Angélica tiró un par de semillas en el patio de su casa intentando sanar una herida que pensó que jamás iba a cicatrizar. Y en Pascua sucedió algo sorprendente.
Angélica nunca había logrado superar la muerte de su querida mamá. El no haber podido despedirse de ella era una herida que pensó que jamás cerraría. Sin embargo, comenzó a sanar. Sucedió “un milagro de la naturaleza” al que interpreta como una señal de su progenitora y de otra mujer de su familia que ya no está en este mundo.
Lejos de ser amante de las plantas, decidió tirar dos semillas de zapallo en el pequeño patio de su casa en honor a Teresa, la persona que la trajo al mundo y a Mercedes, su suegra. “Lo hice para ver qué pasaba, si no prendía a otra cosa, pero necesitaba encontrar algo de mi mamá, sentirla cerca y como a ella le gustaba la jardinería lo intenté”, confiesa la vecina del barrio Antártida Argentina, protagonista de un caso sorprendente.
Y, creer o reventar, pudo comprobar de alguna manera aquello de que “hay vida después de la muerte”. Es que ¡brotó un zapallo gigante, de 18 kilos!
Y entonces Angélica, de 51 años, se emocionó hasta las lágrimas, entendiendo de que era algo que iba más allá de un fruto grande, una cuestión que “no se explica, se siente”.
“Es la primera vez que tiro un par de semillas, la planta salió sola. No cultivo ni nada, fue en honora mi mamá que falleció en pandemia, en noviembre de 2020 por Covid, y a mi suegra a la que perdimos en 2021. En 6 meses se nos fueron las dos viejitas”, lamenta la conocida comerciante.
En medio de la profunda emoción que la invade, admite: “Fue medio milagroso, ese zapallo lo tomamos como un mensaje y hay 3 más en el patio. Yo quedé muy golpeada tras la partida de mi madre, después de la muerte de ella hubo un antes y después con el tema de las plantas, a ella y a mi suegra les gustaban, en un jarro, en un cachito de tierra ya estaban sembrando algo”.
Milagro de Pascua
Así, el domingo de Pascua, mientras algunos se divertían y disfrutaban de los Huevos gigantes en semana santa, Angélica festejó con el súper zapallo.
“Tremendamente me emocioné, nunca me hubiese imaginado, pensé que el zapallo era más chico. El domingo de Pascuas le dije a mi familia ‘es hoy’ y cuando lo fui a levantar no podía, pesaba casi 18 kilos según la balanza”, exclama gratamente sorprendida.
El recuerdo de su madre aflora en la charla y también un testimonio desgarrador de sus últimas horas... “Tenía muy buena relación con ella, estuvo internada y el último día el 17/11/2020 me dejaron pasar para almorzar juntas. Yo había quedado aislada con ella. El ultimo y único día que pude entrar a verla la noté bien, me encargó sus perros, sus hijos, a papá… Estaba contenta. La doctora me dijo que se iba a morir en 48 horas, no le creí por cómo la vi, honestamente. No la pudimos velar, no pude verla en el último momento, quedé con eso, salía y la veía en todos lados. Quería sentir que estaba cerca mío porque no la despedimos”, confiesa.
Por suerte, este zapallo milagroso la hizo reflexionar. “A partir del domingo me di cuenta que mi mamá está más cerca de mi de lo que yo pienso. Somos 10 hermanos, uno fallecido. Tengo cinco hijos. Y todos la amamos a mamá”, asegura.
Generosa como Teresa y Mercedes
Por último, anticipa el fin solidario que le dará a la verdura gigantesca. “Lo voy a donar, siento que es una bendición de Dios, mamá y mi suegra siempre trataban de ayudar al prójimo así que en honor a ella lo voy a repartir antes del 1 de mayo para que la gente pueda hacer su guiso, su locro, con este zapallo”, culmina.
Angélica fue testigo de un doble milagro y está feliz y emocionada.
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