Los voluntarios que miman a los pacientes oncológicos
Brindan contención a los que se tratan en el hospital Castro Rendón.
Por Mariel Retegui - [email protected]
Ernesto Rebolledo es un joven papá de 22 años que hace un mes comenzó su pelea contra el cáncer con la ayuda del Servicio de Oncología de Adultos del hospital Castro Rendón. Viaja cada 15 días desde Las Lajas a la capital neuquina para llevar adelante el tratamiento contra el linfoma de Hodgkin.
Con su madre recorre esa distancia para dar batalla a su enfermedad, por la que se le forman células cancerosas en el sistema linfático, con sesiones de quimioterapia. “Acá es todo felicidad, te motivan. Cuando llegué por primera vez me sentía mal, y acá me levantaron, me dieron ánimo. Los voluntarios son los que más te motivan”, añade el joven papá de una beba de un año y medio.
Cuando vino por primera vez, llegó cargado de angustia e incertidumbre, pero pronto encontró un espacio donde no solo es atendido por especialistas y enfermeros sino también por voluntarios que le brindan contención a través de diferentes actividades mientras recibe la medicación.
“Acá estamos, tirando para adelante, no aflojamos. Vengo de lejos y eso motiva. Está bueno lo que hacen porque te distraen mucho, te hacen reír. En casa no te sentís así. Estás solo y llegás acá y te dan ganas de estar”, dice Ernesto, con una madurez pasmosa.
Como él, son muchos los pacientes que se sienten alivianados por el aporte humano que les brinda el servicio, especialmente por el grupo del voluntariado que es coordinado por el enfermero de Cuidados Paliativos Enzo Ibarra y por la psicóloga Gabriela Gazzola.
Son 14 voluntarios que tratan de mejorar la calidad de vida de los pacientes que tienen que sobrellevar una enfermedad dolorosa y desgastante.
Algunos voluntarios les leen cuentos, otros les dan clases de pintura, otros les hacen un tratamiento sobre la piel, y están quienes simplemente los escuchan. Los miman y alientan al mismo tiempo que los enfermeros les suministran la medicación vía endovenosa o por catéter.
Unos pacientes están sentados, otros están acostados en unas camillas. A su lado, los enfermeros no dan abasto, corren de un lado para el otro para atenderlos. Ahí es cuando intervienen las voluntarias, que llegan a ese espacio para hacer que esas dos o cinco horas sean lo más amenas posible.
“Este dispositivo surge a partir del interés de mi compañero Enzo Ibarra, quien se contacta con la fundación Donde Quiero Estar, que es sin fines de lucro y que trabaja en diecinueve servicios públicos de oncología con un proyecto de voluntariado”, explica Gazzola.
Al tiempo que agrega que “la finalidad que tienen es humanizar el tratamiento de quimioterapia”. Para eso es necesario que el voluntario sea “empático, hospitalario, compasivo, creativo, con compromiso y capacidad para el trabajo de equipo”.
14 personas conforman el grupo del voluntariado en el servicio de Oncología.
“Me siento muy contenida, me olvido de todo”
El programa de voluntariado funciona en el servicio de Oncología de Adultos del hospital Castro Rendón desde hace más de
un año y los pacientes se muestran agradecidos por el trato que reciben mientras son atendidos por su enfermedad.
“El beneficio es muy bueno porque a veces una llega bajoneada
a la sesión de quimioterapia”, cuenta María Ilca Guarnieri, paciente oncológica del hospital desde el 2008.
Comenta a LM Neuquén la presencia de un grupo de cuentacuentos. “Nos hace salir de lo que nos está pasando, nos hace rebien para poder estar mejor y olvidarnos de lo que nos están haciendo”, expresa la mujer.
Norma Mora es una mujer cálida que regala sonrisas y abrazos a sus compañeras de sesiones. Pero se pone seria y se emociona al mencionar la labor que lleva adelante el voluntariado.
“Sirve para hacer más ameno el momento en que una está acá”, señala. “Es lo más lindo dentro de lo que una está pasando, esto es de una contención terrible que a mí me sirve mucho. Siempre me emociona. Es muy humano, la gente es muy dulce, los amo. Me encanta. Entro acá y me siento contenida. Me olvido de todo”, sostiene Morita, como le dicen sus compañeros, mientras recibe una hidratación de la piel de la cosmetóloga y voluntaria Alicia Suárez.
Expusieron los cuadros que pintaron mientras recibían quimioterapia
Patricia Repetto es una de las voluntarias que comenzó su labor desde que nació el dispositivo en el hospital Castro Rendón.
Luego de jubilarse como maestra jardinera, quiso contribuir con la comunidad en una tarea no remunerada.
“Me anoté en el voluntariado porque esa es mi misión en la vida. Eso es lo que vengo a brindar, el poder pintar y dibujar mientras el paciente se está haciendo la quimioterapia”, dice Repetto.
Le suministran la quimioterapia por vía en la mano hábil y tienen que pintar con la otra. “Logran hacerlo porque es para entretenerse, pasar esas cuatro horas de una manera más liviana”, añade la voluntaria.
Las pinturas realizadas por los pacientes fueron expuestas en la muestra Expo Arte Oncología hasta ayer, en el Concejo Deliberante.
A quienes tuvieron la oportunidad de asistir a la muestra, Repetto señaló que lo hicieron con una mirada diferente a la que pueden hacerlo en cualquier exposición, pensando en que la hicieron pacientes mientras recibían quimioterapia, que están atravesando un momento doloroso y pintando con su mano menos hábil. Comentó que una señora falleció antes de haber terminado su cuadro y fueron las hijas quienes se acercaron al hospital para hacerlo.
“La devolución de estas personas es enorme, una como voluntaria viene pensando que viene a ayudar, pero es más lo que recibimos los voluntarios que lo que damos”, sostuvo.
La cosmetóloga que ayuda a cuidarles la piel
Luciana Ortega es cosmetóloga y estética oncológica, y su participación en el voluntariado consiste en ayudar a hidratar la piel de los pacientes mientras se hacen la quimioterapia.
“Tienen la piel deshidratada, ojeras, se ven más pálidos, tienen resequedad en todo el cuerpo, pérdida del cabello, cejas y pestañas, y las uñas se estrían. Son varios factores por los que se ven afectados en su cuerpo. La idea es acompañar recomendándoles el uso de alguna peluca, pañuelos, protectores solares, en la medida que el tratamiento se los permita y los médicos nos den la correspondiente autorización”, explica Ortega a LM Neuquén.
Hombres y mujeres se animan a consultarle a la cosmetóloga una vez que entran en confianza. Dice que los que están en el primer proceso de caída del cabello no quieren verse de esa manera y se quieren pelar y lo pueden expresar con naturalidad.
Ortega es cosmetóloga desde hace veintidós años y, como cada vez tenía más pacientes con cáncer, investigó cómo podía aportar desde su lugar. En eso se encontró con Amadas Estéticas Oncológicas, un espacio liderado por la esteticista oncológica Carina Terzian. “Carina es una precursora a nivel nacional y yo me decidí a hacer la especialización con ella. No podía quedarme con los brazos cruzados, era mi necesidad ayudar a estas personas y también mi vocación. Sé que es una vocación en mi vida el ser voluntaria”, agregó.
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