El gremio, en la corriente de un enrarecido clima de época. Las aulas no son inmunes a tanta crispación.
El gremio docente ATEN entra a la séptima semana de conflicto en un inusitado clima de confrontación. Y raro no tan solo por la confrontación, en este caso, con el gobierno provincial de turno, sino por el clima de violencia interna, atípico por su volumen en una organización que, en más de 40 años, tuvo un marcado protagonismo sindical en la escena neuquina.
El secretario general del gremio, Marcelo Guagliardo, acusó al sector que responde a su colega de ATEN Capital, Angélica Lagunas, de haber instalado una “política de cancelación” a quienes responden al oficialismo provincial del gremio. Durante su intervención en el plenario del viernes, en el que se votó la continuidad de otras 72 horas de paro, Guagliardo incluso responsabilizó al sector Multicolor de Lagunas de ser el “brazo político del FIT, de ir a destruir organizaciones que están luchando en el territorio”. Grave. Y fue más allá al advertir que se está a un tris, en ATEN, de llegarse a la agresión física.
Lagunas, por el contrario, acusó al oficialismo de haber ejercido un clima de violencia con sus seguidores anteriormente. Y se diferenció de Guagliardo por no haberlo expuesto, dijo, en los medios de comunicación.
Consciente de la hondura del conflicto, Guagliardo reconoció algo que no puede dejar de preocupar: “no hay posibilidades de aprendizaje si hay un ámbito violento”, advirtió.
Es evidente que la huelga va perdiendo cada vez más fuerza. Los docentes no solamente sienten el impacto de los descuentos de días de paro, sino que también advierten que sus dirigentes se encuentran enfrascados en luchas intestinas que corren el foco del origen de los reclamos.
El nivel de crispación también parecería tener su correlato el plano de lo simbólico más allá de las internas de ATEN. Tal aspecto incumbiría especialmente a algunos legisladores que, al azuzar las disputas sindicales, no contribuyen a la razonable contribución a la mesura que requieren los tiempos en un ámbito en el que los platos rotos los pagan, casi siempre, los que no deberían.
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