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Emocionante: su abuela se moría, la llevó a hacer el viaje de sus sueños y vivió dos años más

La nieta fue a buscarla al geriátrico y en un motorhome hicieron 15 mil kilómetros por Francia, España y Portugal.

En 2017, Fiona Lauriol recibió una de las peores noticias de su vida: le dijeron que a su abuela Dominique le quedaba una semana de vida. Lejos de quedarse paralizada, su nieta se puso en acción y le organizó un emocionante regalo: el viaje de su vida, que la revitalizó y tras ello vivió dos años más. Partieron desde Francia y recorrieron varios países europeos.

Tras ese difícil llamado, Fiona no dudó en arrancar su auto y recorrer los 500 kilómetros que la separaban del geriátrico, donde la mujer de 101 años “se apagaba” en la región parisina. La sacó de allí, se la llevó a su casa y le hizo una propuesta tan improbable como extraordinaria: recorrer el sur de Europa en un motorhome.

Su abuela no sabía ni siquiera que era, pero le dijo que sí para llevarle la contra a su hija, que se oponía. La aventura duró más de dos años. Juntas, hicieron unos 15 mil kilómetros por Francia, España y Portugal. Cruzaron ciudades y campos, montañas y playas. Traspasaron fronteras y, sobre todo, rompieron las barreras que las separaban.

"Antes no tenía mucho vínculo con mi abuela. Nació en un pueblo de Italia en 1917, emigró a Francia de niña y era muy sedentaria. Yo, en cambio, viajé toda mi infancia con mis papás, nunca fui a la escuela. Éramos como dos opuestos. Aparte tenía un fuerte carácter, podía ser muy autoritaria y desagradable”, contó Fiona a TN. "Antes no tenía mucho vínculo con mi abuela. Nació en un pueblo de Italia en 1917, emigró a Francia de niña y era muy sedentaria. Yo, en cambio, viajé toda mi infancia con mis papás, nunca fui a la escuela. Éramos como dos opuestos. Aparte tenía un fuerte carácter, podía ser muy autoritaria y desagradable”, contó Fiona a TN.

Una muestra de este temperamento recibió la joven francesa cuando fue a buscar a su abuela. “Ah, es la vieja fea que me viene a buscar”, le espetó frente a las enfermeras del geriátrico. El panorama era poco prometedor y Fiona pensó: “Bueno, es una semana, aguantaremos”.

Viaje. Motorhome. Nieta-abuela.jpg

¿Abu, damos la vuelta al mundo?

Pero la semana se estiró. Después de varios meses, en los que aprendió a cuidar de una anciana incontinente que solo se podía mover con andador, un día Fiona entró a la pieza de su abuela y la sorprendió mientras miraba fijamente una pared blanca. “No puede ser eso la vejez, esperar así el final”, se dijo. Y ahí fue que le ofreció “darle la vuelta al mundo”.

Para vencer la reticencia de sus papás, Fiona acordó hacer una primera prueba de un mes por el sur de Francia en octubre de 2018. Fue todo un fiasco: “Mi abuela se cayó cerca de un lago y se rompió la nariz, le tuvieron que hacer ocho puntos; y una noche de granizo se despertó aterrorizada pensando que había un bombardeo”.

Volvieron a casa, en Vandea, en el oeste de Francia. Pero al día siguiente, después de una buena noche de descanso, fue su abuela quien esta vez la sorprendió. “¿Cuándo nos vamos?”, le preguntó al despertarse. Y así fue que comenzó el segundo viaje: un periplo que duró un año y medio, casi sin parar, hasta su muerte, en junio de 2020.

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“Viajar la rejuveneció”

Junto a su “pequeña enfermera” y a los papás de Fiona, que acompañaban a las dos mujeres en una camioneta, Dominique sopló la vela de su cumple número 102, y luego la de los 103 años.

Con la ayuda de un amigo médico, Fiona le fue bajando las medicaciones que tomaba y vio como a medida que viajaban la mujer que parecía moribunda “se enderezaba, parecía florecer, su cara cambio, su mirada recuperó brillo y hasta volvió a caminar. Rejuvenecía”.

La pequeña casa rodante se convirtió en un hogar a su medida. “Se levantaba con entusiasmo. Ella que nunca había viajado se maravillaba por los paisajes que veía desfilar por la ventana, los lugares que conoció. Empujar la puerta a la mañana y descubrir algo nuevo le devolvió la vida”, aseguró.

“Podría haber salido todo mal, salió todo bien. Creo que tenían un interés en común por el viaje y eso las obligó a hacer todo para convivir”, le dijo el papá de Fiona, Thierry Lauriol.

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En su increíble viaje, nieta y abuela recorrieron Francia, Italia, España y Portugal.

En su increíble viaje, nieta y abuela recorrieron Francia, Italia, España y Portugal.

Fiona se dio cuenta de que, aunque era centenaria, a su abuela le quedaban “muchas primeras veces” por vivir. En España la llevó a los 102 años a su “primer concierto” y Dominique “parecía una adolescente eufórica”. Un desconocido en una calle le dedicó su primer poema. Se bañó por primera vez en aguas termales. En una playa del sur de España, vio por primera vez a un hombre desnudo. La pandemia de coronavirus las agarró cerca de Valencia, en España, donde estuvieron internadas dos meses en un campamento en el pueblo de Bellus. Allí, Dominique dio su primera entrevista.

Dos días después de que regresaran a casa, cuando finalmente se levantó el confinamiento, Dominique murió en su sueño. “A los 103 años, tres meses y tres semanas”, recalcó Fiona. Cuando la encontraron, tenía una sonrisa en la cara. “Así deberíamos irnos todos”, consideró su nieta.

Fiona también siente que “haberse ido de gira con su abu” le cambió su visión de la vejez. “A los jóvenes la vejez nos da miedo. Me abrió los ojos, me mostró que no hay edad para disfrutar de la vida, que podemos descubrir cosas hasta nuestro último soplo”.

Lauriol escribió un libro (101 ans, Mémé part en vadrouille) que fue traducido al italiano y pronto en castellano. También vendió los derechos a un productor de cine, así que quizás un día su loca aventura salga en la pantalla grande. Mientras, cumple las promesas que le hizo durante el viaje a su abuela: conocer el lugar en el que ella nació y “recorrer todos los países que terminan en ‘ia’ hasta Rusia”.

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