El Paseo de la Costa se viste de otoño: postales que enamoran desde el aire

Los colores del otoño transforman al Paseo de la Costa en un espectáculo natural. Desde las alturas, la cámara sobrevuela uno de los rincones más icónicos de la ciudad de Neuquén: el encuentro entre el espacio verde urbano y la serenidad del río Limay.

El drone de LMNeuquén realizó un recorrido para captar la belleza otoñal en su máximo esplendor. En las imágenes tomadas desde el cielo puede apreciarse el cauce del río y cómo serpentea con calma entre las costas arboladas. El agua luce cristalina, reflejando el cielo otoñal parcialmente nublado. La paleta de colores se impone de inmediato: verdes que se apagan, amarillos intensos y ocres que tiñen las copas de los árboles y tienden una alfombra dorada sobre las márgenes.

En primer plano aparece uno de los puntos más fotografiados del paseo: las letras gigantes que forman “NEUQUÉN”, al pie de la costanera. A sus espaldas, los senderos curvos se abren entre la vegetación baja y los árboles en plena transformación estacional. Las sombras alargadas delatan que la toma fue realizada por la mañana o al atardecer, en un momento de luz tenue y dorada que acentúa la atmósfera otoñal.

La isla central, esa lengua de tierra que se adentra en el río, luce despejada y cubierta de vegetación baja, lo que permite que destaque el contraste con el celeste verdoso del agua. A su alrededor, el follaje muestra las típicas tonalidades del mes de mayo: un equilibrio sutil entre el fin del verdor del verano y el avance inevitable del invierno patagónico.

El lugar parece suspendido en el tiempo y espacio, casi como si el paisaje respirara en silencio. Estas tomas no solo muestran la belleza natural del lugar, sino también su potencial como refugio para quienes buscan una pausa del ritmo urbano.

El Paseo de la Costa en otoño no necesita artificios. Su combinación de río, vegetación, senderos y horizonte despejado lo convierten en una joya natural dentro de la ciudad. Y visto desde el aire, se revela como un cuadro viviente que cada año, durante unas pocas semanas, se pinta con los colores más cálidos de la paleta natural.