Cómo se vivieron las primeras horas del Golpe de Estado en Neuquén
Una madrugada intensa y una mañana carga de nervios en el gobierno y en las calles. Operativos y retenes militares por toda la capital neuquina.
Pasaron 49 años del último Golpe de Estado en la Argentina y ya son pocos los que recuerdan algunos detalles de cómo se vivió en Neuquén aquel día marcaría un punto de inflexión para la historia del país.
La inmensa mayoría de los habitantes de la provincia se fue a descansar en las últimas horas del 23 de marzo como si fuera un día más. Las últimas noticias que habían escuchado estaban vinculadas con el fútbol y un triunfo de River 2 a 1 ante el Portuguesa de Venezuela, por la Copa Libertadores de América. Al otro día seguiría la rutina cotidiana.
La ciudad de Neuquén tenía por aquel entonces 45.000 habitantes y recién comenzaba a dar los primeros pasos de crecimiento a partir de la construcción de la represa El Chocón, pero el ritmo de vida era pueblerino.
Tampoco la sociedad neuquina sabía que poco después de la medianoche un helicóptero de la Fuerza Aérea trasladaba a la expresidenta María Estela Martínez de Perón, en calidad de detenida, a la residencia El Mesidor, ubicada en Villa La Angostura.
El Comunicado N.º 1, que informaba a la población sobre el nuevo gobierno de facto, se emitió a través de la televisión y la cadena de radios a las 3 de la madrugada. Sólo se enteraron algunos noctámbulos que sintonizaron radios de Buenos Aires y un pequeño círculo de dirigentes políticos que ya se avecinaban lo que vendría. La gran mayoría lo hizo a la mañana temprano a través de LU5 y LU19 en el comienzo de los programas de primera hora. Recién a las 10 se transmitió la jura y asunción del general Jorge Rafael Videla como presidente.
Sorpresas y controles en Neuquén
Durante la mañana del 24 de marzo, un grupo de militares se hizo cargo de la gobernación de Neuquén. A la gran mayoría de los empleados que llegaron a trabajar los mandaron de vuelta a sus casas. A muchos los terminarían cesanteando, igual que a otros trabajadores de la Legislatura. Lo mismo ocurriría en el municipio capitalino. Felipe Sapag, en la gobernación, y Aldo Robiglio, en la intendencia, fueron inmediatamente reemplazados por oficiales de las Fuerzas Armadas.
Los retenes militares se multiplicaron desde temprano a lo largo de la ruta nacional 22 y la ruta provincial 7 donde se paraba a vehículos particulares y de transporte y se les pedía documentación a cada uno de sus ocupantes. También se reforzaron los puestos de guardia en todos los destacamentos militares ubicados en la capital neuquina, en los barrios de oficiales y suboficiales del Ejército y en cada dependencia de gobierno.
Todo eso ocurrió en el comienzo de aquel otoño de 1976. Fue el 24 de marzo. Un miércoles.
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