Comenzó su jardín de infantes en Rincón de los Sauces. Luego nos trasladamos a Zapala y comienza a cursar en la Escuela Especial N° 5 de esta ciudad.

Luego, por razones de trabajo míos, Yimi logra completar sus estudios primarios en la Escuela 85 del paraje de Los Hornos”. Más tarde se capacitó en Carpintería en los Talleres Don Bosco y en el Área de Discapacidad del municipio local. También con el impulso familiar y de amigos se animó a transitar sus estudios secundarios en el turno noche de un CPEM zapalino.

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Yimi y su madre siempre recorrían el área recreativa que hay a los pies del Cerro Michacheo. Hasta que un día la curiosidad pudo más y le dijo a su madre que quería subir hasta la cumbre para saber que había arriba. “Me pidió subir el Michacheo y bueno con algo de ayuda logramos llegar a la cima en la tarde de este martes. Quedó maravillado con la idea de ver a Zapala desde otro punto de vista. Estaba feliz”, contó Eva.

La ventriloquia, su pasión

Eva destacó la inteligencia y la habilidad de su hijo para manejar medios electrónicos y su eterna capacidad para aprender como autodidacta. “Yimy pertenece al CIVEAR, Círculo de Ventrílocuos Argentinos. Cuando era chico, tendría 12 años comenzó a buscar a Chasman y Chirolita, quienes eran y como era hacer hablar a los muñecos”. Es así que el joven miró vídeos por internet y fue de a poco aprendiendo este arte escénico y cuando finalmente sus padres le pudieron comprar un muñeco, sin dudarlo lo nombró a su nuevo amigo como Chirolita.

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“Subía a su página de facebook vídeos que me hacía grabarle con su muñeco. Un día lo vio Miguel Ángel Lembo (creador del Civear) y se contactó conmigo para saber quién era Yimy y cómo llegó a querer esta pasión”, contó con orgullo su mamá.

Agregó que “le conté a Lembo sobre ello y desde ese momento lo apadrinó y lo invitó a Buenos Aires para conocerlo, pudo realizar el viaje y conoció a muchos ventrílocuos. A partir de ese momento Yimy dice que pertenece al Circulo y se siente orgulloso de hacer ventriloquía”.

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