Lo dijo en la asamblea de la Conferencia Episcopal Italiana, a puertas cerradas, y causó un fuerte impacto.
En medio de las discusiones que se vienen dando hace tiempo sobre el ingreso de candidatos homosexuales a los seminarios de la Iglesia Católica, resonó fuerte una incómoda frase del Papa Francisco para ejemplificar su rechazo. “Ya hay mucho mariconeo en los seminarios”, dijo el Pontífice en un reciente encuentro a puertas cerradas, lo que tuvo fuerte impacto.
Los medios italianos se hicieron eco de la intransigente postura papal, resaltando que Francisco ya demostró en varias oportunidades su oposición al ingreso de seminaristas gay.
“Un durísimo ataque lanzó el papa Francisco contra la presencia de homosexuales en los seminarios”, dijo la agencia italiana ANSA. “El Papa invita a los obispos italianos a no admitir a seminaristas homosexuales”, tituló La Repubblica.
Corriere della Sera, por su parte, afirmó que fue “un incidente de esos que dan la vuelta al mundo, con inevitables protestas de las asociaciones de derechos LGBT”.
Lo cierto es que la frase cayó como una bomba, no sólo por su manifiesto rechazo a la inclusión de curas gay, sino también porque Francisco usó una expresión muy despectiva en la lengua italiana: “Frocciagine” (mariconería).
Algunos participantes en el encuentro, según Corriere della Sera, trataron de atenuar las críticas señalando que "era evidente que el Papa no era consciente de lo ofensiva que resulta esa palabra en italiano”, porque no manejaba bien el idioma.
Incluso explicaron que la frase “fue recibida con algunas risas incrédulas” en el recinto donde se realizaba el encuentro, más que con “vergüenza”.
Qué se analizaba y porqué usó esa frase
El encuentro de más de 200 obispos tuvo lugar el 20 de mayo pasado, a puertas cerradas, durante la asamblea general de la Confederación Episcopal de Italia (CEI), en Roma.
Se estaba tratando un tema que preocupa desde hace tiempo a los obispos: si admitir o no en los seminarios a candidatos homosexuales al sacerdocio.
El Pontífice hizo sobre este tema un llamamiento muy fuerte a una mayor selección en el acceso a los seminarios, aclarando que había un exceso de “mariconeo”, según reveló el sitio Dagospia. Esto luego fue confirmado por Corriere della Sera y La Repubblica.
Uno de los obispos le preguntó directamente qué debe hacer si un hombre “declaradamente homosexual” solicita entrar en el seminario. A lo que Francisco respondió que “es mejor no ordenar a alguien con esta tendencia”.
Y agregó, según Dagospia, que de acuerdo a su experiencia es mejor arriesgarse a “perder una vocación” que afrontar los “problemas” causados por un seminarista gay.
El Papa también explico que le preocupa que acaben llevando una doble vida, continuando con la práctica de la homosexualidad, y sufriendo ellos mismos por el disimulo.
De todas maneras, les pidió que cuando tomen la decisión de rechazarlos, “acompañen” lo mejor posible a los jóvenes.
La postura oficial
Si bien el tema es motivo de replanteo permanente, ya hay una instrucción del Dicasterio Vaticano para el Clero de 2005, bajo Benedicto XVI, que fue confirmada en 2016 con el papa Francisco.
Allí se establece que "la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir en el Seminario y en las Sagradas Ordenes a quienes practican la homosexualidad, tienen tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura gay".
En la última asamblea celebrada en Asís, los obispos italianos volvieron a debatir la posibilidad de restricciones más matizadas, sintiéndose alentados por la pasada apertura de Jorge Bergoglio sobre el tema de la homosexualidad.
Pese a las críticas internas, se aprobó una enmienda que distinguía entre "actos" y "tendencias", reiterando la obligación del celibato para todos los seminaristas, homosexuales y heterosexuales.
De esa manera se abrió las puertas de los seminarios a los candidatos homosexuales al sacerdocio comprometido, sin embargo, con la opción del celibato.
En este reciente encuentro, el Papa bloqueó nuevamente ese camino.
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