El mandatario se impuso con un 85% de los votos y legitimó su gobierno, pese a las críticas. Ni siquiera hizo campaña. El desafío que le espera.
Los resultados de las elecciones presidenciales en El Salvador reflejaron lo que ya se preveía: Nayib Bukele arrasó en las urnas con un 85% de los votos, logrando así la reelección por otros 5 años y la legitimación de un gobierno que se debatió entre las críticas y el apoyo rotundo.
El mandatario casi no hizo campaña. Y no le hizo falta porque contaba con la fuerte imagen que forjó en su primer mandato gracias a una política de mano dura contra la delincuencia, especialmente con las pandillas que dominaban el país y que tenían atemorizada a la población.
Bukele celebró rápidamente en las redes sociales. “El récord en toda la historia democrática del mundo”, dijo. Y no se equivocaba. Obtuvo 1.295.888 votos, más de diez veces de lo que sacó el segundo.
Sus dos principales oponentes, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), se quedó con 110.244 sufragios, y la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), con 96.700.
Pero no sólo eso, su partido Nuevas Ideas “arrasó” en el Congreso y consiguió 58 bancas de las 60 que hay. Esto le permitirá gobernar con apoyo parlamentario.
“Este día El Salvador ha roto todos los records de todas las democracias en toda la historia del mundo”, se vanaglorió el Presidente electo al hablar desde el Palacio Nacional ante una multitud que gritaba su nombre.
El hombre detrás del éxito
Primero hay que resaltar que fue un triunfo en base a su carisma y políticas. En El Salvador funcionaron todos los mecanismos democráticos, incluso bajo controles internacionales, y con una oposición sin trabas.
Una diferencia importante con otros países de la región, como Nicaragua y Venezuela, donde los dirigentes opositores están presos o son proscriptos.
Bukele ganó gracias a su plan de seguridad y a un régimen de excepción con el que consiguió desarticular a las violentas pandillas que dominaban barrios enteros desde hace dos décadas. Muchos salvadoreños cuentan cómo estas “maras” les cobraban para poder entrar o salir de sus casas.
El mandatario se ganó el apoyo de la gran mayoría de los salvadoreños dándoles seguridad y protección, y ordenando un país que era caótico.
Pero este camino también tuvo sus grietas. El régimen de excepción, que significó la detención de 750.000 pandilleros en grandes cárceles, implicó la violación de derechos humanos.
Organismos internacionales documentaron que hay muchos presos a los que no se les ha demostrado la comisión de delito alguno. Y quedaron en una especie de limbo judicial.
El Salvador no está bien económicamente. Hay una gran pobreza y desigualdad social. Sin embargo, a la población lo que más le importa en este momento es la seguridad, y Bukele supo actuar en ese sentido.
Por ese motivo en estas elecciones no tuvieron peso las denuncias de las organizaciones de derechos humanos y la advertencia de la comunidad internacional de que El Salvador se dirige a una autocracia.
El publicista milenial
Bukele, de 42 años, es conocido como el presidente milenial, por su uso frecuente de las redes sociales y la gorra del revés.
De ascendencia palestina, dejó temprano la carrera de derecho para trabajar junto a su padre, Armando Bukele Kattán, un influyente líder musulmán en San Salvador, en la empresa publicitaria que tenían.
Durante doce años se dedicó a llevar la publicidad política del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), un partido político de izquierda formado por ex guerrilleros que combatieron en la guerra civil del país.
Fue de la mano del FMLN que logró su primer cargo político como alcalde de Nueva Cuscatlán, en 2012. Tres años después ganó la alcaldía de San Salvador.
Pero su ascenso político no cayó bien en la cúpula del FMLN y fue expulsado. Ahí comenzó a formar su propio partido, mostrándose como un nuevo referente opositor a las “castas” de los partidos tradicionales, contaminados por la corrupción.
Se presenta como un dirigente político sin ideologías, pragmático, que gestiona la actividad pública. Así logró instalarse como “la opción de cambio”.
En forma permanente apunta contra la corrupción y contra la política tradicional. “El dinero alcanza cuando nadie roba”, es su slogan. Así logró capitalizar el descontento y la desconfianza social hacia una clase política que no da respuestas.
Roberto Cañas, analista político y excomandante del FMLN, encuadra muy bien a Bukele en una entrevista con BBC Mundo. "En El Salvador, en estos momentos, la etiqueta de izquierda o derecha no alcanza a definir lo que está pasando. La figura de Bukele es la determinante", afirma.
“Bukele no está vinculado a ese pasado político de El Salvador en el que se decía que eras de ARENA o del FMLN. Es un hombre sin prejuicios ideológicos, no mira hacia atrás, piensa en el futuro”, agrega.
Los desafíos de Bukele
El principal desafío para el mandatario es la economía. El país, dolarizado desde hace 23 años, es uno de los que menos creció en la región en los últimos años.
Uno de los frenos era justamente la inseguridad. Ninguna empresa internacional quería instalarse debido a la violencia. Pero también influye la baja calidad de mano de obra, ya que le educación quedó estancada desde la guerra civil.
Bukele prometió cambiar esta situación. Y ahora que la violencia está contenida la población espera que cumpla. Los dos primeros años del nuevo mandato serán determinantes para ver si se mantiene el apoyo de la sociedad al presidente milenial.
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