Llegar a los 104 con la vitalidad y la lucidez de Juvelino es, sin dudas, un logro digno de ser celebrado. La historia de Lorenzo Juvenal Pérez.
Juvenal es la prueba viva de que la edad puede ser apenas un número. A sus 104 años conserva una vitalidad sorprendente: hace ejercicio, toca el órgano, pinta cuadros y hasta juega al ajedrez online, siempre encontrando nuevas formas de entretenerse y mantenerse activo.
Lorenzo Juvenal Pérez nació el 2 de noviembre de 1921. El mes pasado cumplió 104 años y este domingo lo celebró rodeado de los suyos, en una reunión familiar cargada de cariño, sonrisas y emoción.
Su nombre proviene del latín, derivado de Iuvenalis, que significa “joven” o “perteneciente a la juventud”. Dicen que, en la antigua Roma, era un nombre común que representaba el vigor y la energía. Y quién mejor para hacerle honor a esas cualidades que él: a su edad, Lorenzo usa el bastón casi como un accesorio, más por estilo que por necesidad y nunca deja de buscar nuevas actividades para no aburrirse.
En 2021, cuando festejó sus 100 años, reveló cuál era, según él, el secreto para llegar a esa edad con tanta lucidez y fortaleza: “Para llevar una buena vida hay que comer sano, nada de frituras ni embutidos, no fumar y mucho movimiento: bailar y correr”.
Su nieta, Paola, respalda esas palabras y agrega que su abuelo siempre fue de cuidarse. No solo se mantuvo activo durante toda su vida, sino que también prestó atención a lo que comía: si escuchaba que algún alimento tenía propiedades beneficiosas, enseguida salía a buscarlo.
Su llegada al sur
Juvenal nació en General Villegas, en la provincia de Buenos Aires. En su juventud vivió en General Pico, La Pampa, donde conoció a Teodora de las Heras, la mujer que se convertiría en la madre de sus hijos y en su compañera inseparable durante cinco décadas.
En 1946, la pareja se mudó a Bariloche. Allí, Juvenal comenzó a trabajar en el límite entre Chile y Argentina como miembro de Gendarmería Nacional, una labor que desempeñó hasta su jubilación, siempre rodeado por los paisajes cordilleranos que hoy sigue atesorando en su memoria. En esa etapa también formaron su familia y tuvieron tres hijos: Elba —quien falleció hace algunos años a causa de una enfermedad—, Héctor y Marta.
Con el paso de los años, la familia siguió creciendo. Juvenal es abuelo de Fabián, Marcela, Esteban, Paola, Matías y Franco; y bisabuelo de una nueva generación integrada por Federico, Milagros, Sofía, Santi, Bauti, Amelia, Eliseo, Felícitas, Catalina y Sebastián.
Una vida marcada por el deporte
Aunque el deporte siempre formó parte de su vida —y ya había protagonizado hazañas, como aquel viaje en bicicleta desde General Pico hasta Buenos Aires— fue en Bariloche donde terminó de forjarse como atleta, impulsado por la determinación de mantenerse en movimiento.
A lo largo de su vida deportiva, Juvenal se ganó un lugar destacado entre los atletas veteranos y ganó popularidad en Bariloche, donde es reconocido por su trayectoria.
Sin embargo, sus logros trascendieron las fronteras de Rio Negro y lo llevaron a competir en diferentes puntos del país y del mundo. Incluso con más de 90 años, seguía representando a la Argentina en torneos internacionales.
Participó en carreras realizadas en numerosas provincias argentinas y también en países vecinos como Chile, Perú, Colombia, Uruguay y Brasil. Su pasión por correr incluso lo llevó a cruzar el océano para competir en España y Francia. En varias de esas pruebas logró llegar primero a la meta, y hasta consiguió un récord sudamericano.
