El acordeonista que invita a cantar en la plaza cipoleña
Juan Carlos Olatte aparece en la plaza San Martín y brinda espectáculos muy festejado por el público. Muchos se tientan y lo acompañan con su voz.
El particular sonido del instrumento se escucha a varios metros de distancia en la plaza del centro cipoleño. No hace falta un gran esfuerzo para encontrar al músico, porque el público que se congrega a su alrededor lo hace visible.
Juan Carlos Olatte suele llegar con su instrumento a eso de las 10 de la mañana, siempre acompañado de su esposa Alicia, y despliega su actuación hasta el mediodía, mientras vende potes de miel producida en el Valle Medio, que le permite un ingreso más a su jubilación.
Como suele interpretar repertorios de tangos, folclore, cumbia y chamamé, gente mayor, en su mayoría, suele detenerse a escucharlo. Pero no solo eso. Es habitual que aparezca un voluntario o voluntaria para acompañarlo con su voz.
“Es impresionante. Hay gente que por ahí nunca se animó a cantar y al escuchar el acordeón deja de lado la vergüenza y canta. En la calle se puede encontrar cantorazos”, afirma JuanK, como se denomina artísticamente.
Admite que es el acordeón el que atrae a muchos, “porque a muchos les recuerda su infancia, sus papás, sus abuelos, porque antes se tocaba mucho el acordeón”, agrega.
El artista admite que no sabe nada de música, aunque desde muy chico se sintió atraído hacia ella.
Lo suyo es puro oído, una virtud innata que no todos tienen. En su Valcheta natal aprendió a tocar la guitarra e integró un grupo folclórico. Cuando se mudó a Cipolletti, al comienzo de la década del 80, continuó con esa pasión y se unió al conjunto Papel Picado, famoso en aquella época porque hizo bailar a multitudes. Fue su tecladista. Después se volcó nuevamente al folclore con el Grupo Vocal la Fórmula y en paralelo se sumó a la Banda Municipal, en la que estuvo 34 años.
Actuar por el país
Jubilado, bordeando los 68 años, junto a su inseparable esposa Alicia, quien también adora la música y lo acompaña en sus aventuras, idearon el proyecto “Huellita Rionegrina” con el que buscan recorrer el país de manera autogestiva, es decir actuando “a la gorra” y enseñando danzas folclóricas. “La idea es recibir aportes para seguir viajando, pero si no pueden dejar nada no importa. El espectáculo se hace igual”, destacó.
También tienen un férreo espíritu colmado de generosidad que los lleva a presentarse donde lo requieran, siempre en forma solidaria.
El año pasado acomodaron una Kangoo y salieron hacia el norte. Fueron presentándose en ciudades y pueblitos de distintas provincias, hasta que llegaron a La Quiaca. Fue una experiencia asombrosa.
“La gente es muy solidaria. Nos invitaban a comer, nos ofrecían sus casas. Nos trataron muy bien”, afirmó.
Esa primera gira les dejó un sabor muy agradable, por lo que arrancaron hacia el sur, hasta Ushuaia. El resultado fue el mismo, aunque notaron las diferencias de costumbres y personalidades entre la gente de uno y otro punto.
Hace poco cambiaron la Kangoo por una Ducatto que le montaron todo lo necesario para viajar. Hasta una ducha. Con ella recorrieron la Ruta Nacional 23, que cruza Río Negro de este a oeste por la Línea Sur, y pararon en cada localidad.
Ahora están planeando volver a salir a la ruta. La vida nómada es para ellos un placer que no están dispuesto a combatir.
Es que “la música es mágica”, resalta JuanK, "abre puertas y corazones". Eso, justamente, se puede observar en la plaza del centro cipoleño.
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