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La Mañana policía

Conmovedor relato de viuda del policía que murió durante una persecución: vende tortas fritas para mantener a su hijo

Eugenia tiene su puesto en Ruta 151. Su pareja falleció a principios de agosto en una persecución en Cipolletti, un día después del cumple del hijito de ambos.

Quedarse en casa, admite, la angustia y deprime aún más porque el dulce hogar está “lleno de recuerdos” del amor de su vida. Del agradable muchacho al que conoció en el secundario del colegio Manuel Belgrano, con el que tuvo a Agustín -3 años- y quien acaba de fallecer trágica e incomprensiblemente al accidentarse en una moto policial en plena persecución en un barrio de Cipolletti.

Por eso y por la necesidad económica, es que Eugenia le pone el pecho a la situación más difícil que le toca afrontar en sus jóvenes 29 años y sale a vender tortas fritas a la vera de la ruta 151. Es una vía de escape mental, pero a la vez una ayuda esencial para “parar la olla” ahora que tiene que arreglárselas sola.

Pese al frío y a su inmenso dolor, con las pocas fuerzas que le quedan, allí la encontrarán de lunes a viernes de 9 a 10.30, aproximadamente. No duden en comprarle, pues "es todo rico y caserito" promociona sus manjares esta luchadora.

"Un día antes cumplió años nuestro hijo y planeábamos la fiesta"

En verdad, ya desde abril había comenzado con el puestito ambulante “para ayudar” a su incondicional compañero Daniel Barria, que dicho por ella era el sustento de la familia, el que “proveía”.

Es todo muy fresco. Un dolor desgarrador la atraviesa. No puede entender cómo “el día anterior festejábamos el cumpleaños de nuestro hijo y planeábamos dónde armarle la fiesta y a las pocas horas se fue a trabajar y no volvió”, revela en su dramático testimonio.

Trata de mirar hacia adelante, de pensar en su pequeño y se apoya en el afecto de “tanta gente para la cuál no tengo palabras, es inmenso mi agradecimiento”.

Mientras un señor que se lleva “una docena de rosquitas” se despide con un emotivo “fuerza querida, vas a ver que vas a poder”, Euge destaca la clase de padre que era Daniel.

“Es bastante duro para nosotros, muy difícil de asimilar. Vivimos juntos hace muchísimo tiempo. Él era un ejemplo de papá, presente en todo lo que podía. Todo el tiempo que podíamos estar juntos, lo hacíamos. Y siempre pensando en nuestro hijito que se estaba criando en un hogar amoroso, en un ambiente sano. Es doloroso, insisto, este proceso porque los dos estábamos para Agustín y ahora quedé sola”, lamenta con el corazón partido.

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Una imagen del accidente en el que falleció su marido.

Una imagen del accidente en el que falleció su marido.

Dan ganas de abrazarla, sentimiento que seguramente compartirá toda esa enorme cantidad de vecinas y vecinos que en las últimas horas le hizo llegar de alguna manera u otra sus condolencias y aliento para que no claudique ni baje los brazos.

“Capaz que dormía una o dos horas y se levantaba para ir con nosotros, llevábamos el termo a la plaza para tomar unos mates juntos. Desde abril vendíamos tortas fritas, antes dejé de trabajar porque quería cuidar al peque, eran muchas horas en una fábrica de pastas, estaba en atención al público y no me coincidían los horarios. Pero este año arranqué con el emprendimiento callejero para ayudarlo y porque siempre tiramos para adelante juntos”, explica mamá coraje.

"Él se encargaba de repartir las tortas fritas"

Y pensar que en el mismo lugar en el que se la encuentra con las tortas fritas estaban muy seguido los dos, una imagen que no se borrará de la memoria colectiva de todos los fieles clientes que le compran hace tiempo.

Porque Daniel “se encargaba de los delivery, publicaba en los estados y en una moto que teníamos nosotros o en un auto iba a hacer los repartos. Eran pocos días que no estaba vendiendo”, valora ese compromiso de su amado con el trabajo y la familia.

Mientras espera que “salgan los papeles” para cobrar la pensión por el fallecimiento de su pareja, Eugenia no le afloja con la venta ambulante.

“Las preparo y las amaso yo, él las cocinaba a las rosquitas, tortas fritas… Mi mamá Edith está acompañándome ahora”, resalta el aguante de su progenitora, como así también de sus suegros y de todo el mundo.

“Su familia siempre está pendiente de nosotros, mantengo el contacto con sus papás, sus hermanos, no cambió nada excepto que él no está. Su mamá anda muy triste, no es para menos, era el hijo más chico”, confiesa con ese temple admirable, pero a la vez naturalmente conmovida por este golpazo.

El mundo se le vino debajo de un momento a otro. Eugenia debe reacomodar su vida e intentar generar los recursos para mantener el hogar en una Argentina con una inflación alarmante.

Para colmo alquila, “en una chacra, atrás de la empresa Tortoriello. Aún no he hablado con el dueño luego de esto que nos pasó pero los compromisos hay que cumplirlos”, asegura con gran sentido de la responsabilidad.

Gratitud y búsqueda de un trabajo más estable

Por lo pronto, ya hay campañas en redes sociales y la gente ha realizado donaciones, lo que, sumado a las reiteradas muestras de cariño, no dejan de emocionarla.

Quiero agradecer a la gente que ha donado, no tengo palabras para reconocer el apoyo, los mensajes. No pude responder todos los comentarios, pero sumamente agradecida como familia por todo lo que han colaborado y quiero hacerles llegar mi saludo”, dice reconfortada por tanto afecto.

También hace mención a la contención que ha recibido de la fuerza policial donde se desempeñaba Daniel y la ayuda de la institución para tratar de conseguir “un trabajo más estable”.

“Estamos hablando con la policía y en general, la idea es buscar un trabajo más estable, en blanco. Hoy por hoy con el gordo -por Agustín- vamos por el día a día, es todo muy reciente, ni siquiera hace un mes que pasó todo. Proyectando a futuro estar mejor. Me han ofrecido trabajo y estamos viendo, los compañeros de la policía siempre presentes, no me siento sola ni desamparada”, rescata la solidaridad en una situación tan dramática.

Por último, revela el deseo que tiene para su pequeño hijo. “Poder transmitirle lo que su papá lo amaba, hacer todo lo posible para que la memoria de su papá pueda estar presente. Daniel era un empleado de la Policía intachable, si bien nos conocimos en el colegio nos pusimos de novios cuando él entró a la Policía”, culmina Eugenia, a la que el destino le tenía reservado un enorme desafío como el de criar sola a un hijo.

Los caminos de la vida, sin dudas que no son lo que esperaba. Pero ella sigue estoica, a un costado de la ruta 151 vendiendo tortas fritas para salir adelante junto a su pequeño Agustín.

La cuenta para ayudarla

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