Por la caída de las ventas, no pudieron sostener los costos del local. Un repaso por su historia y los tesoros que encontraban los fanáticos.
Después de nueve años de combatir el paso del tiempo, Vinyls Neuquén, es refugio para los fanáticos del rock y la música en formato analógico, le puso fin al invierno con el último suspiro de su local. Y aunque el negocio que solía congregar a los fanáticos de la música ya no levantará las persianas por mucho tiempo, sus dueños aseguran que los diálogos de música van a seguir, a través de la venta itinerante en las ferias culturales de la región.
Quizás no hubo un disparador para decidir el final de Vinyls Neuquén. Guillermo Franke, su creador, aseguró a LMNeuquén que fueron múltiples los factores que lo hicieron tomar una decisión que caló hondo en la comunidad de fanáticos de la ciudad. Ahora, repasa los mensajes de afecto de sus clientes atravesado por la melancolía, pero seguro de que el amor por la música seguirá propagándose por fuera del espacio físico de su local de la calle Olascoaga.
La agonía del comercio empezó con la recesión que se acrecentó en los últimos meses. "Los clientes seguían viniendo, pero cada vez consumían menos", dijo y agregó que aquel que siempre llevaba tres remeras, ahora sólo compraba una. Y los que elegían un vinilo por mes, ahora visitaban el negocio cada tres o seis meses.
Con menos ingresos y costos que seguían en alza, los responsables del local tomaron la decisión de cerrar el 21 de septiembre, justo para un cambio de estación que apenas se sintió en Neuquén, porque el frío siguió tan intenso como en los meses anteriores. Y ahora, sin música de sus vinilos para abrigar los oídos.
"No tuvimos una suba fuerte del alquiler. La verdad que el propietario siempre se portó de diez, nos dejaba el contrato viejo incluso cuando a los que alquilan no les resulta tan rentable", dijo y afirmó que, en realidad, las ventas ya no alcanzaban para cubrir todas las necesidades del local y sus trabajadores.
Una comunidad en torno a la música
Vinyls Neuquén había nacido por el ímpetu de Guillermo de crear un espacio en Neuquén que estuviera destinado a la música sin ser una rockería. Cuando terminó su trabajo en relación de dependencia, se le ocurrió la idea de abrir un local de ropa que tuviera todo tipo de indumentaria, pero con el foco puesto en las remeras de rock.
A poco de iniciar, su espacio se convirtió en el punto de encuentro para los fanáticos del género. Eran cada vez más los que "caían a tomar mate" y hablar de música. Guillermo se dejaba sorprender por las historias de los clientes mayores, con sus andanzas por los recitales, y por el nivel de información que manejaban los más chicos.
"Los pibes saben más de música que los viejos. Te escuchan en serio, y aprenden todo", dijo, sorprendido por el nivel de conocimiento que tenían los adolescentes sobre bandas que eran muy lejanas a su tiempo.
"Antes de la pandemia, me asocié con un amigo para vender CD's y vinilos, y el negocio tomó esa impronta", contó. Durante la etapa del aislamiento por COVID, los clientes siguieron comprando online, justo cuando los socios no tenían un local alquilado para poder vender.
Tras la pandemia, volvieron al ruedo con una apuesta fuerte por las remeras, los libros y los discos. "Se armó una comunidad, no sólo de los clientes, de lo que tiene que ver con lo cultural, vendiendo entradas, colaborando con músicos y artistas, vendíamos entradas hasta para peñas de folklore; todo pasaba más allá de la venta de discos, era un lugar de encuentro, iban a intercambiar discos, hablar de música, un lugar de culto", explicó.
Los mejor del negocio fue la posibilidad de dialogar con distintas generaciones en relación a un hobby común. "Nunca me pasó de tener que atender gente que me caiga mal. Quizás por la onda del local, el perfil de la gente, muchos jóvenes fanáticos de la música y el rock que buscan vinilos, por curiosidad o porque lo traen de otra generación. De todas las edades, muy variadas", dijo Guillermo y agregó que vio a niños egresar de la secundaria o a mujeres que llegaban primero embarazadas y luego con sus hijos ya escolarizados, en ese proceso de forjar relaciones con los clientes.
"La repercusión cuando avisamos que cerramos fue tremenda, mucho cariño, a veces de personas que no esperábamos. había gente que caía seguido a tomar mate. De palabras lindas y cariño, es donde da melancolía cerrar. Es una alegría saber que tantos nos querían. Mucha energía linda y cariño", aseguró.
De las mudanzas a las ferias
El local funcionó primero sobre calle Corrientes al 300, y se mudó después a la calle Alcorta. Su último local estuvo sobre la Avenida Olascoaga, hasta el cierre del pasado 21 de septiembre. De allí se llevaron una serie de tesoros que seguirán ofreciendo en las ferias que organiza el área de Cultura de la provincia y también otros espacios de feriantes o eventos temáticos.
"Somos pate de la organización de la feria, tanto en bares como las que se hacen de Cultura de Provincia, en la Vieja Estación de Centenario. Siempre estamos, la idea es seguir ahí, compartiendo en ese espacio", dijo.
Pese al cierre del negocio, el inventario de Vynils Neuquén todavía tiene mucho para dar. "Tenemos discos de David Lebón de época firmados, o de La Portuaria que no se han vuelto a editar, de Charly García, cosas muy lindas", dijo y aclaró que algunas de estas joyas quedarán para sus propios tocadiscos, mientras que otras se ofrecerán en las ferias que surjan, con una fecha ya prevista para inicios de noviembre.
Por ahora, seguirán con la oferta de productos a través de sus páginas en redes sociales. El mismo canal se usará para dar aviso de su presencia en distintas ferias o eventos musicales, donde prometen reencontrarse con su clientela a través del fanatismo por el rock.
Te puede interesar...
Lo más leído
Dejá tu comentario