En una ocasión, durante una entrevista, anunció con firmeza: “Correré hasta los 100 y después veré”. Lo cierto es que hizo honor a su palabra y sostuvo el espíritu deportista mucho más allá de lo que cualquier calendario podría imponer.
Un cambio de hábitos, pero no una excusa
Durante la pandemia, como tantas otras personas mayores, Juvenal tuvo que extremar los cuidados. Afortunadamente, su hijo pudo traerlo a Cipolletti antes de que comenzara la cuarentena, lo que le permitió atravesar ese tiempo en compañía.
A pesar de las restricciones de circulación, nada logró frenar al disciplinado atleta. Como ya no podía salir a correr, buscó la forma de adaptarse: sintonizaba una radio con buena música y bailaba al ritmo de la emisora, convirtiendo la casa en una pista improvisada. Después seguía la rutina con media hora de pedaleada en la bicicleta fija, decidido a no perder sus hábitos de entrenamiento.
Cuando la cuarentena empezó a flexibilizarse, finalmente pudo volver al ruedo y retomó sus caminatas por la plaza San Martín.
Contra todo pronóstico
Por aquellas épocas, un accidente obligó a Juvenal a hacer una pausa forzada: una caída le provocó una fractura de cadera y debió ser intervenido quirúrgicamente. Aun así, lejos de desanimarse, enfrentó la recuperación con la determinación que lo caracteriza.
A pesar de que, a su edad, la recuperación parecía un desafío enorme, Juvenal demostró que nada es imposible cuando la voluntad acompaña. Con paciencia, constancia y una actitud envidiable, volvió a ponerse de pie y recuperó tanto su movilidad como su independencia.
“Se le puso en la cabeza que iba a volver a caminar y ahora anda bárbaro. El médico nos dijo que es 99% cabeza, una cuestión de actitud”, contó Paola. También confesó que, hoy en día, el bastón es prácticamente un adorno y que “lo lleva arrastrando”. Incluso no perdió el ritmo y sigue bailando cada vez que surge la oportunidad.
Un festejo cargado de emoción
A pesar de haber nacido el 2 de noviembre, la celebración familiar tuvo lugar recién el día 30, la fecha que figura en su documento de identidad.
Ese domingo compartieron un encuentro sencillo pero lleno de afecto, en el que Juvenal pudo disfrutar de la compañía de parte de su familia, entre hijos, nietos y bisnietos que se acercaron para acompañarlo en el festejo.
El momento más conmovedor de la tarde llegó de la mano de dos de sus bisnietos, quienes revivieron una tradición familiar que marcó la infancia de sus padres. “Él nos hacía una canción cuando éramos chiquitos; a todos los nietos nos sentaba a upa y nos cantaba ‘Galopa, galopa’”, recordó Paola.
Para esta fecha tan especial, Paola encontró la canción en YouTube y les propuso a sus hijos interpretarla. Los bisnietos, cómplices y entusiasmados, se pusieron sombreros de vaqueros y comenzaron a cantarla, generando la emoción de todos los presentes.
“No solo está cumpliendo 104 años, los está viviendo a pleno”, aseguró su nieta. Y agregó: “Lo que tiene mi abuelo son muchas ganas de vivir, mucha fortaleza. Él ahora está tocando el órgano, pinta, juega al ajedrez online… siempre se busca algo para hacer. También lee mucho y mira tele, se mantiene informado”.
Una vida larga y en constante adaptación
A pesar de haber pasado el siglo de vida, Juvenal se aggiornó a cada época de manera admirable. “Se fue acomodando a la vida”, contó su nieta, quien detalló que además de usar el celular para jugar al ajedrez, maneja WhatsApp con total naturalidad.
Actualmente, vive junto a su hijo —que está separado— y su hija —que enviudó—, por lo que, de algún modo, volvieron a ser la familia de origen. “Es gracioso, porque a veces los escuchás y parece que fueran una familia de 20 y 40 años… pero los hijos tienen 80 y él, 104”, bromeó Paola.
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