La Justicia considera que el movimiento LGBT representa una “ideología extremista”.
Asistentes a la fiesta "Terciopelo Azul" en Rusia llevan antifaces para que no los reconozcan.
Un allanamiento en un local LGBT de San Petersburgo.
Manifestación en San Petersburgo contra las leyes anti-LGBT.
En los últimos años, tras la invasión a Ucrania, el gobierno de Vladimir Putin endureció su política interna. Pero no sólo contra los disidentes políticos y los críticos a la guerra, sino también a nivel social con la persecución de sectores “trans” y del movimiento LGBT, a quien la Justicia ya considera “una ideología extremista”.
Un informe de las corresponsales en Moscú de la cadena británica BBC revela que recientemente la policía lanzó una ola de redadas contra las fiestas tanto púbicas y privadas de temática sexual gay en diferentes regiones de Rusia.
Los analistas políticos consideran que de esta manera Putin consolida el apoyo de los sectores conservadores y nacionalistas rusos tras las cuestionadas elecciones de marzo pasado, que le permitirán gobernar otros seis años.
Tras esos comicios, donde no pudo participar la oposición porque muchos fueron proscriptos, Putin redobló la retórica de los “valores tradicionales”.
Presión policial e intimidación
En el último mes hubo media docena de redadas policiales contra fiestas sexuales. Y fueron muy violentas ya que los efectivos aparecían de golpe y ordenaban a todos que se tiraran al piso, para luego proceder a tomarle los datos personales.
Los procedimientos fueron retransmitidas por medios de comunicación partidarios del Kremlin, tratando de exhibir a los asistentes y mostrando a la población la acción de la policía. Incluso hubo casos de canales que dieron información personal de los participantes de la fiesta.
Varios de estos eventos eran públicos, pero los otros privados, por lo tanto no había motivo para que interviniera la policía. El único objetivo era intimidar a los sectores más liberales del país.
El informe señala, además que algunos de los invitados masculinos fueron amenazados con ser enviados a luchar en la guerra en Ucrania.
Terciopelo Azul
Uno de los casos de mayor impacto fue el allanamiento a un club nocturno de la ciudad de Ekaterimburgo, a 1.500 kilómetros de Moscú, donde se celebraba una fiesta temática sexual denominada “Terciopelo Azul”.
El evento tenía actuaciones eróticas y se invitaba a los participantes a realizar una variedad de prácticas sexuales y juegos de roles conocidos como BDSM.
Casi todos los asistentes llevaban pasamontañas para ocultar su identidad. Pero no les sirvió de mucho. Cuando llegó la policía, más de 50 efectivos, los obligaron a sacarse los pasamontañas y dar sus datos personales.
“Me preguntaron si había gays y lesbianas en la fiesta o si había alguna propaganda LGBT. También preguntaban si la gente consumía drogas, aunque eso parecía interesarles mucho menos”, contó a la BBC uno de los organizadores, Stanislav Slovikovsky.
Ante la represión policial, los organizadores de eventos de este tipo decidieron suspenderlas. Incluso los internacionales.
Los productores de la fiesta tecno queer de Moscú Popoff Kitchen, muy conocida entre la comunidad LGBTQ local, y los de Kinky Party, de temática sexual, ya anunciaron que dejarían de celebrar eventos en Rusia.
El escándalo de la fiesta “Casi desnudos”
El endurecimiento contra las fiestas sexuales comenzó en diciembre pasado tras la famosa celebración del cumpleaños de la influencer y conductora televisiva Anastasiya Ivleeva, que les había pedido a sus invitados que fueran “casi desnudos”.
Cuando Putin vio las fotos, que se filtraron en las redes, hubo un escándalo. Algunos de los invitados eran personas famosas y otros hijos de políticos.
El rapero “Vacio”, muy famoso en Rusia, llevó al extremo la invitación y fue sólo con una media en sus genitales. Eso le valió 15 días de cárcel y una multa de 2.000 dólares. Ivleeva tuvo que pedir disculpas públicas.
Leyes cada vez más duras
En la última década florecieron las fiestas sexuales en Rusia, pero en comunidades pequeñas de las grandes ciudades. La gran mayoría de los asistentes son personas de clase media con buenos ingresos y una visión más liberal de la sociedad.
Sin embargo, esto se vio opacado por leyes muy restrictivas y conservadores que lanzó el gobierno de Putin, lo que obligó a estos sectores a llevar a la clandestinidad este tipo de fiestas.
El gobierno intensificó la campaña contra la homosexualidad y despojó a la comunidad LGBTQ de sus derechos con normas que identifican a ese movimiento con una ideología extrema.
En 2013, la cámara baja del Parlamento aprobó una ley que prohibía la llamada “propaganda LGBT”, que en la práctica limitaba cualquier debate público sobre los derechos de esta comunidad y otras cuestiones relacionadas con la misma.
Pero en 2023 se implementó una legislación anti LGBTQ aún más estricta. Primero, el Parlamento prohibió la transición de género, que era legal desde 1997, y prohibió los procedimientos quirúrgicos de género, la terapia hormonal y el cambio de género en los documentos oficiales.
Luego, en noviembre pasado, el Tribunal Supremo ruso designó al movimiento LGBTQ como "ideología extremista", igualándolo con los grupos extremistas como el ISIS (Estado Islámico) y los Testigos de Jehová.
De hecho, en este momento es delito en Rusia apoyar a la comunidad LGBTQ, con una pena de hasta 10 años de cárcel.
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